Anglocatólico

COMUNIDAD ECUMÉNICA MISIONERA LA ANUNCIACIÓN. CEMLA
Palabra + Espíritu + Sacramento + Misión
Evangelizar + Discipular + Enviar


“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

whatsapp +503 7768-5447

sábado, 31 de diciembre de 2011

SANTO NOMBRE DE JESÚS

(Santa María Theotokos)
1ro de enero

(A, B, C)
Números 6:22-27
Salmo 8
Gálatas 4:4-7 o Filipenses 2:5-13
Lucas 2:15-21

Cuando se observa como Día de Año Nuevo
1ro de enero
(A, B, C)
Eclesiatés 3:1-13
Salmo 8
Apocalipsis 21:1-6a
Mateo 25:31-46
(Tomado del  Leccionario Común Revisado)

El santo Nombre de Nuestro Señor Jesucristo

La designación de este día como la fiesta del santo Nombre es nueva en la revisión del Libro de Oración común de l979. Los libros de oración anglicanos anteriores la llamaban la fiesta de la circuncisión. Claro está que el primero de enero es el octavo día después del día de la Navidad, y el Evangelio de Lucas dice que a los ocho días de su nacimiento el niño fue circuncidado y se le dio el nombre de Jesús.

La ley de Moisés exigía que todo niño varón fuera circuncidado a los ocho días de su nacimiento (Levítico 12:3); y desde hacía ya mucho tiempo era costumbre celebrar en esta ocasión una fiesta en la cual se reunían familiares y amistades para ser testigos del nombramiento del niño.

La conmemoración litúrgica de la circuncisión tiene origen gálico, y un concilio celebrado en Tours en 567 decretó que el día fuera celebrado como día de ayuno para contrarrestar las festividades paganas que celebraban el nuevo año. Según la tradición romana, el primero de enero se observaba como el día octavo de la Navidad, con devoción especial a la Virgen Madre.

Los primeros predicadores del Evangelio enfatizaron el nombre para mostrar que Jesús, aunque era Hijo de Dios, era hombre de carne y hueso y conoció la muerte, y a quien Dios resucitó de entre los muertos a fin de que fuera el Salvador (Hechos 2:32; 4:12). Se le dio el nombre de Jesús, como explicó el ángel a José, porque “salvaría a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). (La palabra en hebreo significa “salvador” o “libertador”).

Entonces, como ahora, la gente ansiaba ser liberada de los males: políticos, sociales y espirituales. El nombre de Jesús nos recuerda la libertad verdadera que nos llega por Jesús, el Cristo.

COLECTA
El santo Nombre de Nuestro Señor Jesucristo
Padre eterno, que diste a tu Hijo encarnado el santo nombre de Jesús para que fuera el signo de nuestra salvación, te suplicamos que siembres en cada corazón el amor hacia aquel que es el Salvador del mundo, nuestro Señor Jesucristo; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, en gloria eternal.
Amén.

Lecturas
Éxodo 34:1–8
Salmo 8
Romanos 1:1–7
Lucas 2:15–21

Prefacio de la Encarnación
Encarnación
Porque nos diste a Jesucristo, tu único Hijo, que se encarnó por nosotros; quien, por el gran poder del Espíritu Santo, fue hecho Hombre perfecto, nacido de la carne de la Virgen María su madre; para que, librados del yugo del pecado, recibamos la potestad de llegar a ser hijos tuyos.

Tomado de SANTAS, SANTOS: CELEBRACIÓN DE LOS SANTOS.
Santoral de la Iglesia Episcopal USA

CELEBRACIÓN EN LAS VÍSPERAS DEL AÑO NUEVO...!


Durante la noche del 31 de diciembre, que es la víspera de la fiesta del Santo Nombre y también víspera del año civil, puede usarse el siguiente rito.
El rito comienza con la Liturgia de la Luz, página 73 del Libro de Oración Común, usando la colecta para el primer domingo después del Día de Navidad como la Oración por la Luz.
Después del Phos hilaron, se lee una o más de las siguientes lecciones; cada una seguida por un salmo, cántico, o himno, y una oración. La última lectura es siempre del Nuevo Testamento.

LITURGIA DE LA LUZ

En el momento de comenzar el rito la iglesia está a oscuras o en penumbra.
Todos de pie el Oficiante saluda al pueblo con estas palabras:
 
Ministro   Luz y paz, en Jesucristo nuestro Señor.

Pueblo     Demos gracias a Dios.

