Anglocatólico

COMUNIDAD ECUMÉNICA MISIONERA LA ANUNCIACIÓN. CEMLA
Palabra + Espíritu + Sacramento + Misión
Evangelizar + Discipular + Enviar


“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

whatsapp +503 7768-5447

sábado, 30 de abril de 2011

LO ESENCIAL DE LA FE CRISTIANA


1. Creemos en el Dios Trino

Hay un solo Dios, que se auto reveló como tres personas, “de una sustancia poder y eternidad”, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por causa del evangelio rechazamos cualquier propuesta para modificar o marginar estos nombres y afirmamos su justo lugar en la oración, la liturgia y el canto de himnos. Pues el evangelio nos invita por el Espíritu Santo a compartir compañerismo eternamente con el Dios Trino, como hijos adoptados en la familia de Dios en la cual Jesucristo es a la vez Salvador y nuestro hermano.

(Dt. 6:4, Is . 45:5, Mt. 28:19, 2 Co.13:14, Gá. 4 :4-6, 2 Ts. 2 :13-14, 1P.1:2, Jud. 20 :21. Ver Artículo I de los 39 Artículos, Libro de Oración Común)

2. Creemos en Dios: Creador, Redentor y Santificador

El Todopoderoso Dios Trino creó un universo que en todo sentido era bueno hasta la caída y confusión producidas por la rebelión de sus criaturas. Habiéndose introducido el pecado, Dios en amor se propuso restaurar el orden cósmico con :

- el llamamiento de un pueblo con el cual hizo un pacto, es decir, Israel.
- la venida de Jesucristo para redimirnos.
- el derramamiento del Espíritu Santo para santificarnos.
- el surgimiento y la edificación de la iglesia para ofrecerle culto y dar testimonio en el mundo.
- la segunda venida de Cristo en gloria para hacer nuevas todas las cosas. A través de la historia el desenvolvimiento del plan de Dios se ve caracterizado por sus obras milagrosas de poder.

(Gn. 1:3, Is. 40:28, 65:17, Mt. 6:10 Jn. 17:6, Hch. 17:24-26- 28, 1Co. 15:28, 2 Co. 5:19, Ef. 1:11, 2 Ti.3:16, He.11:3, Ap. 21:5, Ver Artículo I)

3. Afirmamos que la palabra se hizo carne. Creemos en Jesucristo:

- el hijo encarnado de Dios, nacido de la Virgen María, en vida sin pecado.
- resucitado de los muertos corporalmente, y ahora reinando en gloria, aunque aún presente con su pueblo por el Espíritu Santo.
- El es a la vez el Jesús de la historia y el Cristo de las Escrituras.
- Es Dios con nosotros, el único mediador entre Dios y la humanidad, la fuente de la salvación y el dador de vida eterna a la iglesia universal.

(Mt. 1:24,25, Mr. 15:20-37, Lc. 1 :35, Jn. 1 :14, 17:20-21, Hch. 1:9-11, 4 :12, Ro. 5:17, Fil. 2:5-6, Col.2:9, 1 Ti. 2:5-6, He. 1:2, 9 :15. Ver Artículos II-IV, el Credo de Nicea)

4. Creemos en Jesucristo el único Salvador

El pecado humano es rebelión orgullosa contra la autoridad de Dios. Se expresa en nuestro rechazo a vivir en amor tanto con el creador como con sus criaturas. El pecado corrompe nuestra naturaleza y su resultado es la injusticia, la opresión, la desintegración tanto a nivel personal como social. Por lo tanto, somos culpables delante de Dios.

- El pecado destruye la esperanza y nos conduce a un futuro sin Dios y separados de todo lo bueno.
- El único que puede salvarnos de la culpa, de la vergüenza y del pecado es Jesucristo. Es el único que puede sacarnos del camino del pecado.
- El arrepentimiento genuino y la fe verdadera en El, son los únicos caminos que nos llevan a la salvación.
- Por su sacrificio propiciatorio en la cruz por nuestros pecados, Jesús venció a los poderes de la oscuridad y aseguró nuestra redención y justificación. Por su resurrección corporal, garantizó la futura resurrección y herencia eterna de todos los creyentes. Por su don regenerador del Espíritu, restaura nuestra naturaleza caída y nos renueva a su imagen.

