Anglocatólico

COMUNIDAD ECUMÉNICA MISIONERA LA ANUNCIACIÓN. CEMLA
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“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

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domingo, 31 de julio de 2011

UNA IGLESIA IMAGINADA DESDE AMERICA LATINA


Escrito por Nicolás Panotto

Cuando hablamos de identidad, lejos estamos de referirnos a una entidad fácilmente reconocible, menos aún a un cúmulo de dos o tres elementos que hacen a ese “algo” identificable. Al hablar de identidad, más bien, nos referimos a un tiempo determinado dentro de una extensa periodización con un pasado, un presente y un futuro, a una experiencia relativa a aquel o aquella que la aprecia y construida desde quienes la rodean, a una historia compuesta de muchas historias; en fin, a un contexto sujeto a todo lo mencionado.

La América Latina imaginada
Todo ello hay que tener en cuenta cuando hablamos de nuestro continente. Decir “América Latina” o “Latinoamérica”, términos utilizados indistintamente aunque con trasfondos diversos, no significa solamente hacer mención a un continente. Implica, por el contrario, referir a una historia con muchos avatares, a un contexto en continuo cambio y proceso, a un cúmulo de experiencias de hombres y mujeres que la componen y “le dan nombre”, entre muchos otros elementos. Implica, por otro lado, remitir a una percepción de lo que ello significa: cada cual, hasta cada comunidad (sea como sea que ella se comprenda a sí misma), más allá de leer la historia, de analizar el contexto a través de la academia sociológica, de estudiar las experiencias del continente por los historiadores, siempre lo comprenderá desde su propia intención y vivencia.
Es por todo esto que es esencial volver a la noción de imaginación. Es en ella donde se crean los mundos, donde se tejen las realidades desde los hilos de la experiencia. Imaginación no es lo mismo que fantasía o sueño, aunque pueda tener mucho de ellas. Por eso, no existe una América Latina imaginada. Hay tantas imágenes como hombres y mujeres, que a su vez conviven y se interrelacionan compartiendo en la cotidianeidad aquellos símbolos, relatos y narraciones a través de los cuales construyen lo que intuyen como “realidad”.
Este aspecto se vivencia de una manera especial en la sociedad policéntrica y polifacética en que nos encontramos, bajo el título de era de la globalización. La comprensión de esta realidad se vislumbra desde un mecanismo lúdico de imágenes dentro de un entramado socio-cultural particular: las telecomunicaciones que conectan en una milésima de segundo una punta del planeta con otra, las modas que influyen de región en región creando mixturas difusas, la facilidad de transporte que suscita distintos tipos de ciudadanía, empresas multinacionales sin un único lugar físico que operan en distintas partes del mundo, etc.
¿Qué implican estas imágenes para la cotidianeidad latinoamericana a partir de la cual, como dijimos, se teje la maraña de la realidad? En primer lugar, el sentido de “localidad” se transforma profundamente. Por ello existen muchos y muchas que hablan de “culturas glocales” (Ulrich Beck). La noción de localidad cambia en el sentido de que todo lo que podríamos llamar local o autóctono contiene elementos ajenos a su supuesta circunscripción cultural y geográfica. Los mundos se muestran mucho más complejos en la actualidad. Esto nos lleva a la conclusión de que la identidad latinoamericana, así como toda identidad cultural, se define en su interacción con los demás continentes. En palabras de Néstor García Canclini, tenemos que “pensar el espacio común de los latinoamericanos también como un espacio euroamericano y un espacio intramericano”.1
Un segundo aspecto a resaltar es que lo antedicho nos lleva a una apertura en el análisis de los fenómenos sociales dentro de nuestro continente en el marco de la globalización frente a ciertos marcos bipolares o maniqueos (como, tal vez, y sin desmerecerlos ya que aún tienen su valor, existían durante los ’60 y los ’70) hacia una lectura más objetiva, o que al menos intente serlo, de los relatos, las narraciones y los símbolos que demarcan las realidades, así intuidas por cada cual. La imaginación que construye la realidad se mueve en un complejo universo simbólico de relatos que van y vienen, que permiten percibir y que se permiten percibir de maneras muy variadas. Por esta razón, a la hora de intentar desmarañar aquello que llamamos realidad, identidad o existencia, la tarea se hace más compleja que leerlas a través de marcos homogéneos o desde actores fácilmente descriptibles que luchan por su lugar en el mundo. Cito nuevamente a Néstor García Canclini:
Estos trabajos con lo imaginario, que son las metáforas y narrativas, son productores de conocimiento en tanto intentan captar lo que se vuelve fugitivo en el desorden global, lo que no se deja delimitar por las fronteras sino que las atraviesa, o cree que las atraviesa y las ve reaparecer un poco más adelante, en las barreras de la discriminación. Las metáforas tienden a figurar, a hacer visible, lo que se mueve, se combina o se mezcla. Las narraciones buscan trazar un orden en la profusión de los viajes y las comunicaciones, en la diversidad de “otros”.2
Pero la imaginación nunca se construye de la nada. El ejercicio de imaginar(nos) siempre se da en un contexto concreto, desde un entramado de experiencias que se imprimen en nuestra mente y cuerpo. Por ello debemos saber ubicar al continente latinoamericano dentro de este complejo juego de interacciones metafóricas e imaginativas en un contexto donde su lugar es ciertamente particular. En este sentido, sus “glocalidades” no remiten simplemente a un folklore pintoresco de mezclas andinas y coloniales sino que imprimen un lugar especial del continente en el juego económico, cultural y social posicionándolo desventajosamente. Esto lo intuimos desde lo que podríamos llamar la genética latinoamericana: aquellas experiencias concretas e históricas que marcan la historia del continente y que representan la matriz material y existencial a partir de la cual se imaginan y se narran los relatos que construyen la realidad.
Utilizando distintas adjetivaciones de esta genética podemos hablar de nuestro continente como conquistado, impronta aún vigente en su configuración social y en el tipo de apreciaciones con respecto a los diversos grupos étnicos que lo componen y a la ubicación de ciertos sectores en la estratificación social vigente. Como un continente endeudado, víctima de un mecanismo diabólico cuya única intención es empobrecer a las naciones latinoamericanas a costa de la ganancia de unos pocos. Hablamos también de un continente golpeado por dictaduras militares que socavaron hasta lo más profundo los fundamentos, las estructuras y las prácticas democráticas, herida aún sangrante en la carencia de memoria y justicia, e impresa en los gestos mas cotidianos de los latinoamericanos y latinoamericanas.