Puede leerse entonces una de las siguientes u otra Lección Breve de las Escrituras apropiada para la ocasión o estación del Año Eclesiástico.
 
Jesús dijo: "Ustedes son la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre su luz delante de los demás, para que vean sus buenas obras, y glorifiquen a su Padre que está en los cielos".
San Mateo 5:14-16

No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos de ustedes, por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
2 Corintios 4:5-6

Si dijere: "Ciertamente las tinieblas me encubrirán, y aún la luz se hará noche alrededor de mí", las tinieblas no son oscuras para ti; la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz.
Salmo 139:10-11

El Oficiante dice entonces la Oración por la Luz usando una de las siguientes oraciones u otra adecuada:

OREMOS
 
Dios todopoderoso, te damos gracias porque, a medida que la luz del día se desvanece, tú nos rodeas con la claridad de la luz vespertina; e imploramos de tu gran misericordia que, así como nos envuelves con el esplendor de esta luz, así también irradies el fulgor de tu Espíritu Santo en nuestros corazones; por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Concédenos, oh Señor, la lámpara de la caridad que nunca se apaga, a fin de que arda en nosotros y  alumbre a los que nos rodean; y que por su claridad tengamos una visión de esa Ciudad santa, donde mora la luz verdadera e inagotable, Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Señor Dios todopoderoso, tú nos has enseñado llamar a la tarde, a la mañana y al mediodía un solo día; y has hecho que el sol conozca su ocaso: Disipa las tinieblas de nuestros corazones, para que por tu claridad conozcamos que tú eres el Dios verdadero y la luz eterna, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

Ilumina nuestras tinieblas, te suplicamos, oh Señor, y por tu gran misericordia defiéndenos de todos los peligros y riesgos de esta noche; por amor de tu único Hijo, nuestro Salvador Jesucristo.
Amén.
 
Colecta para el Primer Domingo después de la Navidad
 
Dios todopoderoso, tú has derramado sobre nosotros la nueva luz de tu Verbo encarnado: Concede que esta luz, que arde en nuestro corazón, resplandezca en nuestra vida; mediante nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

Se encienden ahora las velas del Altar, y otras velas y lámparas, como sea conveniente.
Mientras se encienden las velas, puede cantarse una antífona o un salmo apropiado, o puede guardarse silencio.
Se canta entonces el siguiente himno, o una versión métrica del mismo, u otro himno.

Luz Alegrante Phos hilaron

Luz alegrante,
claridad pura del sempiterno Padre celestial,
Jesucristo, santo y bendito:
Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,
y nuestros ojos miran la luz vespertina,
te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.
Digno eres de ser alabado en todos los tiempos
con voces gozosas,
oh Hijo de Dios, Dador de la vida;
por tanto te glorifica el universo entero.

El Rito puede continuar de una de las siguientes maneras:
Con la Oración Vespertina, comenzando con los Salmos; o con cualquier otro rito o devoción;
Con la celebración de la Santa Eucaristía, comenzando con la Salutación y la Colecta del Día;
O bien, puede seguir una cena u otra actividad, en cuyo caso al himno Phos hilaron puede seguir el Padre Nuestro y una bendición de la mesa o la bendición final;
O bien, puede continuar como un Oficio vespertino completo con los siguientes elementos:

Selección del Salterio, a la que puede seguir un período de silencio, o una Colecta adecuada, o ambos.

Lectura bíblica, a la que puede seguir un sermón u homilía, un pasaje de literatura cristiana o un breve silencio.

Cántico: El Magnificat u otro cántico, o bien, otro himno de alabanza.

Plegarias: Una letanía u otras devociones adecuadas, incluyendo el Padre Nuestro.

Bendición o Despedida, o ambas. Entonces puede intercambiarse la Paz.
En días de fiesta u otros días de significado especial, la Colecta del Día, o una Colecta apropiada a la estación eclesiástica, puede preceder a la Bendición o Despedida. En otros días, puede usarse una de las siguientes Colectas, o bien, una tomada de la Oración Vespertina o de Completas.

Bendito eres tú, oh Señor, Dios de nuestros padres, Creador de los cambios del día y de la noche, que das reposo al cansado, que renuevas la fortaleza de los abatidos, y que al atardecer nos brindas ocasión de cantar nuestra alegría. Así como nos has protegido durante el día que termina, sé con nosotros en la noche que comienza; guárdanos de todo pecado, de todo mal y de todo temor; porque tú eres nuestra luz y nuestra salvación y la fortaleza de nuestra vida. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.