Así que, afirmamos:
- En cada generación, El es el camino, la verdad y la vida para individuos, pecadores y el único arquitecto y constructor de la comunidad humana restaurada.

(Jn. 14:6, Hch.1:9-11, 2:32-33, 4:12, Ro.3:22-25,
1 Co.15:20-24, 2 Co.5:18-19, Fil. 2:9-11, Col. 2:13-15,
1 Ti 2:5-6, 1P.1:3-5, 1 Jn.4:14, 5:11-12.
Ver artículos II-IV-XI, XV,XVIII,XXXI)

5. Creemos en el Espíritu de Vida, El Espíritu Santo “el Señor, el dador de la vida

- enviado a la iglesia por el Padre y por el Hijo.
- revela la gloria de Jesucristo.
- nos convence del pecado.
- nos transforma en el ser interior.
- nos lleva a la fe.
- nos fortalece para vivir con justicia.
- crea la comunión.
- nos da poder para el servicio.
- el Espíritu Santo transforma nuestra naturaleza humana y nos da un verdadero anticipo del cielo.

La unidad en amor de los cristianos y de las iglesias llenos del Espíritu Santo es señal poderosa de la verdad del cristianismo.

(Gn. 1:2, Ex. 31:2-5, Sal.51:11, Jn.3:5-6, 14:26, 15:26,16:7-11, 13,15, 1 Co.2 :4, 6 :19, 12 :4-7, 2 Co.3 :18, Gá. 4:4-6, 5:22-26, Ef.1:13-24, 5:18, 1 Ts. 5:19, 2 Ti. 3:16. Ver Art., el credo de Nicea)

6. La autoridad de la Biblia

Las Escrituras canónicas del Antiguo y Nuevo Testamento son “la Palabra de Dios escrita” inspirada y autorizada, verdadera y confiable, coherente y suficiente para la salvación. “La Palabra de Dios escrita” tiene vida y es poderosa como guía divina tanto para la conducta como para la fe cristiana.

La fe trinitaria, cristocéntrica, orientada hacia la redención, que se encuentra en la Biblia está encarnada en los credos ecuménicos históricos y los documentos anglicanos fundamentales.

En cada época, el Espíritu Santo conduce al pueblo de Dios, la iglesia, a someterse a las Escrituras para su guía. Para ello, emplea siempre como puntos de referencia el respeto por las sanas tradiciones, el uso humilde de la razón humana y la oración.
La iglesia no puede constituirse en juez de las Escrituras, seleccionando y descartando entre sus enseñanzas. Las Escrituras mismas, bajo la autoridad de Cristo, juzgan a la iglesia en cuanto a su fidelidad a la verdad por El revelada.

(Dt. 29:29, Is.40:8, 55:11, Mt. 5 :17-18, Jn. 10:35, 14 :26, Ro. 1:16, Ef. 1:17-19, 2 Ti. 2:15, 3:14-17, 2P.1:20-21. Ver art. VI - VIII - XX).

7. La iglesia de Dios

Aquella sociedad sobrenatural denominada la Iglesia es :

-la familia de Dios
-el cuerpo de Cristo
-el templo del Espíritu Santo.

Es la comunidad de los creyentes, justifica- dos por fe en Cristo, incorporados a la vida resucitada de Cristo y puesta bajo la autoridad de las Sagradas Escrituras como la Palabra de Cristo. La iglesia en la tierra está unida por medio de Cristo a la iglesia en el cielo en la comunión de los santos. A través del ministerio de la iglesia, es decir, de la Palabra y de los sacramentos del evangelio (el bautismo y la Santa Comunión), Dios ministra vida en Cristo a los fieles, de esta manera capacitándoles para la adoración, el testimonio y el servicio.

En la vida de la iglesia sólo debe sostenerse como esencial para la salvación aquello que puede comprobarse en las Escrituras. Lo no esencial no debe ser requerido de nadie como creencia, ni exigido en materia de doctrina, disciplina o culto.