¿Cómo imaginamos América Latina desde este contexto? O mejor dicho, ¿cómo se imaginan los latinoamericanos y latinoamericanas desde dicha “genética”? ¿Cómo se relata el pasado? ¿Cómo se imagina el futuro? ¿Cómo se narra el presente?
Todo lo antedicho nos lleva a algunas conclusiones respecto a la comprensión de la “identidad latinoamericana”:
1. No existe una identidad latinoamericana sino un “espacio común latinoamericano” donde se conjugan una cantidad muy variada de identidades, de relatos, de percepciones y de símbolos.
2.Todas estas identidades no son conjuntos accidentales y gratuitos originados en la fortuna del destino sino, más bien, el resultado de toda una historia, de un contexto socio-político, de un ámbito económico y de un cúmulo de memorias que hacen al sentido de lo que se nos presenta, elementos todos estos que confirman la “genética” de nuestro “espacio común”.
3. La manera de intuir estas identidades dentro del “espacio común latinoamericano” es a través de las expresiones en las cotidianeidades de los latinoamericanos y las latinoamericanas. Los grandes sistemas e ideologías que se abogaban la verdad universal deben aprender de y replantearse a partir de aquellas pequeñas historias y vivencias que describen lo que la gente percibe como realidad a través de aquellos relatos compartidos e imaginados.
La iglesia imaginada desde América Latina
Nos falta responder a una pregunta central: ¿cómo imaginamos una “iglesia latinoamericana”? Tal vez podríamos reformular la pregunta desde lo dicho hasta aquí: ¿cómo imaginamos la iglesia cristiana dentro del espacio común latinoamericano y desde todas las imágenes, relatos, narraciones e identidades que se conjugan en él? Permítanme mencionar tres aspectos que creo esenciales tener en cuenta desde todo lo abordado:
1. Una iglesia que repiense sus sistemas teológicos totalizantes vigentes desde una comprensión de las experiencias cotidianas de los hombres y las mujeres del continente. Este aspecto tiene una fuerte impronta pastoral. Los tiempos actuales nos ayudan a luchar aún más contra aquella división entre la razón pura y la razón práctica que impera aún en nuestras iglesias, donde los sistemas teológicos tradicionales son puestos por encima de las experiencias de la gente. Estos sistemas, y por ende las maneras de comprender la fe, deben abandonar aquellos vicios de totalidad y cambiar hacia el rumbo del diálogo y la apertura a las voces de la gente, de los hombres y mujeres que construyen esta realidad día a día. Hugo Assmann, haciendo un profundo replanteo de su peregrinar junto a las teologías latinoamericanas y a la gran empresa utópica que se proponían que, aunque válida, muchas veces no permitía ver la complejidad de la realidad, dice lo siguiente:
Lo que diría como síntesis es lo siguiente: hay varias teologías de lo inevitable con signos ideológicos diferentes y contradictorios, pero cualquier teología de lo inevitable es reaccionaria. También las que pretenden ser un grito de indignación, porque paralizan las mejores energías humanas; en otras palabras, las energías que nos llevan a gustar de este mundo y de nuestra vida precaria y finita.3
2. Una iglesia que aprenda a leer la realidad desde la clave del sujeto. Hemos visto que los marcos de análisis de la situación latinoamericana han mutado a lo largo del tiempo. Y esto no por vicio académico sino porque las circunstancias así lo demandan. La iglesia debe aprender también de este desafío ya que su peregrinaje teológico se hace en la historia y, por ende, desde una visión de la misma, tomando de las herramientas de análisis vigentes. En línea con la propuesta que venimos tratando, un aporte puede ser el análisis desde la noción de sujeto. Esto no implica volver a un antropocentrismo romántico, menos aún tornar hacia el individualismo típicamente posmoderno. Por el contrario, es la comprensión de un marco donde individuos y sistemas sociales son analizados en profundidad, intentando intuir la complejidad de su constitución y la variedad de las imágenes existentes. Las palabras de Néstor Míguez son esclarecedoras al respecto:
Las experiencias del “socialismo real” han mostrado, una vez más, la imposibilidad de dibujar la sociedad futura en el tablero de un diseñador. Si este capitalismo tardío ha de tener alternativas no han de surgir de una ingeniería social igualmente globalizante, sino de las experiencias de construcción comunitaria que son fruto tanto de la resistencia como de la esperanza (…) Es decir, que lo que aporta para las transformaciones que entrevemos en nuestras visiones, más que el resultado de elucubraciones arquitectónicas sobre el mundo futuro, tiene que ver con los modos de construcción de la subjetividad, y, fundamentalmente, de la subjetividad relacional: frente a la cosificación de las relaciones humanas y el producto descartable que hace de nosotros el mercado, afirmar la dimensión relacional del amor y la justicia como centros posibles de la subjetividad.4
3. Una iglesia comprometida con los males de la “genética latinoamericana”. Por último, hemos visto que la “genética latinoamericana” se compone de una larga historia, de un contexto complejo situado en un espacio configurado política y económicamente de una manera, de experiencias cotidianas determinadas y determinantes, además de varios sucesos que irrumpieron en nuestra historia y cuya “onda expansiva” aún sentimos. La iglesia debe ser consciente de estos sucesos y de la complejidad de la formación de las identidades desde dichos marcos, que a su vez se conjugan en nuestro continente desde toda una complicada maraña social. Seguir pendientes de la reconstrucción de la memoria, reclamar justicia real para la aclaración de lo acontecido en nuestra historia, luchar por mayor igualdad de oportunidades, analizar el impacto de los sucesos que fueron y siguen siendo, son algunos de los retos por delante. Pero, por sobre todas las cosas, está la ardua tarea de discernir, un término tan fuerte para la fe, las situaciones, las historias y los relatos que “hacen” a los hombres y a las mujeres latinoamericanas. Este discernimiento se hace en comunidad y en un genuino diálogo con nuestra historia, nuestra tradición, nuestro contexto y nuestra gente