Dios todopoderoso y eterno, permite que nuestra oración delante de ti sea como incienso, el levantar de nuestras manos como la oblación de la tarde. Danos gracia para contemplarte, presente en tu Palabra y en tus Sacramentos, y para reconocerte en las vidas de los que nos rodean. Aviva en nosotros la llama de ese amor que ardió en el corazón de tu Hijo al sufrir la Pasión, y concede que arda en nosotros para la vida eterna, y por los siglos de los siglos.
Amén.

Un obispo o un presbítero puede usar la siguiente u otra bendición o gracia:

El Señor les bendiga y les guarde. Amén.
El Señor haga resplandecer su rostro sobre ustedes y les sea propicio. Amén.
El Señor alce su rostro sobre ustedes y les conceda la paz. Amén.
 
Un diácono o un laico, al usar la bendición anterior, sustituye "ustedes" por "nosotros" y "les" por "nos

El Pueblo responde:
Demos gracias a Dios.


LITURGIA DE LA PALABRA

El año hebreo

Exodo 23:9-16, 20-21
Salmo 111. o Salmo 119:1-8

Oremos. (Silencio)

Oh Dios Creador nuestro, tú has dividido nuestra vida en días y estaciones, y nos llamaste a reconocer tu providencia año tras año: Acepta a tu pueblo que viene a ofrecerte alabanzas, y, en tu misericordia, recibe sus plegarias; por Jesucristo nuestro
Señor.
Amén.

La tierra prometida

Deuteronomio 11:8-12,26-28
Salmo 36:5-10, o Salmo 89, primera parte

Oremos. (Silencio)

Dios omnipotente, manantial de toda vida, dador de toda bendición y salvador de todos los que se vuelven a ti: Ten misericordia de esta nación; líbranos de perfidia, malicia, y desobediencia; vuelve nuestros pasos a tus senderos; y concede que te sirvamos en paz; por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Tiempo para todas las cosas

Eclesiastés 3: 1-15
Salmo 90

Oremos. (Silencio)

En tu sabiduría, oh Señor Jesucristo, hiciste todas las cosas, y nos has asignado a cada uno los días de nuestra vida: Concede que vivamos en tu presencia, seamos guiados por tu Santo Espíritu, y ofrezcamos todas nuestras obras a tu honra y gloria; por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Recuerda a tu Creador

Eclesiastés 12:1-8
Salmo 130

Oremos. (Silencio)

Señor Dios inmortal, tú habitas la eternidad, y nos has traído a tus indignos siervos al final de otro año: Perdona, te rogamos, nuestras transgresiones del pasado, y mora benignamente con nosotros todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Marcando los tiempos, y el invierno

Eclesiástico 43: 1-22
Salmo 19, o Salmo 148, o Salmo 74:11-22

Oremos. (Silencio)

Padre todopoderoso, tú has dado al sol como luz para el día, y la luna y las estrellas para la noche: Recíbenos bondadosamente, esta noche y siempre, en tu favor y protección, defiéndenos de todo daño y gobiérnanos con tu Espíritu Santo, para que toda sombra de ignorancia, toda falla de fe o debilidad de corazón, todo deseo maligno o erróneo sea removido de nosotros; para que, siendo justificados en nuestro Señor Jesucristo, seamos santificados por tu Espíritu, y glorificados por tus infinitas misericordias en el día de la aparición de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Amén.

El tiempo aceptable

2 Corintios 5:17-6:2
Salmo 63:1-8, o Cántico 10

Oremos. (Silencio)

Benignísimo y misericordioso Dios, tú nos has reconciliado contigo por medio de Jesucristo tu Hijo, y nos has llamado a nueva vida en él: Concede que nosotros, que comenzamos este año en su Nombre, lo completemos para su honra y gloria; quien vive y reina ahora y por siempre.
Amén.

Mientras dura ese "Hoy"

Hebreos 3:1-15 (16-4:13)
Salmo 95

Oremos. (Silencio)

Oh Dios, por tu Hijo nos has enseñado a estar vigilantes, y a esperar el día imprevisto del juicio: Fortalécenos contra Satanás y sus huestes de maldad, los poderes perversos de este mundo, y nuestros deseos pecaminosos; y concede que, habiéndote servido todos los días de nuestra vida, lleguemos finalmente a la mansión que tu Hijo nos ha preparado; quien vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Cielo y tierra nueva

Apocalipsis 21:1-14, 22-24
Cántico 12

Oremos. (Silencio)

Dios omnipotente y misericordioso, por tu muy amado Hijo Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores, has querido hacer nuevas todas las cosas: Concede que seamos renovados por tu Espíritu Santo, y lleguemos finalmente a esa patria celestial donde tu pueblo no tendrá hambre ni sed, y donde toda lágrima será enjugada; por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Una homilía, sermón o introducción puede seguir a las lecturas.
Puede seguir un acto de auto-dedicación.

