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Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
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lunes, 14 de noviembre de 2011

EL DON DE LA AUTORIDAD. LA AUTORIDAD EN LA IGLESIA III. Prefacio

LA AUTORIDAD EN LA IGLESIA III

 DECLARACIÓN DE LOS CO-PRESIDENTES DE LA
COMISIÓN INTERNACIONAL
ANGLICANO-CATÓLICA
PARA LA PRESENTACIÓN DE «EL DON DE LA AUTORIDAD»


1. Antecedentes: Diálogo Anglicano - Católico oficial a nivel internacional

En el mes de marzo de 1966 el entonces Arzobispo de Canterbury, Dr. Michael Ramsey, hizo una visita al Papa Pablo VI en Roma. Este evento inauguró una nueva etapa en las relaciones entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica, enfatizando la caridad cristiana y los esfuerzos sinceros para eliminar las causas de conflicto y restablecer la unidad.

Ellos decidieron organizar un diálogo oficial internacional cuyo trabajo pudiese alcanzar la unidad en la verdad por la que Cristo oró. La Comisión internacional Anglicano - Católica (ARCIC) asumió su tarea en 1970. Es un diálogo internacional cuyos miembros especialistas han sido oficialmente nombrados para representar a la Comunión Anglicana y a la Iglesia Católica a nivel mundial.

Fueron tres los tópicos importantes que fueron asignados a ARCIC: la doctrina de la Eucaristía; el Ministerio y la Ordenación; y la Autoridad en la Iglesia. Varias de las Declaraciones de Acuerdo, establecidas desde cuando la Comisión asumió este trabajo, fueron publicadas junto con la Relación final de 1981 y presentadas a las dos Iglesias para su evaluación y recepción. La Comunión Anglicana dio su respuesta oficial en una resolución de la Conferencia de Lambeth de 1988. La Iglesia Católica respondió en 1991.

Desde la publicación de la Relación final, ARCIC ha producido Declaraciones de Acuerdo en otros asuntos importantes, acerca de los cuales el Papa Juan Pablo II y el Arzobispo Robert Runcie, cuando se reunieron en Canterbury en 1982, pidieron entrar en diálogo. El don de la autoridad, que es publicado hoy, es la cuarta declaración de esta segunda fase del trabajo de ARCIC.

Estamos contentos de presentar este documento en un lugar que es anterior a nuestras divisiones. Esperamos que esta nueva Declaración contribuirá a la sanación de las mismas. Este es un documento para los cristianos Anglicanos y Católicos de todos los países alrededor del mundo donde ellos viven juntos. Es por ello que ya ha sido enviado a los Primados Anglicanos y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales Católicas y es disponible en traducciones en varios idiomas, y en los "sitios" Internet a nivel mundial.

2. ¿Por qué ARCIC ha producido otra declaración sobre la autoridad?

Aun antes de que el diálogo iniciara, era obvio que la autoridad en la Iglesia requeriría una atención considerable. La autoridad, particularmente la autoridad del Obispo de Roma, fue un elemento clave en la división que ocurrió al tiempo de la Reforma inglesa. Por cuatro siglos la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica desarrollaron sus estructuras de autoridad separadamente unos de otros, y los anglicanos vivieron sin el ministerio del Obispo de Roma.

La Relación final de 1981 dedicó dos Declaraciones de Acuerdo y una ‘Elucidación’ al tema de la autoridad en la Iglesia. Ya estos documentan el acuerdo considerable que había sido reconocido por ambas Iglesias: Acerca de cómo funciona la autoridad en la Iglesia; acerca del papel particular de los obispos; y, muy importante, acerca del significado del Obispo de Roma en una Iglesia unida y el lugar que tiene su ministerio en el plan de la Providencia Divina para su Iglesia.

¿Por qué entonces la ARCIC retorna ahora sobre este asunto?

Primero, porque La Relación final reconoció que a pesar del considerable progreso alcanzado, todavía algunos serios asuntos tienen que ser resueltos;

Segundo, porque ambas respuestas oficiales, Anglicana y Católica, a La Relación final solicitaron que fuese realizado. Al indicar que las Declaraciones en La Relación final proveían una buena base para un ulterior diálogo. Los principales puntos que pusieron a la Comisión son mencionados en el parágrafo 3 de El don de la autoridad.