(1) Néstor García Canclini, La globalización imaginada, Paidós, Buenos Aires, 2005, p.104
(2)  Ibíd., p.58
(3) Hugo Assmann, “Por una teología humanamente saludable. Fragmentos de memoria personal” en Juan José Tamayo-Juan Bosh (eds.), Panorama de la teología latinoamericana, Estella, Verbo Divino, p.151
(4) Míguez, Nestor “Hacer teología latinoamericana en el tiempo de la globalización” en Hansen, Guillermo, ed., El silbo ecuménico del Espíritu. Homenaje a José Míguez Bonino en sus 80 años ISEDET, Buenos Aires, 2005, p.93

LA TRADICIÓN APOSTOLICA


Enric Capó

Lo más importante de su vida es la resurrección, que no ha de entenderse simplemente como una revivificación de su cuerpo, sino como la comprobación de su presencia y acción real en el mundo. Pablo llega a decirnos que incluso podemos olvidar los hechos de su vida, porque lo determinante no es su enseñanza, sino la comunión con él, es decir, la “nueva criatura en Cristo” (2 Co 5,16). Los que están en Cristo son una nueva creación, “las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas”. Viven, aquí y ahora, una relación personal e intransferible con el Cristo, que puede definirse como “morir con Cristo para resucitar con él”. Escribiendo a los gálatas, Pablo les dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado y vivo no ya yo, sino que Cristo vive en mi” (Gá 2,20) y, en su primera carta a los corintios (2,16), afirma que nosotros los creyentes “tenemos la mente de Cristo”.

Nuestra fe no puede, por tanto, ser definida como la religión del libro, o la de los practicantes de una doctrina que tiene más de dos mil años de historia. Hay un salto histórico que nos lleva a una relación directa y personal con el Cristo resucitado. Es cierto que el conocimiento de Cristo ha llegado hasta nosotros después de toda nuestra historia, pero no lo ha hecho principalmente mediante doctrinas o dogmas de fe, sino de boca a boca, de corazón a corazón, en una cadena de testigos en la que cada uno de ellos enlaza directamente con Cristo y de él recibe su fuerza y su vida.
El cristiano es siempre testigo, es decir, alguien que ha comprobado y vivido aquello que anuncia y llama a los que le escuchan a acercarse a Cristo en una relación personal con él: “ven y ve (Jn 1,46). Sólo se puede ser cristiano a este nivel, el de la experiencia personal, el de la comunión con Cristo. Cualquier otro tipo de cristianismo que no tenga esto en el centro, será parte de la religión cristiana, pero no vida cristiana.

Todo esto quizás signifique un cambio radical de rumbo en la vida e historia de la iglesia. No lo ha de ser forzosamente siempre que relativicemos las conclusiones de nuestra dogmática. La investigación bíblica y la reflexión teológica a lo largo de los siglos, no ha sido en vano. Nuestro encuentro con el Cristo resucitado nos llama a la investigación sobre las raíces de nuestra fe y, especialmente, sobre la figura de Cristo. El problema no es que esto se haya hecho, sino que sus conclusiones hayan sido puestas como normativas en el centro de la vida de la Iglesia. La recta formulación de la doctrina ha venido a substituir, en la práctica, el testimonio apostólico. La fe se ha convertido en conocimiento, la vida en Cristo ha degenerado en prácticas tradicionales. Lo santo, lo intocable, ya no es la vivencia de la fe, sino la doctrina. No conformarse a la doctrina, especialmente la definida por los concilios ecuménicos, puede significar ser apartado de la comunión, ser echado fuera a las tinieblas del mal, o ser torturado o quemado vivo Y esto, católicos y protestantes. El concepto de herejía en la iglesia católica o de liberalismo teológico, en los fundamentalistas evangelicales, ha sido determinante para negar el derecho de pertenencia al cuerpo visible de la iglesia. Hay una feroz oposición a la disidencia. Ser cristiano ha venido a significar conformarse a las normas, es decir, devenir una religión más en el mundo de las religiones. Y esto acontece cuando apelamos sólo a la letra, ya que la letra mata, pero el espíritu da vida” (2 Co 3,6).

Los creyentes tenemos un magnífico tesoro en las escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento. Los hombres y mujeres que están detrás de estos libros son testigos de la fe. Algunos la vivieron anticipadamente, aguardando su cumplimiento, otros tuvieron el privilegio de acercarse personalmente a Cristo. Todos fueron importantes, pero si los situamos entre nosotros y Cristo, convirtiéndoles en sus mediadores, nos estamos alejando del testimonio apostólico y nos apartamos del “sólo Cristo” que define nuestra fe.

Jamás debemos olvidar que el centro de la vida cristiana es una relación directa y personal con el Cristo resucitado, que no necesita de ninguna mediación. Hay una historia en nuestro devenir cristiano, pero esta historia no incluye las formulaciones doctrinales inamovibles, sino el testimonio personal de aquellos que han vivido la fe a nivel de experiencia personal. Nos contagiaron el amor a Cristo y, nosotros somos llamados a contagiar a otros, de boca a boca, de corazón a corazón.