El rito puede concluir de una de las siguientes maneras:

1. Con la recitación de la Gran Letanía o alguna otra forma de intercesión.

2. Con el canto del Te Deum laudamus o algún otro himno de alabanza, seguido del Padre Nuestro, la colecta para el Santo Nombre, y una bendición o despedida, o ambas.

3. Con la Eucaristía, comenzando con el Gloria in excelsis o algún otro cántico de alabanza. Se usa el propio para la fiesta del Santo Nombre.

martes, 13 de diciembre de 2011

LECCIONARIO COMÚN REVISADO Revised Common Lectionary

CONSULTA SOBRE TEXTOS COMUNES
Consultation on Common Texts
Ó 1992, 2002 Consultation on Common Texts
I INTRODUCCIÓN al Leccionario común revisado
Una entrevista con Horace T. Allen
¿Cuál es el trasfondo del Leccionario Común Revisado (Revised Common Lectionary — RCL en  inglés)? ¿Quién lo cotejó y con qué autoridad?

Éste sistema de leccionario, es el resultado del trabajo de dos organizaciones ecuménicas las que simplemente proveen recursos para las iglesias que envían representantes a las mismas. Éstas son: la Consulta sobre Textos Comunes (Consultation on Common Texts — CCT en inglés) y poco después se le unió la internacional Consulta Litúrgica del Idioma Inglés (English Language Liturgical Consultation — ELLC en inglés). El origen de la primera de estas dos organizaciones se remonta a la mitad de la década de los sesenta. Fue organizada por eruditos litúrgicos protestantes y católicos, como respuesta a las reformas en la liturgia ordenadas por el Concilio Vaticano II, especialmente en el área de textos en inglés para la liturgia, seguida de la difusión del Leccionario Romano de 1969 (Ordo Lectionum Missae). Respondiendo al alto interés en este modelo católico romano, muchas iglesias norteamericanas adaptaron y revisaron éste para su propio uso durante los setenta.

La CCT fusionó y armonizó estos diferentes modelos producidos en 1983, como material a prueba, revisándolo otra vez en 1992 para publicarlo como el Leccionario Común Revisado. La CCT incluye ahora, representantes de más de veinticinco iglesias protestantes en Norte América, así como la católico romana Comisión Internacional del Inglés en la Liturgia (International Comission on English in the Liturgy, ICEL en inglés). La organización internacional ELLC, representa agrupaciones similares en Australia, Nueva Zelandia, Gran Bretaña (Inglaterra) y Canadá; así como ICEL.

¿Cuán similar es el sistema ecuménico al esquema original católico romano?

El sistema de tres años con tres lecturas es exactamente el mismo. El calendario es virtualmente el mismo. Las lecturas del Evangelio son casi siempre las mismas, así como las selecciones para la segunda lección, tomadas de las epístolas y después de Pascua, tomadas de los libros de Hechos de los Apóstoles y Apocalipsis. La única divergencia seria es a partir de las lecturas de La Biblia Hebrea (Antiguo Testamento) después de Pentecostés, donde nosotros pusimos a un lado las selecciones “tipológicas” católico romanas, en favor de una conexión más amplia que usa la narrativa patriarca/mosaica para el año A (Mateo), la narrativa davídica para el año B (Marcos) y la serie Elías/Eliseo/Profetas menores, para el año C (Lucas).

¿Cuál es la razón para estos cambios?

En nuestro muestreo inicial de las variaciones protestantes de la tabla católico romana, descubrimos que había desacuerdo con la ausencia de la narrativa del Antiguo Testamento y de la literatura histórica, así como una deficiencia de textos provenientes de la literatura sapiencial. Entonces, tratamos de remediarlo con una conexión más amplia. Pero con el propósito de aceptación ecuménica, continuamos publicando un conjunto de selecciones para el Antiguo Testamento que está más cerca de las tablas  católico romanas, episcopal y luterana en relación con los domingos después de Pentecostés.