(Ef. 3:10-21, 5:23-27, 1 Ti.3.15, Heb.12 :1-2, 2 Ti.3.14-17. Ver Artículos XIX, XX y XXI).

8. La nueva vida en Cristo

Dios hizo a los seres humanos a su imagen divina para que pudieran glorificarse y gozarse en El para siempre. Desde la Caída, el pecado nos ha alejado a todos de Dios y ha traído confusión a toda nuestra motivación y accionar.

Así como la propiciación y la justificación nos restauran a la comunión con Dios y nos perdonan el pecado, la regeneración y la santificación también nos renuevan a la imagen de Cristo, para poder vencer el pecado. Es el Espíritu Santo quien nos ayuda a llevar una vida disciplinada y a practicar las disciplinas cristianas. Nos transforma a través de las mismas, en forma creciente.

No nos es otorgada en este mundo la ausencia total del pecado, ni a nivel personal, ni en la iglesia ni en la sociedad. Los cristianos seguiremos siendo defectuosos “en pensamiento, palabra y obra” hasta ser perfeccionados en el cielo.

(Gn. 1:26-28, 3, Jn. 3:5-6, 16:13, Ro. 3:23-24, 5:12, 1 Co. 12:4-7, 2 Co. 3:17-18, Gál. 5:22-24, Ef. 2:1-5, Fil. 2:13, 2 P. 3:10-13. Ver Artículos Filip. IX-XVI).

9. El Ministerio en la Iglesia

El Espíritu Santo otorga dones diferentes y distintivos a todos los cristianos con el propósito de glorificar a Dios y edificar su iglesia en la verdad y el amor. Todo cristiano recibe en su bautismo un llamado a ser un ministro, sea cual fuere su género, raza, edad, o condición socioeconómica.

Cada hijo de Dios debe desarrollar sus dones en la forma de servicio a la cual Dios le ha llamado y equipado.
Dentro del sacerdocio de todos los creyentes, honramos el ministerio de la Palabra y de los sacramentos, al cual son apartados especial- mente los obispos, presbíteros y diáconos.

(Ro. 12 :6-8, 1 Co. 3.16, 6 :11, 12 :4-7, 27, 2Co. 5 :20, Gál. 2.16, Ef. 4 :11-13, 1 Ti. 3 :1, 12-13, 5 :17, Heb. 2 :11, 1 P. 2 :4-5, 9-10. Ver Art. XIX,XXIII).

10. El culto de la iglesia

El llamado primordial de la iglesia, como de cada cristiano, es ofrecer culto, en Espíritu y en verdad, al Dios de la creación, providencia y gracia.

Las dimensiones esenciales del culto son la alabanza y la acción de gracias por todas las cosas buenas, la proclamación y celebración de la gloria de Dios y de Jesucristo, la oración por las necesidades humanas y por el avance del reino de Cristo, y el ofrecimiento de nosotros mismos como sacrificios vivos.

Todas las formas litúrgicas sean informales, escritas, musicales o ceremoniales, deben desarrollarse bajo la autoridad de las Escrituras.

El Libro de Oración Común provee un patrón doctrinal fundado en la Biblia.

Ninguna forma de culto puede exaltar a Cristo verdaderamente ni promover una devoción verdadera hacia El, sin la presencia y el poder del Espíritu Santo. La oración para la sanidad divina, tanto espiritual como física, es un elemento bueno del culto anglicano.

( Jn. 4 :24, 16 :8-15, Hch. 1 :8, 2 : 42-47, Ro. 12 :1, 1Co. 11 :23-26, 12 :7, 2Co. 5 :18-19, Ef. 5 :18-20, Co. 3 :16, 1 Ts. 1 :4-5, 5 :19) Ver Artículo XXXIV

11. La prioridad del Evangelismo

Evangelizar significa proclamar a Jesucristo como Salvador divino, Señor y Amigo, de tal manera a invitar a la gente a acercarse a Dios por medio de El, a rendirle culto y a servirle, y a buscar el poder del Espíritu Santo para su vida de discipulado en la comunidad de la Iglesia. Todo cristiano es llamado a testificar de Cristo, como señal de amor tanto a El cómo a sus prójimos. La tarea, que es así un tema prioritario, demanda entrenamiento personal y una constante búsqueda de métodos apropiados para lograr una comunicación persuasiva y convincente. Nosotros sembramos la semilla y esperamos que Dios envíe el fruto.