Enric Capó

miércoles, 27 de julio de 2011

DIRECTRICES PARA EVALUAR EL REIKI COMO TERAPIA ALTERNATIVA

Comité Doctrinal de la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos.
1. Con frecuencia se formulan preguntas sobre las diversas terapias alternativas disponibles en los Estados Unidos. A los obispos se les pregunta en ocasiones: «¿Cuál es la posición de la Iglesia sobre estas terapias?» El Comité Doctrinal de la USCCB ha preparado este recurso para asistir a los obispos en sus respuestas.
I. CURACIÓN POR GRACIA DIVINA Y CURACIÓN POR PODERES NATURALES
2. La Iglesia reconoce dos clases de curación: la curación por gracia divina y la curación que utiliza los poderes de la naturaleza. En cuanto a la primera, podemos señalar al ministerio de Cristo, que realizó muchas curaciones físicas y encargó a sus discípulos continuar esa tarea. Siendo fieles a este encargo, desde el tiempo de los apóstoles la Iglesia ha intercedido a favor del enfermo mediante la invocación del nombre del Señor Jesús, pidiendo la curación por el poder del Espíritu Santo, ya sea en la forma de la imposición sacramental de las manos y la unción con el óleo, ya sea en la forma de simples oraciones por la curación, que a menudo incluyen una invocación a los santos para conseguir su ayuda. En cuanto a la segunda, la Iglesia nunca ha defendido la curación divina —que viene dada como un don de Dios— como excusa para excluir el recurso a los medios naturales de curación a través de la práctica de la medicina (1). Junto con su sacramento de curación y con las diversas oraciones para la sanación, la Iglesia cuenta en su haber con una larga historia de cuidado de los enfermos mediante la utilización de medios naturales. El signo más obvio de esto es el gran número de hospitales católicos que se encuentran en todo nuestro país.

3. Las dos clases de curación no son excluyentes. El hecho de que sea posible ser curado por el poder divino, no significa que no debamos recurrir a los medios naturales que están a nuestra disposición. No nos corresponde a nosotros decidir si Dios curará o no a alguien con medios sobrenaturales. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo da en ocasiones a algunas personas «un carisma especial de curación para manifestar la fuerza de la gracia del Resucitado» (2). Sin embargo, este poder de curación no está a disposición del hombre, porque «ni siquiera las oraciones más fervorosas obtienen la curación de todas las enfermedades» (3). Por lo tanto, el recurso a los medios naturales de curación sigue siendo totalmente apropiado, ya que están a disposición del hombre. De hecho, la caridad cristiana exige no negarles a las personas enfermas los medios naturales de curación.
II. REIKI Y CURACIÓN
A) Los orígenes y las características básicas del reiki

4. El reiki es una técnica de curación inventada en Japón a principios del siglo XIX por Mikao Usui, que estudiaba textos budistas (4). De acuerdo con la enseñanza del reiki, la enfermedad es consecuencia de algún tipo de trastorno o desequilibrio en la «energía vital» de la persona. Un practicante de reiki lleva a cabo la curación al poner sus manos en determinadas posiciones sobre el cuerpo del paciente para así facilitar el flujo del reiki, la «energía vital universal», del practicante al paciente. Hay numerosas posiciones de las manos para tratar diferentes problemas. Los partidarios del reiki aseguran que el practicante no es la fuente de la energía sanadora, sino simplemente un canal para que fluya (5). Para llegar a ser un practicante de reiki, la persona debe recibir una «iniciación» o «armonización» por parte de un Maestro reiki. Esta ceremonia hace que la persona esté «armonizada» con la «energía vital universal», lo cual le permite servir como un conducto para ella. Se dice que hay tres niveles diferentes de armonización (algunos enseñan que son cuatro). En los niveles superiores, uno puede canalizar supuestamente la energía reiki y realizar curaciones a distancia, sin contacto físico.
B) El reiki como un medio natural de curación

5. Aunque los partidarios del reiki parecen estar de acuerdo en que no representa una religión en sí misma, sino una técnica que puede ser utilizada por gente de muchas tradiciones religiosas, el reiki tiene diversos aspectos de una religión. Con frecuencia se describe el reiki como un tipo de curación «espiritual», en oposición a los procedimientos médicos comunes de curación que emplean medios físicos. Gran parte de la literatura sobre el reiki está llena de referencias a Dios, a la Diosa, al «poder de curación divino» y a la «mente divina». Afirman que la energía vital procede directamente de Dios, la «Inteligencia Superior» o la «conciencia divina». Asimismo, las diversas «armonizaciones» que el practicante de reiki recibe de un Maestro reiki se logran a través de «ceremonias sagradas» (que tradicionalmente han sido mantenidas en secreto por los Maestros reiki). Además, se describe frecuentemente al reiki como un «modo de vivir», con una lista de cinco «preceptos reiki» que prescriben una conducta ética apropiada.
6. Sin embargo, hay algunos practicantes de reiki, sobre todo enfermeras, que intentan acercarse al reiki como un mero medio natural de curación. Pero si se considera como un medio natural de curación, el reiki pasa a ser evaluado bajo los parámetros de las ciencias naturales. Es cierto que puede haber medios de curación natural que no hayan sido entendidos o reconocidos por la ciencia. Sin embargo, la ciencia es la que proporciona los criterios fundamentales para juzgar si alguien se debe confiar o no a un medio natural de curación en concreto.
7. Juzgado de acuerdo con estos parámetros, el reiki carece de credibilidad científica. No ha sido aceptado por las comunidades científicas y médicas como una terapia efectiva. Faltan estudios científicos acreditados que atestigüen la eficacia del reiki, así como la explicación científica plausible de cómo podría posiblemente ser eficaz. La explicación de la eficacia del reiki depende enteramente de una cosmovisión particular que ve el mundo como permeado por esta «energía vital universal» (reiki) que está sujeta a la manipulación por el pensamiento y la voluntad humanos. Los practicantes de reiki afirman que su capacitación les permite canalizar la «energía vital universal»  que está presente en todas las cosas. Sin embargo, esta «energía vital universal» es desconocida para la ciencia natural. Como la presencia de tal energía no se ha observado por los medios de la ciencia natural, la justificación para estas terapias debe provenir necesariamente de algo diferente a la ciencia.
C) El reiki y el poder sanador de Cristo