¿Cuán amplio es el uso del Leccionario Común Revisado, al presente; asumiendo naturalmente, que la Iglesia Católica Romana continúa usando su propio leccionario?

La información que recopilamos en 1995 es convincente. A través del mundo angloparlante, la mayoría de las iglesias que tienen la tradición de utilizar un leccionario (otras han comenzado a usar leccionario bajo el impacto del Leccionario Común Revisado), están recomendando nuestro trabajo. Éstas incluyen iglesias en Australia, Nueva Zelandia, Canadá, Estados Unidos, Sur África, Gran Bretaña (incluyendo iglesias establecidas en Inglaterra y Escocia) y más recientemente las iglesias presbiterianas en Corea (aunque no exactamente de habla inglesia, excepto en su origen misionero).

Escuchamos de los representantes católicos de zonas de habla francesa y alemana, acerca de su interés en este esfuerzo ecuménico. Organizaciones protestantes en Alemania, Francia, Holanda y Escandinavia están estudiando nuestro sistema, también.

¿Cuál es el significado ecuménico de este esfuerzo?

En primer lugar, esto ha sido un desarrollo completamente inesperado por el hecho de que después de todas estas centurias, desde la Reforma del siglo XVI, muchas iglesias que se dividieron en ese momento, ahora están comprometidas a leer las lecturas de las Escrituras juntas, domingo tras domingo. Este es un tipo de ecumenismo que nadie anticipaba; al menos por parte de la Sede católico romana. Esto hace posible maravillosas reuniones semanales del clero, con el propósito de trabajar juntos en sermones y homilías.

La pregunta que continúa surgiendo de estos mismos grupos es que parece no haber una relación temática entre las diferentes lecturas dadas para un domingo determinado.

La situación temática es diferente dependiendo si se está en las estaciones litúrgicas fundamentales de Adviento a Cuaresma y de Cuaresma a Pentecostés o en la gran cantidad de domingos desde Pentecostés a Adviento, que en la terminología romana se conoce como “Tiempo ordinario”.

En las estaciones litúrgicas festivas, siempre hay (nosotros esperamos) una unidad obvia que es controlada por la lección del Evangelio. En el Tiempo ordinario post-Pentecostés, sin embargo, hay una situación muy diferente que ni siquiera las guías de predicación más sofisticadas parecen darse cuenta.

Esos domingos nosotros “soltamos” (nos alejamos de) la lectura del Antiguo Testamento y el Evangelio de domingo en domingo, aunque escogimos aquellas lecturas de los libros del Primer Testamento que el autor del Evangelio del año en particular, parece tener más interés. Por ejemplo, Mateo — Patriarcas y Moisés, Marcos — David y Lucas — Profetas.

Al mismo tiempo, el predicador debe notar que la segunda lectura (Nuevo Testamento), va de capítulo en capítulo en forma continúa y por ello no habrá una correlación obvia entre las lecciones del Antiguo Testamento y el Evangelio. Así que en esos domingos, las tres lecturas, que deliberadamente no tienen una interrelación temática, van avanzando en un camino continuó o semicontínuo. Si esto parece extraño o problemático, debe recordarse que tal sistema ha sido tomado prestado directamente del uso en sinagogas, del Torah y que era la práctica subsecuente de las iglesias de los primeros siglos.

Esto es decir, la lectura pública de las Escrituras no fue nunca concebida originalmente, simplemente como una fuente de textos para la predicación. Fue más bien, como la única forma de dar a conocer a la congregación, tanto de las Escrituras como fuere posible. Y éstas son las intensiones expresas del deseo de revisión del leccionario católico romano y por lo tanto, de todos los sistemas derivados de éste.

¿Qué significado tiene el leccionario para el predicador al preparar su sermón, especialmente en aquellos domingos del Tiempo ordinario, después de Pentecostés?

Esta pregunta surge frecuentemente cuando oímos decir que algunas personas utilizan el leccionario “algunas veces”. Lo que quieren decir es que evitan utilizar el mismo durante el Tiempo ordinario. Ellos desconocen el propósito del principio de lección contínua. Esto quiere decir que durante ese tiempo, el predicador que utiliza seriamente el leccionario, debe decidir qué “ruta” seguir (Evangelio, Nuevo Testamento, Antiguo Testamento), domingo tras domingo.

Ciertamente, no debe haber ningún intento de forzar una unidad temática en las tres lecturas, cuando en realidad no existe ninguna. Mucho menos, el predicador debe “brincar, esquivar y saltar” alrededor de tres conjuntos de lecturas que están organizados a base de semana por semana. El cambio radical que este sistema requiere es que el predicador piense en forma secuencial, más que temática.