(Mt. 5:13-16, 28:19-20, Jn. 3:16-18, 20:21, Hch. 2:37-39, 5 :31-32, Jn.1, 1Co.
1:23, 15:2-4, 2Co.4 :5, 5:20, 1P. 3:15).


12. El desafío de la Misión Mundial

Sigue siendo necesario responder a la Gran Comisión de Jesucristo con un compromiso al evangelismo y al cuidado pastoral que va más allá de nuestra propia cultura. El mandato de Jesucristo de predicar el evangelio por todo el mundo, de hacer discípulos y plantar iglesias, sigue estando vigente. La misión debe caracterizarse por el servicio.

Cristo y su salvación deben ser proclamados en todo lugar, con sensibilidad pero enérgicamente, tanto en nuestro país como en el extranjero. La misión transcultural tiene que ser apoyada con oración, generosidad y ofrendas y enviando misioneros. La misión global involucra compañerismo e intercambio.

(Mat. 28:19-20, Mr. 16:15, Lc. 10:2, Ro. 15:23-24, 1Co. 2:4-5, 9:22-23, 2Co. 4:5, 8:1,4,7, Ef. 6:19-20, Fil. 2:5-7,
1 Ts.1:6-8)

13. El desafío a la acción social

El evangelio constriñe a la iglesia a ser “sal” y “luz” en el mundo y a mostrar coherencia en su vida diaria y en las enseñanzas bíblicas para que se ordene correctamente la vida social, económica y política y para que haya una buena mayordomía de toda la creación. Los cristianos deben preocuparse por la causa de la justicia y por hacer actos de compasión. A pesar de que no se puede identificar ningún sistema social con el Reino de Dios, la acción social es parte integral de nuestra obediencia al evangelio.

(Gn. 1 :26-28, Is. 30 :18, 58 :6-10, Am. 5 :24, Mt. 5 :13-16, 22 :37-40. 25 :31-46, Lc. 4 :17-21, Jn. 20:21, 2Co. 1 :3-4, Stg. 2 :14-26, 1Jn. 4 :16, Ap.1:5-6, 5 :9-10. Ver Art. XXXVIII)

14. Los patrones de la conducta sexual

Dios diseñó la sexualidad humana no sólo para la procreación sino también como una expresión gozosa del amor que se expresa en la fidelidad entre un hombre y una mujer dentro del matrimonio. Esta es la única relación sexual que la teología bíblica considera buena y santa.

El adulterio, la fornicación y las uniones homosexuales son intimidades contrarias al diseño y propósito de Dios. Los cristianos, que como todos, luchan contra las tentaciones sexuales, deben buscar cómo recibir y ministrar la sanidad integral que tanto necesitamos en una humanidad sexual- mente lastimada. La homofobia y toda clase de hipocresía y abuso sexual son males y contra ellas los cristianos deben estar siempre en guardia.

La iglesia no puede rebajar los patrones divinos de conducta sexual para ninguno de sus miembros, sino más bien buscar cómo honrar a Dios apoyando esas normas tenazmente, hasta oponerse con coraje a las desviaciones de las mismas que se aceptan en la sociedad.

Cada congregación local tiene que buscar las maneras de responder a las necesidades específicas de amistad y comunidad que tienen los solteros.

(Gn. 1 :26-28, 2 :21-24, Mt. 5 :27-32, 19:3-12, Lc. 7 :36-50, Jn. 8 :1-11, Ro. 1 :21-28, 3 :22-24, 1Co. 6 :9-11, 13-16, 7 :7, Ef. 5 :3, 1 Ti.1 :8.11, 3 :2-4, 12).


15. La familia y el llamado al celibato

El amor, la intimidad, el crecimiento hacia la madurez, la estabilidad de la mujer, el hombre y los niños, todos reciben su orientación divina a través de la familia nuclear.