Una tercera razón es que esta ulterior Declaración esperamos será una contribución a la discusión de la autoridad que está tomando lugar en ambas Iglesias. La Conferencia de Lambeth de 1998 ha pedido a los Anglicanos que reflexionen y estudien importantes cuestiones acerca de la autoridad en la Comunión Anglicana surgidas en El Informe de Virginia, que fue preparado para esa Conferencia. Entre estos interrogantes se encuentra el asunto de la autoridad universal en la Iglesia. El Papa Juan Pablo II en su Encíclica Ut unum sint de 1995 también ha invitado a un diálogo paciente y fraterno acerca del ministerio de la unidad del Obispo de Roma de modo que este pueda ser aceptado por todos.

Finalmente, a no ser que alcancemos un acuerdo suficiente acerca la autoridad, que toca muchos aspectos de la vida de la Iglesia, "no podremos alcanzar la plena unidad visible a la que ambos nos hemos comprometido", tal como lo han dicho claramente el Arzobispo Carey y el Papa Juan Pablo II en su encuentro de 1996.

3. ¿Qué clase de declaración es el don de la autoridad?

Es el resultado de cinco años de diálogo, de paciente escucha, estudio y oración.

La Comisión ha respondido a la petición de nuestras respectivas autoridades. Con su autorización, se publica ahora como una Declaración acordada por la Comisión y puesta ante las Iglesias para su reflexión y discusión.

La Declaración está construida sobre todos los trabajos previos de ARCIC acerca de la autoridad - de allí su subtítulo La autoridad en la Iglesia III. Esta necesita pues ser leída junto con las Declaraciones de Acuerdo precedentes. Es un texto rico, con una argumentación válida, donde cada frase es importante para alcanzar las conclusiones. Por esto, necesita de un estudio y reflexión cuidadosa de parte de nuestras dos Comuniones.

Es importante entender lo que los miembros de la comisión han intentado hacer: ellos han tratado de expresar lo que creen brota de nuestra fe común compartida; en otras palabras, los miembros, se han empeñado en el diálogo como mejor pueden en tanto que representantes de sus dos Iglesias, no se han comprometido en una especie de negociación sino que han intentado expresar juntos lo que creen exige la fe.

El título del nuevo documento da una orientación muy importante. Correctamente entendida, la autoridad en la Iglesia es un don de Dios, que se recibe agradecidamente.

Una imagen de la Escritura, tomada de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios, es usada repetidamente para conservar en nuestra mentes el propósito último de la autoridad. La autoridad sirve para recordarle a la Iglesia acerca del "Si" que Dios ha dado a la humanidad en Jesucristo y nos dispone a sus miembros, mientras recorremos la vía de Cristo, a responder con un fiel "amen".

Luego, se perfila el acuerdo sobre como la autoridad es ejercida a varios niveles en la vida de la Iglesia, incluyendo cómo el entero pueblo de Dios sostiene la Tradición a través del tiempo y el espacio, y el papel particular que tienen los obispos en el discernimiento y la articulación de esta fe de la Iglesia y en asegurar que las Iglesias están en comunión.

El documento expresa el acuerdo que el colegio de obispos puede alcanzar en un juicio que, fiel a la Escritura y consecuente con la Tradición apostólica, es libre de error (cf. N· 42). Este deber de mantener la Iglesia en la verdad es "una de las funciones esenciales del colegio episcopal" (N· 44).

La Declaración se construye sobre el acuerdo acerca del Obispo de Roma en el trabajo previo de ARCIC, y ofrece acuerdo sobre su ministerio específico al interno del colegio de obispos en lo que respecta al discernimiento de la verdad, que ha sido una fuente de dificultad y malentendidos. Busca hacer claro cómo en ciertas circunstancias el Obispo de Roma tiene el deber de discernir y explicitar, en fidelidad a la Escritura y la Tradición, la auténtica fe de toda la Iglesia, que es la fe de todos los bautizados en comunión. La comisión cree que este es un don que debe ser recibido por todas las Iglesias y supone el reconocimiento del primado del Obispo de Roma.