Un excelente análisis de este asunto se encuentra en el libro de Fritz West Scripture and Memory, publicado en los Estados Unidos por Liturgical Press.

Esta introducción al Leccionario Común Revisado ha sido adaptada de una entrevista ofrecida por Horace T. Allen Jr., co-presidente de la Consulta Litúrgica del Idioma Inglés, preparada en esta edición para la reunión de Societas Liturgica, en agosto de 1997 en Turku, Finlandia.

JUAN DE LA CRUZ Místico, 1591

14 de diciembre

Lecturas
Cantar de los Cantares 3:1–4
Salmo 121
Colosenses 4:2–6
Juan 16:12–15,25–28
Prefacio de Dios Hijo
COLECTA
Juez eterno, sentado en tu trono de esplendor, que diste a Juan de la Cruz la fuerza de propósito y la fe mística que le sostuvieron, incluso a través de la noche oscura del alma: Derrama tu luz sobre todos los que te aman, en unión con Jesucristo, nuestro Salvador; quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

Juan de la Cruz pasó desapercibido fuera de los Carmelitas Descalzos por casi trescientos años posterior a su muerte. Más recientemente, los estudiosos de la espiritualidad cristiana han encontrado en él un tesoro escondido. Una vez descrito por Tomás Merton como «el teólogo místico más confiable de la iglesia», Juan ha sido llamado «el poeta del poeta», «espíritu en llamas», «celestial y divino».

Juan nació en 1542 en Fontiveros, cerca de Ávila, en España. Después de su tercer cumpleaños, su padre murió dejando a su madre y a sus hermanos en la pobreza. Juan recibió la educación primaria en un orfanato en Medina del Campo. A la edad de diecisiete años había aprendido carpintería, sastrería, escultura y pintura como aprendiz de artesanos locales.

Después de los estudios universitarios con los jesuitas, Juan entró en la Orden de los Carmelitas en Medina del Campo y completó sus estudios teológicos en Salamanca. En 1567 es ordenado al sacerdocio y reclutado por Teresa de Ávila para la reforma de la Orden Carmelita.

A la edad de treinta y cinco años había estudiado en profundidad, había sido director espiritual de muchos, y aun así se dedicó tan plenamente a la búsqueda de Dios que llegó a la cima de la experiencia mística: una completa transformación en Dios.

Juan se desilusionó con lo que él consideraba la laxitud de los Carmelitas y en 1568 abrió un monasterio de Carmelitas «Descalzos» (de estricta observancia), un acto que se topó con la aguda resistencia del Capítulo General de los Carmelitas Calzados. Juan fue capturado, llevado a Toledo, y encarcelado en el monasterio. Durante nueve meses de
grandes dificultades, se consoló escribiendo poesía. Fue mientras estuvo encarcelado que compuso la mayor parte de su luminosa obra maestra, El Cántico Espiritual, así como una serie de poemas cortos. Otras obras importantes son, La Subida del Monte Carmelo, La llama viviente del amor y la noche oscura. Fue esta última obra, la Noche obscura
del alma, la que le dio al idioma Inglés la frase «dark night of the soul».

Después de una grave enfermedad, Juan murió el 14 de Diciembre de 1591, en Ubeda, al sur de España.


Tomado de Santas, Santos: Celebración de los Santos
Santoral de la Iglesia Episcopal USA

lunes, 12 de diciembre de 2011

Santas, Santos: Celebración de los Santos

Conforme a la Convención General de 2009
Iglesia Episcopal

Benditas fiestas de benditos mártires, santas, santos,
con afectuosa conmemoración saludamos nuevamente vuestro retorno.
Dignos logros y maravillas alcanzaron, digno el Nombre que ostentaron;
con melodiosa y adecuada alabanza, por siempre les honramos.

Texto latino del siglo doce,
#238, The Hymnal 1982

Este recurso ha estado en desarrollo desde hace muchos años, y para la Iglesia Episcopal representa una importante adición al calendario de los santos. Podemos estar agradecidos por la amplitud de santa experiencia y sabiduría que brilla en estas páginas. Pueda esa luz iluminar sus vidas y las vidas de aquellos con los que adoran!
—Rvdma. Katharine Jefferts Schori,
Obispa Presidente de la Iglesia Episcopal

Prólogo

En una de las oraciones del Libro de Oración Común leemos: “Dios todopoderoso, que por tu Santo Espíritu nos has hecho uno con tus santos en el cielo y en la tierra: Concede que en nuestro peregrinaje terrenal seamos continuamente sostenidos por esta comunión de amor y oración”. Esta comunión de amor y oración es la comunión de los santos afirmada en el Credo de los Apóstoles.