8. Algunas personas han intentado identificar el reiki con la curación divina conocida por los cristianos (6). Se equivocan. La diferencia radical puede apreciarse de inmediato en el hecho de que para el practicante de reiki el poder sanador está a disposición del hombre. Algunos maestros quieren eludir esta implicación y arguyen que no es el practicante de reiki quien realiza personalmente la curación, sino la energía reiki dirigida por la conciencia divina. No obstante, la realidad es que para los cristianos el acceso a la curación divina es mediante la oración a Cristo como Señor y Salvador, mientras que la esencia del reiki no es una oración sino una técnica que transmite el «Maestro reiki» al alumno, una técnica que una vez que se llega a dominar, producirá formalmente los resultados previstos (7). Algunos practicantes intentan cristianizar el reiki añadiendo una oración a Cristo, pero esto no afecta a la naturaleza esencial del reiki. Por estas razones, el reiki y otras técnicas terapéuticas similares no pueden identificarse con lo que los cristianos llamamos curación por la gracia divina.
9.  La diferencia entre lo que los cristianos reconocemos como curación por la gracia divina y la terapia reiki también queda de manifiesto en los términos básicos que utilizan los partidarios del reiki para describir lo que sucede en la terapia reiki, particularmente en lo relativo a la «energía vital universal». Ni la Escritura ni la tradición cristiana en su conjunto consideran el mundo natural como algo basado en la «energía vital universal» que quede sujeto a la manipulación por parte del poder natural humano del pensamiento y  de la voluntad. De hecho, esta cosmovisión tiene sus orígenes en las religiones orientales y tiene un cierto carácter monista y panteísta, en el que las distinciones entre uno mismo, el mundo y Dios tienden a diluirse (8). Como hemos visto, los practicantes de reiki son incapaces de diferenciar con claridad entre el poder de curación divino y el poder que está a disposición del hombre.
III. CONCLUSIÓN
10. La terapia reiki no encuentra apoyo ni en los hallazgos de la ciencia natural ni en la doctrina cristiana. Para un católico, creer en la terapia reiki plantea problemas irresolubles. En términos del cuidado de la salud física propia o la de los demás emplear una técnica que no tiene apoyo científico (ni siquiera plausibilidad) por lo general no es prudente.

11. En términos del cuidado de la salud espiritual personal, existen importantes peligros. Para usar el Reiki, uno tendría que aceptar, al menos de forma implícita, conceptos claves de la cosmovisión que subyacen a la teoría reiki, elementos que no pertenecen ni a la fe cristiana ni a la ciencia natural. Sin justificación ni en la fe cristiana ni en la ciencia natural, no obstante, un católico que pone su confianza en el reiki estaría actuando en la esfera de la superstición, tierra de nadie que no es la fe ni la ciencia (9). La superstición corrompe la adoración personal de Dios, ya que conduce el sentimiento religioso personal y la práctica hacia una dirección equivocada (10). Dado que a veces la gente cae en la superstición por ignorancia, es responsabilidad de todos los que enseñan en el nombre de la Iglesia eliminar tal ignorancia en la medida de lo posible.

12. Dado que la terapia reiki no es compatible ni con la doctrina cristiana ni con la evidencia científica, no sería apropiado para las instituciones católicas —como aquellas encargadas del cuidado de salud o los centros de retiro— o para las personas que representan a la Iglesia —como los capellanes católicos— promover o prestar apoyo a la terapia reiki.
Mons. William E. Lori (Presidente). Obispo de Bridgeport
Mons. John C. Nienstedt. Arzobispo de St. Paul y Minneapolis
Mons. Leonard P. Blair. Obispo de Toledo
Mons. Arthur J. Serratelli. Obispo de Paterson
Mons. José H. Gómez. Arzobispo de San Antonio
Mons. Allen H. Vigneron. Obispo de Oakland
Mons. Robert J. McManus. Obispo de Worcester
Mons. Donald W. Wuerl. Arzobispo de Washington
NOTAS AL PIE (*)Traducción al español de Luis Santamaría del Río, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), del original inglés http://www.usccb.org/dpp/Evaluation_Guidelines_finaltext_2009-03.pdf), autorizada por la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos (USCCB), depositaria del copyright, que ha permitido también su difusión. 1. Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación (14 de septiembre de 2000), I, 3: «Obviamente, el recurso a la oración no excluye, sino que al contrario anima a usar los medios naturales para conservar y recuperar la salud, así como también incita a los hijos de la Iglesia a cuidar a los enfermos y a llevarles alivio en el cuerpo y en el espíritu, tratando de vencer la enfermedad». 2. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1508. 3. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1508. 4. También se afirma que simplemente redescubrió una antigua técnica tibetana, pero se carece de pruebas que corroboren esta afirmación. 5. Sin embargo, como veremos más abajo, las distinciones entre uno mismo, el mundo y Dios tienden a desmoronarse en el pensamiento reiki. Algunos maestros de reiki explican que al final uno alcanza la comprensión de que uno mismo y la «energía vital universal» son uno, «que somos fuerza vital universal y que todo es energía, incluidos nosotros mismos» (Libby Barnett - Maggie Chambers - Susan Davidson, Reiki Energy Medicine: Bringing Healing Touch into Home, Hospital, and Hospice [Rochester, Vt.: Healing Arts Press, 1996], p. 48; cf. también p. 102). 6. Por ejemplo, cf. «Reiki and Christianity» en http://iarp.org/articles/Reiki_and_Christianity.htm, y «Christian Reiki» en http://areikihealer.tripod.com/christianreiki.html, y la web www.christianreiki.org.  7. Los Maestros de reiki ofrecen cursos de capacitación con varios niveles de avance, servicios por los que los maestros exigen una remuneración pecuniaria significativa. El alumno tiene la expectativa y el Maestro de reiki ofrece la garantía de que la inversión que hace de tiempo y dinero le permitirá llegar a dominar una técnica que producirá los resultados esperados. 8. Aunque esto parece implícito en la doctrina reiki, algunos de sus partidarios plantean explícitamente que al final no existe una distinción entre uno mismo y el reiki. «La alineación con uno mismo y ser reiki es un proceso abierto. La buena voluntad para dedicarse a este proceso favorece tu evolución y puede llevarte al reconocimiento sostenido y a la experiencia final de que tú eres fuerza vital universal» (The Reiki Healing Connection [Libby Barnett, M.S.W.], http://reikienergy.com/classes.htm, con acceso el 6/2/2008 [énfasis en el original]). Diane Stein resume el sentido de algunos de los «símbolos sagrados» usados en la armonización del reiki como «La Diosa en mí saluda a la Diosa en ti», «Hombre y Dios llegando a ser uno» (Essential Reiki Teaching Manual: A Companion Guide for Reiki Healers [Berkeley, Cal.: Crossing Press, 2007], pp. 129-131). Anne Charlish y Angela Robertshaw explican que la armonización superior del reiki «señala un cambio del ego y de uno mismo a un sentimiento de unidad con la energía vital universal» (Secrets of Reiki [New York, N.Y.: DK Publishing, 2001], p. 84). 9. Algunas formas de reiki enseñan la necesidad de invocar la asistencia de seres angélicos o «guías espirituales reiki». Esto introduce el riesgo lejano de exposición a fuerzas o poderes malévolos. 10. Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2111; Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae II-II, q. 92, a. 1.

martes, 26 de julio de 2011

¿QUE ES EL REIKI?