El divorcio, el abuso de menores, la violencia doméstica, la violación, la pornografía, el ausentismo de padres, la dominación sexista, el aborto, el concubinato y las parejas homosexuales, todos reflejan el debilitamiento del ideal de la familia.

Los cristianos tienen que fortalecer la vida familiar mediante la enseñanza, el entrenamiento, el apoyo activo y el trabajo a favor de las condiciones sociopolíticas que apoyan a la familia.

Las familias donde hay un solo padre y las víctimas de los hogares destrozados tienen necesidades específicas a las cuales las congregaciones locales tienen que responder con sensibilidad y compasión.

El celibato es también digno de respeto como un don de Dios y una vocación santa. Los solteros reciben con el llamado la gracia de dios para vivir en castidad.

( Sal. 119:9-11, Pr. 22:6, Mat. 5:31-32, Mr. 10:6-9, 1 Co. 6:9-11, Ef. 5:21, 6:4, Col. 3:18-21, Jn. 3:14-15).

16. El nuevo comienzo

Juntos reafirmamos nuestra confianza en el cristianismo que se expresa en los patrones históricos de los credos ecuménicos.

El respeto por estos patrones refuerza nuestra identidad y comunión. Como pecadores, reconocemos que a menudo hemos sido desobedientes al Señor de la iglesia. Con la ayuda de Dios, resolvemos guardar nuestra herencia de fe y transmitirla intacta, integralmente.

Esta plenitud de fe es necesaria tanto para la renovación de la Iglesia como para la proclama eficaz de las Buenas Noticias de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo.

Afirmando que esta declaración contiene lo esencial de la fe para el discipulado y la práctica cristiana para nuestros días.

En esta declaración creemos estar insistiendo solamente en aquello que es genuinamente esencial. En cuanto a lo no esencial, debemos pedir la gracia del Señor para reconocer y respetar esa libertad de otros que ha caracterizado tradicionalmente a nuestra herencia anglicana.

DOCTRINAS ESENCIALES


Afirmamos la toma de decisiones basada en las Sagradas Escrituras, la tradición formada por las Escrituras y la sabiduría santa instruida por las Escrituras. Las Sagradas Escrituras dan testimonio de si mismas, son la esencia de toda verdad y requieren la sumisión sin reservas en todas las áreas de nuestras vidas. La Palabra de Dios escrita e infalible es un testigo digno de nuestra confianza, completa y unificada de los actas redentores de Dios, que culminaron en la encarnación de la Palabra Viva, el Señor Jesucristo. La Santa Biblia es la autoridad suprema y última en los asuntos de fe y la vida, e inspirada únicamente por el Espíritu Santo.

La Palabra de Dios, Encarnada y escrita, proporciona la fundación para las siguientes doctrinas que afirmamos con el Credo Apostólico y Niceno:

1. Creemos en un Dios, el Creador soberano, sostenedor de todas las cosas, infinitamente perfecto y que existe eternalmente en tres Personas: Padre, Hijo, y Espíritu Santo. ¡A Él sea todo honor, la gloria y la adoración por siempre!

2. Jesucristo, el Mesías, es la Palabra Viva que fue encarnada por medio de su concepción milagrosa por el Espíritu Santo y su nacimiento de la Virgen María. Él quien es el Dios verdadero se hizo hombre verdadero. Sus dos naturalezas están siempre unidas en una sola persona. Vivió una vida libre de pecado y murió sobre una cruz, un sacrificio perfecto por nuestros pecados, según las Escrituras. En el tercer día, resucitó físicamente de entre los muertes, ascendidos al cielo, donde esta asentado a la mano derecha de la Majestad Todopoderosa, Él media como nuestro Sumo Sacerdote y Cabeza de la Iglesia. Jesucristo es el único Mesías, Camino, Verdad y Vida en quien la gente puede poner su confianza y obtendré la salvación y la vida eterna.

