Sra. Anne Lea Tuohy
Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor. (Salmos 113:3)
Como anglicanos, somos herederos de la tradición plena del oficio diario, la disciplina metódica de orar los salmos y cánticos durante el día, de escuchar y responder a la escritura, de ofrecer las oraciones de nuestras vidas contemporáneas y estar presentes en el misterio de Dios a través de la adoración. Por medio de los textos y formas que se encuentran en el Libro de Oración Común, revivimos la historia continua de la creación de Dios. A través del ciclo de las estaciones del año litúrgico, somos partícipes del despliegue del drama de la salvación de Dios y nuestras vidas son moldeadas y transformadas.
En los más tempranos textos del Libro de oración común, las antiguas oraciones horarias de la vida del monasterio se convirtieron en los dos servicios de la oración matutina y la oración vespertina que se convirtieron formas predominantes de la adoración en las congregaciones y muchas veces se les añaden formas musicales y oraciones de muchos otros recursos. En el Libro de oración común de 1979, los oficios diarios de la oración del mediodía y las oraciones completas fueron incluidas juntas con un nuevo orden de adoración vespertina. Mientras que todas estas son diseñadas para la adoración corporal de la congregación, una forma adicional fue presentada específicamente para el uso individual, familiar y para grupos pequeños: Devociones diarias particulares y para las familias.
El escrito: Devociones diarias particulares y para las familias incluye formas para la mañana, el mediodía, la tarde y para el fin del día. Muchos episcopales usan estas formas no sólo en su vida de oración personal, sino en grupos pequeños, reuniones de la iglesia y otras sesiones de trabajo. El agregar un tiempo para reflexionar sobre las escrituras y para tratar de discernir las respuestas que éstas piden en las decisiones y la planificación diaria, afecta profundamente el ministerio de todos. Aunque algunos no están dispuestos al principio de agregar oraciones y reflexiones a las agendas repletas, verdaderamente este emprendimiento del Evangelio establece la comunidad en su propósito y misión básicas, que el negocio muchas veces procede mucho más rápidamente y con más enfoque. Este estilo de discipulado muestra todo lo que somos y todo lo que hacemos.
Como con las otras formas del oficio diario, hay lugar para agregar la música, oraciones y lenguaje que reflejan las vidas de los que oran. Para algunos, el oficio diario provee una manera de reflexionar sobre las lecturas del leccionario diario, mientras que otros pueden usar el texto o textos comunes durante espacios largos de tiempo para ayudarles en una jornada juntos. Este proceso fue usado por el equipo de diseño de la conferencia, “Tendrá Hijos nuestra Fe – Formación Cristiana de Generación en Generación”, y nuestra jornada actual de reflexionar sobre textos de Jeremías e Isaías mostró la forma y contenido de esa experiencia.
Como individuos y familias que viven en el Siglo XXI, hay mucha oración a la ligera, pero la disciplina de tomarnos una pausa para usar las devociones diarias, aunque sólo sea durante un momento del día, nos establece en una vida en el Evangelio, se convierte en una parte del ritmo de nuestras vidas y nos recuerda quiénes somos y de quién somos. Una profunda parte de mi propia formación cristiana en mi niñez fue el reunirnos alrededor de la mesa del comedor para orar en familia y reflexionar sobre el Evangelio y el periódico, considerando lo que significa el proclamar a Jesucristo en nuestras vidas, ser sanadores e instrumentos de amor y reconciliación. Al agregar oraciones y agradecimientos del Libro de Oración Común, cantar los salmos, seguir las estaciones del año litúrgico nos lleva a articular en nuestro propio idioma nuestros anhelos y celebraciones más profundos al mismo tiempo que invitamos a otros a compartir esta jornada con nosotros.
Aún cuando no podemos participar en la adoración diaria en una congregación, el orar el oficio diario individualmente y en grupos pequeños nos conecta en la adoración corporal con todos los que están orando el oficio diario alrededor del mundo. Por cierto, es otra manera de reconocer que, aunque tenemos diferencias de idioma, raza, cultura y perspectiva, somos de una comunión, una fe y una familia de Dios, haciendo una jornada juntos como discípulos de Cristo.
Sra. Anne Lea Tuohy preside la Red de la Educación y Formación Cristiana de la Provincia V y es una líder laica en la Diócesis de Chicago. Iglesia Episcopal.
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