Michael Gleghorn
¿Qué es Reiki?
En los últimos veinticinco años ha habido un gran crecimiento, tanto en la aceptación general como en la disponibilidad pública, de distintos tipos de terapias alternativas de salud. Si bien algunas de estas terapias pueden ser beneficiosas, otras hacen poco de bueno, y algunas son abiertamente dañinas. Bajo el amplio paraguas de la medicina alternativa existen una variedad de terapias que pueden ser denominadas, sin demasiado rigor, como "medicina energética":
La medicina energética es un amplio campo que cubre una variedad de terapias de muchas partes del mundo. Si bien cada una está basada en la existencia de una energía no física que permea el universo, la naturaleza de la energía, la forma de las terapias y cómo se considera que se realiza la sanidad varían de cultura en cultura.{1}
Esta energía se denomina de diversas formas: prana, en India; chi, en China; y ki, en Japón. Una forma de medicina energética que ha estado creciendo en popularidad se denomina Reiki. Según algunos, rei significa 'universal', y ki significa 'energía de la fuerza vital'. Pero el Centro Internacional de Capacitación para Reiki va más allá, y afirma que "Rei" puede entenderse más precisamente como "conocimiento sobrenatural o conciencia espiritual ... la sabiduría que viene de Dios o del Yo Superior." Por lo tanto, de acuerdo con el Centro, "es la conciencia de Dios, llamada Rei, que guía la fuerza vital, llamada Ki, en la práctica que denominamos Reiki."{2}
Reiki fue descubierto--o, tal vez, redescubierto--por el Dr. Mikao Usui, durante una experiencia mística durante un retiro en las montañas, en el Japón de principios del siglo veinte. Algunos afirman que es el mismo método de curación usado tanto por el Buda como por Jesús, si bien los registros de esto se han perdido.{3}
Pero, ¿cómo funciona Reiki? En forma general, aunque algo simplificada, Reiki dice que funciona quitando obstrucciones al libre flujo de la energía de la fuerza vital por todo el cuerpo. Se considera que estas obstrucciones, que surgen de pensamientos, acciones y sentimientos negativos, son la causa fundamental de la enfermedad. Pero "Reiki limpia, endereza y sana los caminos de la energía, lo cual permite que la fuerza vital fluya de una forma saludable y natural." {4} Se considera que, de esta forma, Reiki mejora la salud física, mental y emocional.
A fin de explotar este poder y aprender a canalizar Reiki, uno debe primero recibir cuatro armonizaciones de un Maestro Reiki durante una sesión de capacitación de Reiki del Primer Grado. Se aduce que estas armonizaciones abren "sutiles sistemas energéticos mentales y físicos" que preparan al receptor "para canalizar la Energía de la Fuerza Vital Universal."{5} Supuestamente, esto crea una conexión permanente con Reiki, lo que permite que el receptor canalice esta energía para la vida.
Al llegar a este punto, algunos tal vez se pregunten si hay alguna evidencia científica que corrobore la existencia de esta energía. Consideremos la evidencia.
¿Hay apoyo científico para Reiki?
En los siglos diecinueve y veinte, algunos defensores de la energía de la fuerza vital decían que era una forma de radiación electromagnética (de la cual la luz y el calor son ejemplos conocidos). {6} Por supuesto, la radiación electromagnética es un fenómeno real y físico del mundo en el cual vivimos. Pero, ¿debería identificarse con la energía de la fuerza vital? La respuesta es "no", y hoy la mayoría de los que creen en esta energía dirían lo mismo. Después de todo, esta energía suele considerarse como no física. Pero la radiación electromagnética es una forma de energía física.
Sin embargo, muchos practicantes de Reiki creen que hay buena evidencia en apoyo de la existencia de la energía de la fuerza vital. Por ejemplo, se dice que el aura es "un campo de sutil energía de fuerza vital que rodea el cuerpo de todo ser vivo"{7} Los que están adecuadamente armonizados con esta energía suelen afirmar que pueden percibir el aura de una persona. Algunos pocos llegan a decir que las ven.
Pero una cosa es hacer una afirmación de este tipo y otro muy distinta demostrarla bajo condiciones adecuadamente supervisadas. En un estudio, diez personas que decían que podían ver auras fueron verificadas contra un grupo de control de diez personas que no decían esto. "Cuatro pantallas idénticas fueron colocadas en una sala con voluntarios que se turnaron parándose detrás de una u otra"{8} Los que decían que podían ver auras creían que podrían detectar detrás de cuál pantalla estaba parado el voluntario. Pero, de 720 intentos, solo dieron 185 respuestas correctas, una proporción de aciertos compatible con la adivinanza. El grupo de control, sin embargo, dio 196 respuestas correctas, ¡11 más que los que decían poder ver las auras! Aparentemente, no todos los que dicen poder ver auras pueden realmente demostrar esta afirmación.
Pero, ¿acaso no se han fotografiado las auras? Un autor afirma: "La fotografía Kirlian ... nos permite ... fotografiar auras" {9} Sin embargo, cuando dichas fotografías son investigadas por científicos independientes, se ve que las imágenes tienen una explicación completamente física. Además, se han registrado auras Kirlian para algunas cosas que no suele considerarse que tengan un campo de energía de la fuerza vital, como monedas y clips. Esta evidencia arroja dudas sobre la afirmación de que las auras hayan sido fotografiadas.
Por lo tanto, si existe tal cosa como una energía de la fuerza vital, al momento ha eludido la detección de los científicos. Esta energía podría existir todavía, y la ciencia podría un día verificarla. Pero, por el momento, falta el apoyo científico. Igualmente, algunos argumentan que "la evidencia de si un procedimiento terapéutico es efectivo no depende de la recolección de datos solo sino de la experiencia real del cliente"{10} En otras palabras, ¡si funciona Reiki, esta energía de la fuerza vital debe existir!