3. El Espíritu Santo ha venido para glorificar a Cristo y aplicar lo obra salvadora de Cristo a los corazones de los pecadores arrepentidos. Él nos convence de pecado y nos lleva al Salvador. Jesús bautiza a sus discípulos en el poder del Espíritu Santo y los autoriza a través de su plenitud para hacer la obra sobrenatural en el nombre de Cristo. El Espíritu Santo ilumina las Sagradas Escrituras, instruye los corazones de los creyentes y nos dirige en toda verdad.

4. Estando separados de Dios y condenado por nuestros pecados, nuestra salvación es totalmente dependiente de la obra de Dios y de su favor y gracia inmerecida. Dios imparte su justicia a quien pone su fe solamente en Cristo para su salvación, y así los justifica en su Santa Presencia.
Solo los que son nacidos del Espíritu Santo y reciben Jesucristo, en palabra y acción obediente, como Salvador y Señor, llegan a ser hijos de Dios, miembros del Cuerpo de Cristo y los herederos de la vida eterna.

5. La Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica, la Iglesia verdadera, esta compuesta de todas las personas quien, por medio de la fe salvadora en Jesucristo y la obra santificadora del Espíritu Santo, son unidos juntos en el Cuerpo de Cristo. La Iglesia encuentra su expresión visible, aunque imperfecta, en congregaciones locales donde la Palabra de Dios es predicada plenamente y los Sacramentos son administrados en su integridad, la disciplina bíblica es practicada, y la comunión se mantiene en amor para nutrir a los creyentes en la vida de Cristo. La Iglesia espera el retorno del Señor Jesucristo para su perfección.

6. Jesucristo regresará otra vez a la tierra - de súbito, personalmente, visiblemente, y físicamente - para juzgar los vivos y los muertos, y consumar la historia y el plan eterno de Dios. Procuremos fielmente servir Cristo en el mundo como sus embajadores al mismo tiempo que anticipamos alegremente su aparición.

7. La misión de los cristianos es seguir el primer y principal mandamiento del Mesías: "Escucha, ¡Oh, Israel!, El Señor nuestro Dios, es el único Señor”. Individualmente y corporativamente, Dios nos manda y nosotros escogemos hacer su voluntad: amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente, y con toda nuestra fuerza. Nuestra misión es la de demostrar que somos Cristianos sellados por el Espíritu Santo quien inspira y autoriza nuestra naturaleza, demostrando el amor y la gracia del Dios Todopoderoso (compasión, aceptación, y perdón) a través de nuestras palabras y acciones tanto individualmente como colectivamente, buscando lo mejor para los otros, teniendo en cuenta su interés y bienestar, y mostrando así la misma preocupación que tenemos hacia nosotros mismos.

8. Al mismo tiempo que procuramos encontrar las normas del amor de Dios, debemos trabajar para llevar a cabo la Gran Comisión de Jesús Resucitado: "Id y haced discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándolos a obedecer todo que le he mandado."

9. Los seres humanos no son Dios, sino que fueron creados en su semejanza e imagen. La creación sirve y es sostenida por el Creador. Fuimos creados para la comunión con Dios y con los otros en la pureza y conformidad de las Sagradas Escrituras. La comunión con Dios y los creyentes es marcada por el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la bondad, la suavidad, y el autocontrol. El autocontrol incluye la fidelidad en el matrimonio heterosexual, la abstinencia de cualquiera contacto homosexual, y la continencia fuera de las obligaciones de matrimonio. El autocontrol incluye la moderación en todos los asuntos que podrían poner en peligro la salud, la seguridad, y el estado legal del individuo creado a la imagen de Dios. En asuntos donde la ley humana, la costumbre, o el conflicto de razón, aparecen estar, o están, en desacuerdo con los mandamientos de Dios, como han sido revelados en las Escrituras, la lealtad de los discípulos a las Sagradas Escrituras tiene prioridad.

10. Afirmamos el Autor de la Vida, la protección de la creación por medio de la preservación ambiental, también la protección y la importancia de la santidad y dignidad irrevocable e inherente de todas las formas de vida humana, de la concepción a la tumba. Afirmamos la reconciliación y toma de resoluciones pacíficas de conflictos entre personas, grupos y naciones, donde sea posible.