Con los años, Fiestas Menores y Ayunos ha ayudado a la Iglesia a crecer en el aprecio de esta comunión. Con cada sucesiva Convención General se han añadido más nombres al calendario. Al mismo tiempo, se han planteado nuevas cuestiones en relación con algunas de las biografías, las opciones en su escritura y la composición de las Colectas. Durante mi mandato como Obispo Presidente, solicité a la Comisión Permanente de Liturgia y Música que llevara a cabo un examen y una revisión de Fiestas Menores y Ayunos, y que considerara nuevamente cada entrada en el actual calendario de los santos, junto a cualquier nueva propuesta para las conmemoraciones. Para ello, se estableció un comité de la Comisión. Santas, Santos: Celebración de los Santos es el fruto del minucioso y esmerado trabajo de este comité.

Santas, Santos: Celebración de los Santos se propone ampliar la conciencia cultual de la comunidad respecto a la comunión de los santos, y así mismo procura brindar mayor expresión a las muchas y diversas maneras en que Cristo, a través de la agencia del Espíritu Santo, ha estado presente en la vida de los hombres y las mujeres a lo largo de las edades, tal y como sigue estándolo en nuestros días. Ante circunstancias a menudo muy diferentes a las nuestras, estas almas valientes dieron testimonio de ese amor crístico que desafía a la muerte, en el servicio, en la santidad de vida, y en el desafío a las prácticas y perspectivas predominantes de sus épocas, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad.

Los hombres y las mujeres que se conmemoran en el Calendario no son, simplemente, ejemplos de fidelidad para inspirarnos: ellos están activos en el amor y en la oración. Ellos son compañeros en el Espíritu capaces de apoyarnos y alentarnos mientras procuramos ser fieles en nuestro día a día.

Una vez más, el Libro de Oración nos invita a orar, diciendo: “Oh Dios, Rey de los santos, alabamos y glorificamos tu santo Nombre por todos tus siervos que han terminado su carrera en tu fe y temor: por la bendita Virgen María; por los santos patriarcas, profetas, apóstoles y mártires; y por todos tus demás siervos justos, tanto conocidos como desconocidos; y te rogamos que nosotros, estimulados por su ejemplo, ayudados por sus oraciones y fortalecidos por su comunión, seamos también partícipes de la herencia de los santos en luz.”

Es mi esperanza que Santas, Santos: Celebración de los Santos, con su ampliación del calendario para conmemoraciones, profundizará y enriquecerá la conciencia y la apreciación de nuestras congregaciones sobre la libertad del Espíritu Santo para morar en la vida humana y para hacerla revelación del amor reconciliador de Cristo.

Frank T. Griswold
Vigésimo quinto obispo presidente

Prefacio

“Allí, nos concederá el Señor celebrar el natalicio de su martirio, reuniéndonos todos en cuanto nos sea posible con júbilo y alegría, para celebrar la memoria de los que ya terminaron su combate, y para ejercicio y preparación de los que aún han de combatir”
(Martirio de Policarpo, obispo de Esmirna, A.D.156)

Desde sus inicios la Iglesia se alegra en reconocer y conmemorar a los fieles difuntos que siguiendo el ejemplo de su Salvador Jesucristo fueron extraordinarios o incluso heroicos servidores de Dios y de su pueblo. Por medio de este reconocimiento y conmemoración, sus devotos ministerios perduran en el Espíritu, así como su ejemplo y compañerismo continúan alimentando a la Iglesia que peregrina en su camino hacia Dios.

Santas, Santos: Celebrando a los Santos marca una nueva etapa en la recuperación dentro de la Iglesia Episcopal de la conmemoración litúrgica de los santos.

El primer Libro de Oración Común Inglés (1549) conserva un pequeño número de las muchas fiestas que aparecen en el calendario del Misal de Sarum. Todas, excepto una de estas fiestas, fueron importantes días festivos directamente relacionados con el Nuevo Testamento; es decir, sin la inclusión de santos post-bíblicos. El Libro de Oración de 1662, usado por los anglicanos que vivieron en las colonias americanas en las décadas anteriores a la independencia, exhibe en su calendario los nombres de sesenta y siete santos, pero sin ninguna provisión para su conmemoración litúrgica.