¿Y el éxito de Reiki?
Para muchas personas, la evidencia más poderosa de la eficacia de Reiki como terapia de salud alternativa está en los testimonios de los que afirman haber sido ayudados personalmente por él. Piense en lo que le ocurrió a Alex. Estaba con dolor crónico debido a un accidente en una motocicleta que provocó el aplastamiento de tres vértebras. Asistió a una clase de Reiki y, luego de su primera iniciación, ¡quedó libre del dolor persistente!{11}
¿Cómo se explica uno una historia así? ¿Demuestra que Reiki realmente funciona? Si bien no puede negarse que hay abundante evidencia anecdótica del poder sanador de Reiki, debemos tener mucho cuidado antes de atribuir a Reiki el alivio del dolor de Alex. "Con la excepción de la opinión no confirmada, la evidencia anecdótica es la menos útil ... de las evidencias disponibles para evaluar terapias médicas."{12}
Esta no es, simplemente, la opinión de la medicina occidental convencional. El Centro Nacional para la Medicina Complementaria y Alternativa reconoce que hay una "jerarquía en los distintos tipos de evidencia a favor de terapias, donde la anecdótica ocupa el último lugar."{13} Por lo tanto, la evidencia anecdótica tiene algún valor, pero difícilmente demuestre que Reiki sea un método de curación eficaz.
Pero, ¿cómo podríamos explicar el alivio de dolor de Alex? Si bien hay varias posibilidades, por razones de tiempo solo mencionaremos dos. Primero, debemos reconocer sinceramente que tal vez Reiki fue el responsable de la eliminación del dolor de Alex. Después de todo, fue inmediatamente después de recibir Reiki que Alex sintió alivio. Sin embargo, es crucial reconocer que hay otra explicación muy sensata y bien documentada. Muy simplemente, el alivio del dolor de Alex puede haber sido por el "efecto placebo."
"El efecto placebo es la combinación de factores que dan efectos benéficos a las terapias pero que no son causados por ninguna acción fisiológica directa."{14} Un ejemplo clásico es la pastilla de azúcar. Por sí misma no puede curar ni aliviar el dolor. Sin embargo, cuando un médico de confianza y que transmite seguridad se la da a un paciente, diciéndole que es justo lo que necesita para recuperarse de sus dolencias, puede ser increíblemente eficaz en el alivio de una amplia variedad de desórdenes psicosomáticos. Dado que este tipo de desórdenes tiene una causa psicológica o emocional (más que fisiológica), puede ser aliviado sin tratar el cuerpo del paciente directamente.
Hay muchos estudios que indican que el efecto placebo puede explicar hasta una tercera parte (o más) de las mejoras que se encuentran en cualquier terapia."{15} Pero, ¿puede explicar el alivio repentino del dolor de Alex? Ciertamente. El dolor puede ser tratado muy eficazmente con placebos.
Por supuesto, algunos podrán argumentar que lo que realmente importa no es tanto por qué Alex fue sanado, ¡sino simplemente que fue sanado! Hasta cierto punto, puedo comprender este argumento. Pero tiene problemas.
¿Deberían los cristianos preocuparse por Reiki?
La mayoría de las personas--y me incluyo--consideran que la salud física es algo bueno y valioso. En igualdad de condiciones, es mejor estar sano que enfermo. Pero, si esto es así, entonces ¿realmente importa cómo o por qué los enfermos son sanados? ¿Acaso lo único importante no es que sean sanados? ¿Y cómo puede alguna persona objetar Reiki si ayuda a lograr esto?
Estas son preguntas importantes, y merecen una respuesta comprensiva. Pero, primero, consideremos una pregunta importante: ¿Es la salud física siempre preferible a la enfermedad? Después de todo, la mayoría de las personas consideran que cualidades como la compasión, la paciencia, la valentía y el amor son virtudes grandes y nobles. Pero, ¿y si hubiera personas que solo podrían adquirir este tipo de virtudes a través del dolor y el sufrimiento que surgen de la enfermedad física? Mientras están sanas, no tendrán estas virtudes. Pero, si se enferman, las adquirirán. Déjeme sugerir que, si usted realmente valora estas virtudes, tal vez decida que es mejor estar moralmente y espiritualmente sano (si bien físicamente enfermo) que solamente físicamente sano.
Volvamos ahora a nuestra pregunta inicial. ¿Importa realmente si, cómo y por qué funciona Reiki? Yo creo que sí. Suponga que no hay ningún poder auténtico en Reiki. Suponga que "funciona" simplemente como un placebo. En ese caso, ¿usted querría enviar a un ser querido a un practicante de Reiki para ser tratado por una infección de garganta? Sin un tratamiento adecuado, esto terminaría probablemente en una fiebre reumática, una enfermedad del corazón permanente y aun la muerte. Se necesitan antibióticos reales; un placebo no puede curar este tipo de infección.{16} Bajo circunstancias como estas, sospecho que nadie querría que sus seres queridos fueran tratados exclusivamente por Reiki.
Pero ahora suponga que existe un poder auténtico en Reiki. ¿Acaso no es importante saber de dónde viene y qué es? ¿Y si Reiki ofrece salud física solo a costa de salud espiritual? ¿Deberían los cristianos estar preocupados por esto?
El Centro Internacional para la Capacitación en Reiki describe a Reiki como "energía de la fuerza vital guiada espiritualmente."{17} Luego de recibir las armonizaciones necesarias, un practicante de Reiki puede canalizar esta energía para la vida. El Centro describe el proceso de armonización como "una poderosa experiencia espiritual" que "es guiada por el Rei, o la conciencia de Dios." Es más, esta experiencia "cuenta con la presencia también de guías de Reiki y otros seres espirituales que ayudan a implementar el proceso."{18}