11. Esta Comunidad reconoce la institución divina de los Sacramentos del Bautismo y La Santa Comunión o Cena del Señor, administradas con el uso indefectible de las palabras de Cristo en la institución y los elementos ordenados por el Señor mismo.

FUNDAMENTOS DOCTRINALES PARA CONSTRUIR COMUNIÓN




Los fundamentos doctrinales expresados en el llamado Cuadrilátero Chicago-Lambeth, son cuatro elementos de la fe cristiana, basados en un texto del siglo V conocido como Commonitorium, de San Vicente de Lerins "Debe tenerse como propiamente católico aquello que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos", a saber:

            1. La Biblia, o las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamentos, como base de la fe cristiana.

            2. Los Credos Apostólico y Niceno, como resúmenes suficientes de la fe contenida en la Escritura.

            3. Los Sacramentos del Bautismo y la Eucaristía, como medios indispensables, externos y sensibles   (instituidos por Cristo), como medios de la Gracia de Dios, que es interna y espiritual. Esta jerarquización  no elimina los otros cinco sacramentos tradicionales (Reconciliación, Confirmación, Matrimonio, Ordenación y Unción de los enfermos) que, instituidos por la Iglesia con la autoridad de Cristo, se añaden   a los dos primeros.

            4. El Orden Apostólico, expresado en una triple jerarquía de ministros ordenados: Obispos, Presbíteros   y  Diáconos, quienes sirven y capacitan a los Laicos bautizados, en la obra de testificar a Cristo en su Pasión, Muerte y Resurrección.

Estos cuatro elementos se comprenderían a la luz de la tríada: Escritura, Tradición y Razón, que servirían como triple criterio para discernir la fe y la ética del cristiano.

ELEMENTOS ESENCIALES DEL CRISTIANISMO

ELEMENTOS ESENCIALES DEL CRISTIANISMO

Estos elementos son:

1. La prioridad y autoridad de las Sagradas Escrituras como la fuente de nuestro conocimiento de Dios.

2. La guía doctrinal de los Credos Históricos: Apostólico, Niceno, Atanasiano y el Concilio de Calcedonia.

3. La verdad de que la salvación es el don de Dios y sólo por la gracia.

4. El uso de la liturgia que es fiel a las Sagradas Escrituras y muestra la experiencia de la Iglesia a través de los siglos.

5. El Episcopado histórico (o el orden de obispos) como un signo de la unidad de la Iglesia de Dios. Entendemos esto como una realidad histórica desde los Apóstoles de nuestro Señor Jesús Cristo hasta nuestros días y, a la vez, como la continuación del don y el orden de los apóstoles. Efesios 4,11

6. Los tres oficios de obispos, presbíteros y diáconos como el ministerio que Dios ha guiado a la Iglesia a adoptar desde el principio.

7. Los dos sacramentos Evangélicos del Bautismo y de la Santa Comunión ordenados por Cristo para el uso regular en la Iglesia.

8. La unidad del ministerio de la Palabra y el Sacramento en el Culto de la Santa Comunión.

9. La necesidad de la predicación y la enseñanza de las Sagradas Escrituras.

10. El reconocimiento de que la unidad de la Iglesia sobre la tierra es la voluntad de Dios.

11. La necesidad de revisar regularmente la Ley Canónica para responder a los cambios y necesidades de la Iglesia y como una guía de nuestra vida en común.

12. El sacerdocio universal de toda la Iglesia como una sociedad de oración, intercesión, adoración y ministerio.

13. El reconocimiento del ministerio y la capacitación del Espíritu Santo. Además,
la importancia de los dones espirituales y los ministerios diversos en la Iglesia siguen activos hoy.

14. El compromiso de cumplir con el Mandato Misionero para ganar el mundo para Jesús Cristo en el tercer Milenio y más allá.