4. ¿Qué sigue después?

El estudio detallado de esta Declaración ofrecerá evidentemente desafíos a ambas Iglesias, con relación a cómo la autoridad es ejercida en ellas. Algunos de estos desafíos son mencionados en la última parte del documento. La tarea de la Comisión ha sido entrar en diálogo acerca de un asunto importante y difícil. La Comisión está convencida que ha llegado a un ulterior acuerdo que ofrece a nuestras Iglesias. Corresponde a nuestras autoridades decidir si reconocen nuestra fe en esta nueva Declaración de Acuerdo y cómo asumir sus consecuencias.

PREFACIO


Una primera búsqueda de la unidad visible plena entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica se inició hace treinta años en el histórico encuentro en Roma entre el Arzobispo Michael Ramsey y el Papa Pablo VI. La Comisión establecida para preparar el diálogo reconoció, en su Relación de Malta de 1968 que una de las «tareas más importantes y urgentes» sería examinar la cuestión de la autoridad. En este sentido, esta cuestión se encuentra en el corazón de nuestras tristes divisiones.

Cuando se publicó la Relación Final de ARCIC en 1981, la mitad de su contenido estaba dedicada al diálogo sobre la autoridad en la Iglesia, con dos declaraciones de acuerdo y una aclaración. Esto constituía una base importante que preparaba el camino hacia una mayor convergencia. Las respuestas oficiales en 1988 de la Conferencia de Lambeth de la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica en 1991, animaron a la Comisión a seguir adelante con el «notable progreso» que ya se había conseguido. En consonancia con esto, la ARCIC ofrece ahora esta ulterior declaración de acuerdo, El don de la Autoridad.

Una imagen de la Escritura es la clave de esta declaración. En el capítulo primero de la segunda carta a los Corintios, Pablo escribe sobre el «Sí» de Dios a la humanidad y nuestra respuesta «Amén» a Dios, dados ambos en Jesucristo (cf. 2 Cor 1,19-20). La autoridad, don de Dios a su Iglesia, está al servicio del «Sí» de Dios a su pueblo y del «Amén» de éste.

Se invita al lector a seguir la senda que llevó a la Comisión a sus conclusiones. Estas son el fruto de cinco años de diálogo, de escucha paciente, de estudio y oración juntos. La declaración planteará, esperamos, una mayor reflexión teológica; sus conclusiones presentan un desafío a nuestras dos Iglesias, especialmente en relación con el tema crucial de la primacía universal. La autoridad trata de cómo la Iglesia enseña, actúa y adopta decisiones doctrinales en fidelidad al Evangelio, de modo que el acuerdo real sobre la autoridad no puede ser teórico. Sí esta declaración puede contribuir a la reconciliación de la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica y es aceptada, requerirá una respuesta en la vida y en los hechos.

Han sucedido muchas cosas en estos años para profundizar en nuestro conocimiento del los otros como hermanos y hermanas en Cristo. Aún nuestro camino hacia la unidad plena, visible, se prevé como más largo de lo que algunos piensan y muchos esperan. Hemos encontrado serios obstáculos que dificultan el progreso. En esta etapa, el trabajo perseverante, concienzudo, de diálogo, es vital. El actual Arzobispo de Cantorbery, el Dr. George Carey y el Papa Juan Pablo II declararon francamente la necesidad de este trabajo sobre la autoridad cuando se reunieron en 1996: «Sin acuerdo en esta área no habremos logrado la plena unidad visible a la que nos habíamos comprometido».

Rogamos que Dios haga posible que el trabajo de la Comisión contribuya al final que todos deseamos, la sanación de nuestras divisiones de modo que juntos podamos decir un unido «Amén» «para la gloria de Dios» (2 Cor 1,20).

Palazzola. En la fiesta de San Gregorio Magno, 3 de septiembre de 1998

+CORMAC MURPHY-O´CONNOR
+MARK SANTER

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