Anglocatólico

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“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

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martes, 21 de febrero de 2012

Miércoles de Ceniza +

Miércoles de Ceniza

Este día el Celebrante comienza la Liturgia con la Salutación y la Colecta del Día.

Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, tú no aborreces nada de lo que has creado, y perdonas los  pecados de todos los penitentes: Crea y forma en nosotros, corazones nuevos y contritos, para que, lamentando debidamente nuestros pecados y reconociendo nuestra miseria, obtengamos de ti, Dios de toda misericordia, perfecta remisión y perdón; mediante Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

Antiguo Testamento    Joel 2:1-2,12-17 ó Isaías 58:1-12
                                   Salmo 103, ó 103:8-14
Epístola                      2 Corintios 5:20b-6:10
Evangelio                   San Mateo 6:1-6, 16-21

Después del Sermón todos de pie, el Celebrante o Ministro señalado invita al pueblo a observar una santa Cuaresma diciendo:

Amado Pueblo de Dios:
Los primeros cristianos observaron con gran devoción los días de la pasión y resurrección de nuestro Señor, y se hizo costumbre en la Iglesia prepararse para ellos por medio de una estación de penitencia y ayuno. Esta estación de Cuaresma proporcionaba la ocasión en que los catecúmenos eran preparados para el Santo Bautismo. Era la ocasión, también, en la que cuantos se habían separado del cuerpo de los fieles, a causa de pecados notorios, eran reconciliados mediante la penitencia y el perdón, y eran restaurados a la comunión de la Iglesia. De este modo, se recordaba a toda la congregación el mensaje de perdón y absolución proclamado en el Evangelio de nuestro Salvador, y la necesidad constante de todo cristiano de renovar su arrepentimiento y su fe.

Por tanto, en nombre de la Iglesia, les invito a la observancia de una santa Cuaresma, mediante el examen de conciencia y el arrepentimiento; por la oración, el ayuno y la autonegación; y por la lectura y meditación de la santa Palabra de Dios. Y, para comenzar debidamente nuestro arrepentimiento, y como señal de nuestra naturaleza mortal, arrodillémonos ahora ante el Señor, nuestro hacedor y redentor.

Todos de rodillas guardan un período de silencio.
Si ha de imponer ceniza, el Celebrante dice la siguiente oración:

Dios todopoderoso, tú nos has creado del polvo de la tierra: Concede que estas cenizas sean para nosotros una señal de nuestra mortalidad y penitencia, para que recordemos que es sólo mediante tu don bondadoso que nos es dada la vida eterna; por Jesucristo nuestro Salvador.
Amén.

Se hace la imposición con las siguientes palabras:

Recuerda que eres polvo, y al polvo volverás.



Se canta o dice el siguiente Salmo:

Salmo 51
Miserere mei Deus

1 Ten misericordia de mí, oh Dios,
conforme a tu bondad; *
conforme a tu inmensa compasión borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad, *
y límpiame de mi pecado;
3 Porque reconozco mis rebeliones, *
y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti sólo he pecado, *
y he hecho lo malo delante de tus ojos.
5 Por tanto eres reconocido justo en tu sentencia, *
y tenido por puro en tu juicio.
6 He aquí, he sido malo desde mi nacimiento, *
pecador desde el vientre de mi madre;
7 Porque he aquí, amas la verdad más que la astucia o
el saber oculto; *
por tanto, enséñame sabiduría.
8 Límpiame de mi pecado, y seré puro; *
lávame, y seré más blanco que la nieve.
9 Hazme oír canciones de gozo y alegría, *
y se regocijará el cuerpo que has abatido.
10 Esconde tu rostro de mis pecados, *
y borra todas mis maldades.
11 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, *
y renueva un espíritu firme dentro de mí.
12 No me eches de tu presencia, *
y no quites de mí tu santo Espíritu.
13 Dame otra vez el gozo de tu salvación;
y que tu noble Espíritu me sustente.
14 Enseñaré a los rebeldes tus caminos, *
y los pecadores se convertirán a ti.
15 Líbrame de la muerte, oh Dios, *
y cantará mi lengua tu justicia,
oh Dios mi Salvador.
16 Soberano mío, abre mis labios, *
y mi boca proclamará tu alabanza;
17 Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; *
no te complaces en holocausto.
18 El sacrificio que más te agrada es el espíritu quebrantado; *
al corazón contrito y humillado no despreciarás tú,
oh Dios.

Letanía Penitencial

El Celebrante y el Pueblo de rodillas al unísono dicen:

Padre santísimo y de toda misericordia:
Confesamos a ti y los unos a los otros, y a toda la comunión de los santos en el cielo y en la tierra, que hemos pecado por nuestra propia culpa por pensamiento, palabra y obra;
por lo que hemos hecho, y lo que hemos dejado de hacer.

El Celebrante continúa:

No te hemos amado con todo el corazón, con toda la mente y con toda la fuerza. No hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No hemos perdonado a los demás como tú nos has perdonado.

Ten piedad de nosotros, .Señor.

Hemos sido sordos a tu llamado a servir como Cristo nos sirvió. No hemos sido fieles a la mente de Cristo. Hemos entristecido a tu Espíritu Santo.

Ten piedad de nosotros, Señor.

Te confesamos, Señor, toda nuestra infidelidad pasada: el orgullo, la hipocresía y la impaciencia de nuestras vidas,

A ti lo confesamos, Señor.

Nuestros apetitos y hábitos egoístas y nuestra explotación de los demás,

A ti lo confesamos, Señor.

Nuestro enojo ante nuestras propias frustraciones, y nuestra envidia de aquéllos que son más afortunados que nosotros,

A ti lo confesamos, Señor.

Nuestro afán desmedido por los bienes y comodidades de este mundo, y nuestra falta de honradez en la vida y trabajo diarios,

A ti lo confesamos, Señor.

Nuestra negligencia en la oración y en el culto, y nuestro descuido en dar testimonio de la fe que está en nosotros,

A ti lo confesamos, Señor.

Acepta nuestro arrepentimiento, Señor, por el mal que hemos hecho: por nuestra ceguera a la necesidad y al dolor humanos, y por nuestra indiferencia ante la injusticia y la crueldad,

Acepta nuestro arrepentimiento, Señor.

Por todos los juicios falsos, por la falta de caridad de nuestros pensamientos para con nuestro prójimo, y por nuestros prejuicios y menosprecio hacia aquéllos que difieren de nosotros,

Acepta nuestro arrepentimiento, Señor.

Por el abuso y contaminación de tu creación, y por nuestra falta de preocupación por los que vienen después de nosotros,

Acepta nuestro arrepentimiento, Señor.

Restáuranos, buen Señor, y aparta tu ira de nosotros;

Escúchanos con tu favor, porque grande es tu misericordia.

Cumple en nosotros la obra de tu salvación,

A fin de que manifestemos tu gloria en el mundo.

Por la cruz y pasión de tu Hijo nuestro Señor,

Llévanos con todos tus santos al gozo de su resurrección.

El Obispo si está presente o el Sacerdote de pie frente al pueblo dice:

El Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta de sus maldades y viva, ha dado poder y mandamiento a sus ministros para declarar y pronunciar a su pueblo arrepentido, la absolución y remisión de sus pecados. El perdona y absuelve a todos los que verdaderamente se arrepienten y con sinceridad de corazón creen en su santo Evangelio.

Por tanto, roguémosle que nos conceda verdadero arrepentimiento y su Espíritu Santo, a fin de que las obras que hacemos este día le sean agradables, y que nuestra vida de aquí en adelante sea pura y santa, para que al fin lleguemos a su gozo eterno; por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

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