UNIDAD CRISTIANA según el CUADRILÁTERO Chicago-Lambeth

UNIDAD CRISTIANA
Cuadrilátero Chicago-Lambeth 1886,1888
Adoptado por la Cámara de Obispos
Chicago, 1886

Nosotros, Obispos de la Iglesia Protestante Episcopal en los Estados Unidos de América, reunidos en Concilio, como Obispos en la Iglesia de Dios, por este medio declaramos solemnemente a todos los que concierna, y especialmente a nuestros hermanos cristianos de las distintas Comuniones en esta nación, quienes, en sus diversas esferas, han luchado por la religión de Cristo:

1. Nuestro ferviente deseo de
que la oración del Salvador: "Que todos seamos uno", en su sentido más profundo y verdadero, se cumpla apresuradamente;

2. Que creemos que
todos los que han sido debidamente bautizados con agua, en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, son miembros de la Santa Iglesia Católica;

3. Que en todas las cosas de orden o elección humana, en relación a las formas de culto y disciplina, o a las costumbres tradicionales, esta Iglesia está dispuesta a renunciar, con espíritu de amor y humildad, a todas sus propias preferencias;

4. Que esta Iglesia no busca absorber a otras Comuniones sino,
cooperando con ellas sobre la base de una Fe y Orden común, desaprobar todo cisma, sanar las heridas del Cuerpo de Cristo y promover la caridad, que es la mayor de las gracias cristianas y la manifestación visible de Cristo al mundo;

Pero además, por este medio afirmamos que la unidad cristiana...puede restaurarse únicamente con el regreso de todas las comuniones cristianas a los principios de unidad ejemplificados por la Iglesia Católica indivisa durante las primeras épocas de su existencia; principios que creemos constituyen el depósito substancial de Fe y Orden cristiano confiado por Cristo y sus apóstoles a la Iglesia hasta el fin del mundo y, por lo tanto, no admite compromiso ni capitulación por aquéllos que han sido ordenados para ser mayordomos y depositarios a beneficio común e igual de todos los hombres.

Como
partes inherentes de este sagrado depósito y, por consiguiente, esenciales para la restauración de la unidad entre las ramas divididas de la cristiandad, reconocemos las siguientes:

1 Las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento, como la Palabra revelada de Dios.

2. El Credo Niceno, como la declaración suficiente de la Fe cristiana.

3. Los dos sacramentos -el Bautismo y la Cena del Señor - administrados con el uso indefectible de las palabras de institución de Cristo y los elementos ordenados por él.

4. El Episcopado Histórico, adaptado localmente en los métodos de su administración a las diversas necesidades de las naciones y pueblos llamados por Dios a la unidad de su Iglesia.

Además, profundamente apesadumbrados por las tristes divisiones que afectan la Iglesia cristiana en nuestra propia nación, por este medio declaramos nuestro deseo y disposición, tan pronto haya alguna respuesta autorizada a esta Declaración, de entrar en diálogo fraternal con todos o cualesquiera de los Cuerpos cristianos que buscan la restauración de la unidad orgánica de la Iglesia, con el propósito de estudiar diligentemente las condiciones por las cuales se pueda llevar a cabo tan inestimable bendición para alegría de todos.

Nota: Aunque el Cuadrilátero en la forma antes citada fue adoptado por la Cámara de obispos, no fue promulgado por la Cámara de Diputados, sino fue incorporado en un plan general, referido para su estudio y acción a la recién creada Comisión Conjunta sobre la Unidad Cristiana.
Conferencia de Lambeth de 1888
Resolución II

Que, en la opinión de esta Conferencia, los siguientes Artículos proporcionan una base sobre la cual acercarse, con la bendición de Dios, a la Unidad Cristiana:

(a) Las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento, que "contienen todas las cosas necesarias para la salvación", como la regla y última norma de Fe.

(b) El Credo de los Apóstoles, como símbolo Bautismal, y el Credo Niceno, como declaración suficiente de la Fe cristiana.

(c) Los dos sacramentos ordenados por Cristo mismo -el Bautismo y la Cena del Señor - administrados con el uso indefectible de las palabras de institución de Cristo y los elementos ordenados por él.

(d) El Episcopado Histórico, adaptado localmente en los métodos de su administración a las diversas necesidades de las naciones y pueblos llamados por Dios a la unidad de su Iglesia