El primer Libro de Oración Común de América (1789) no incluye en su calendario días santos menores (fiestas menores), y este continúa siendo el caso en los libros de oración de 1892 y 1928.

Sólo en 1964 la situación cambia. En ese año la Convención General aprobó la inclusión en el calendario de más de un centenar de días santos con propios litúrgicos para facilitar su celebración en la adoración de la Iglesia. Desde entonces, el número de santos que figuran en el calendario ha ido aumentando gradualmente, y como consecuencia, Fiestas Menores y Ayunos ha sido revisado cada tres años para tomar en consideración estas adiciones.

En el año 2003 la Convención General pidió una revisión amplia de Fiestas Menores y Ayunos, una revisión lo suficientemente amplia como "para reflejar nuestra conciencia cada vez mayor del ministerio de todo el pueblo de Dios y de la diversidad cultural de la Iglesia Episcopal, de toda la Comunión Anglicana, de nuestros socios ecuménicos, y de nuestra experiencia viva de la santidad en las comunidades locales". Varios años de extenso estudio y consulta conducen a la presentación de Santas, Santos: Celebración de los Santos, que fue aprobado para su uso experimental por la Convención General en Julio de 2009. Ninguna de las conmemoraciones que figuran en las Fiestas Menores y Ayunos han sido omitidas, y poco más de un centenar de nuevas conmemoraciones se han añadido (casi idéntico al número agregado en 1964).

El autor de la Carta a los Hebreos escribe: “Por lo tanto, ya que estamos rodeados de una verdadera nube de testigos, despojémonos de todo lo que nos estorba, en especial del pecado, que siempre nos asedia, y corramos resueltamente al combate que se nos presenta. Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe” (Heb.12:1-2a). El grandemente enriquecido Calendario contenido entre estas páginas aporta la realidad de carne y sangre a esa gran multitud de testigos que no está restringida al estatus de ordenación, denominación, género, cultura, o vocación profesional. Cuanto más fielmente es observado este calendario, más íntimamente seremos introducidos a una extraordinaria variedad de hombres y mujeres quienes, al igual que nosotros, fueron creados por el Padre, bautizados en el Hijo, y empoderados por el Espíritu para el ministerio en los más diversos contextos y circunstancias.

En estos santos no encontramos modelos de perfección absoluta, sino a hombres y mujeres cuyas vidas, con todas sus diversidades de dones y gracias, fueron reformadas por la actividad redentora de Dios. Puede que nos anime darnos cuenta que a pesar de sus deficiencias y las nuestras, todos somos por igual pecadores redimidos llamados a ser santos, aquellos en quienes la palabra de Cristo resucitado a san Pablo tiene su cumplimiento: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad” (2 Cor. 12:9).

Las fiestas menores que figuran en Santas, Santos: Celebración de los santos son recomendadas  para la observancia opcional y no se pretende en modo alguno que vayan en detrimento de la primacía del domingo y la celebración de los principales días santos.

Para contribuir con la conmemoración litúrgica de estos días santos, se ha provisto de una colecta acompañada de tres lecturas bíblicas, en caso de ser requeridas para una celebración eucarística completa. Se ha sugerido un prefacio apropiado, y así mismo se ha proporcionado una biografía de la persona o personas conmemorada(s).

En algunas ocasiones son conmemoradas dos o más personas en forma conjunta y por lo tanto comparten el mismo propio; en otras ocasiones se producen dos conmemoraciones separadas en el mismo día y cada una tiene un propio en particular. La decisión deberá ser tomadas en cada comunidad de fieles respecto a cuál de las dos conmemoraciones observar en ese día de un año determinado.

Asimismo, han sido aprobados por la Convención General comunes adicionales que se encuentran incluidos aquí.
Como en pasadas ediciones de Fiestas Menores y Ayunos, este volumen contiene Lecturas y Salmos para los días de las estaciones de Adviento, Navidad (hasta el Bautismo de Cristo), Cuaresma y Pascua. Igualmente, se incluye un leccionario eucarístico de seis semanas y uno de dos años para los días de entresemana.

Se tiene una deuda de agradecimiento para con las muchas personas que dieron forma al Calendario, componiendo las Colectas, seleccionado las Lecturas y escribiendo las biografías contenidas en Santas, Santos: Celebración de los santos. Su devoto trabajo durante varios años es enormemente apreciado.