¿Cómo deben entender los cristianos esto? ¿Debemos estar preocupados por la naturaleza de este proceso de armonización? Exactamente, ¿quiénes o qué son estos guías espirituales de Reiki? ¿Debemos tener cuidado de no involucrarnos con estos espíritus? ¿O deberíamos, simplemente, confiar en que están haciendo la obra de Dios? Después de todo, ¿acaso toda sanidad no viene de Dios?
¿Acaso toda sanidad no viene de Dios?
¿Viene toda sanidad de Dios? El Centro Internacional para la Capacitación en Reiki declara que "Reiki viene de Dios."{19} Pero si leemos el material de su sitio Web, vemos que el Centro propugna una visión de "Dios" oriental o de la Nueva Era. Esta visión es radicalmente distinta de la de la Biblia. Por ejemplo, el Centro iguala a "Dios" con el Yo Superior del hombre, con lo cual borra la distinción entre Dios y la humanidad que enseña la Biblia. Hablando prácticamente, esta diferencia entre el Dios de la Biblia y el "Dios" de la filosofía o de la Nueva Era significa que los adherentes de estos dos sistemas afirman algo muy diferente cuando dicen haber sido sanados por Dios.
El Dios de la Biblia es un ser personal, capaz de sanar milagrosamente a las personas según su voluntad (Éxodo 15:26). No obstante, la Biblia no enseña que todas las señales y maravillas vienen de Dios. Por el contrario, Jesús advirtió a sus discípulos que en los últimos días habría falsos Cristos y falsos profetas que mostrarían grandes señales y maravillas (Mateo 24:24). En su segunda carta a los tesalonicenses, el apóstol Pablo vinculó a estos sucesos con el poder de Satanás (2 Tesalonicenses 2:9).
Pero, ¿tiene Satanás el poder para realizar sanidades maravillosas? Por cierto, parece que sí. En Apocalipsis 13 vemos que, luego de recibir poder de Satanás, la bestia es sanada de una herida casi fatal en la cabeza (vv. 2, 3). El contexto parece sugerir que esta sanidad asombrosa es obra de Satanás. Desde una perspectiva bíblica, esto plantea una pregunta importante acerca del poder sanador de Reiki. Exactamente, ¿de dónde proviene esta energía sanadora?
Ya vimos que no hay evidencia convincente con relación a esta energía como un fenómeno físico. Bíblicamente, esto parece dejar solo dos grandes opciones. O la energía viene de Dios, o no viene de Él. Si bien el Centro Internacional para la Capacitación en Reiki declara que "Reiki viene de Dios", ya hemos visto que este no puede ser el Dios de la Biblia. ¿Es posible, entonces, que la fuente de esta energía sea demoníaca?
Como mencioné previamente, la capacidad de canalizar la energía de la fuerza vital involucra primero pasar por un proceso de armonización. El Centro afirma que en estas armonizaciones cuentan con la presencia "guías de Reiki y otros seres espirituales que ayudan a implementar el proceso." {20} ¿Es posible que, al involucrarse con guías espirituales, los practicantes de Reiki puedan estar abriéndose involuntariamente--y a sus pacientes también--a influencias demoníacas? Si bien tal vez no sea posible afirmar categóricamente que la fuente de la energía de la medicina Reiki sea demoníaca, la Biblia, al condenar toda forma de espiritismo, sí parece al menos tener presente esta posibilidad (ver Levítico 19:31; 20:6; Deuteronomio 18:9-14; Hechos 16:16-18). Por lo tanto, me parece que los cristianos deben tomar el curso de acción más sabio, más seguro y probablemente más saludable, y evitar cuidadosamente toda participación en la medicina de la energía Reiki.
Traducción: Alejandro Field
Notas
  1. Donald O'Mathuna & Walt Larimore, Alternative Medicine: The Christian Handbook (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 2001), 193.
  2. "Reiki FAQ: What is Reiki?" en www.reiki.org/FAQ/WhatIsReiki.html.
  3. Gary P. Stewart, et al. Basic Questions on Alternative Medicine: What is Good and What is Not? (Grand Rapids, Mich.: Kregel Publications, 1998), 61.
  4. "Reiki FAQ: How Does Reiki Work?" en www.reiki.org/FAQ/HowDoesReikiWork.html.
  5. David F. Vennells, Reiki for Beginners: Mastering Natural Healing Techniques (St. Paul, Minn.: Llewellyn Publications, 2000), 41-42.
  6. Mathuna & Larimore, Alternative Medicine, 195. Me he basado fuertemente en el capítulo "Energy Medicine," pp. 193-99, en esta sección.
  7. Vennells, Reiki for Beginners, 106.
  8. Mathuna & Larimore, Alternative Medicine, 197.
  9. Vennells, Reiki for Beginners, 106.
  10. Libby Barnett, Maggie Chambers and Susan Davidson, Reiki Energy Medicine (Rochester, Vt.: Healing Arts Press, 1996), 15.
  11. Ibid., 29.
  12. Mathuna & Larimore, Alternative Medicine, 115. Me he basado fuertemente en el capítulo 10: "How Science Tests Therapies and Remedies", en esta sección.
  13. Ibid., 116.
  14. Ibid., 118.
  15. John Ankerberg and John Weldon, Encyclopedia of New Age Beliefs (Eugene, Ore.: Harvest House Publishers, 1996), 487. www.reiki.org/FAQ/WhatIsReiki.html. www.reiki.org/FAQ/LearningReiki.html.
  16. "Reiki FAQ: What is Reiki?" en www.reiki.org/FAQ/WhatIsReiki.html.
  17. "Reiki FAQ: Learning Reiki" en www.reiki.org/FAQ/LearningReiki.html.
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Acerca del autor
Michael Gleghorn es un asociado en investigación de Probe Ministries. Obtuvo su B.A. en Psicología de Baylor University y un Th.M en Teología Sistemática de Dallas Theological Seminary. Antes de incorporarse al personal de Probe, enseñó Historia y Teología en Christway Academy, en Duncanville, Texas. Además de su trabajo en Probe, está involucrado en el ministerio a estudiantes internacionales de University of Texas, en Dallas. Michael y su hermosa esposa, Hannah, viven en Frisco, Texas. Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.

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