Anglocatólico

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Palabra + Espíritu + Sacramento + Misión
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“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

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jueves, 16 de febrero de 2012

Amor Generoso: La verdad del Evangelio y el llamado al diálogo

Una teología Anglicana de relaciones inter-religiosas

 Un informe de la Red para Asuntos Inter-religiosos de la Comunión Anglicana

Contenido
Prólogo del Arzobispo de Canterbury
1 Comenzando con Dios
2 Nuestro contexto actual y nuestra herencia Anglicana
3 Formando perspectivas Anglicanas: leyendo las Escrituras
4 Formando perspectivas Anglicanas: tradición y razón.
5 Celebrando la presencia del Cuerpo de Cristo
6 Comunicando la energía del Espíritu
7 Practicando la embajada y hospitalidad de Dios
8 Enviando, permaneciendo
Notas

Prólogo

En años recientes, pocos temas han ganado tanta atención y urgencia como esa área de las relaciones entre las grandes religiones históricas del mundo. El fermento académico comenzado hace algunos años, cuando estudiosos de todo el mundo comenzaron a reflexionar sobre las afirmaciones absolutas y reclamos opuestos de verdad de las diversas religiones, se ha hecho parte de la vida cotidiana de buena parte de nuestro mundo, a medida que nuestras sociedades se hacen más y más diversas –y, tristemente, también a medida que los conflictos de nuestra escena global se hacen más y más agudos.

Muchas personas de la fe cristiana se sienten en una encrucijada, entre su deseo de afirmar la importancia del diálogo y no querer comprometer su fidelidad a Jesucristo como Señor y Salvador, a quien proclaman como el deseo y futuro de todas las naciones.

Con gran previsión, la Iglesia Católica Romana, en su Segundo Concilio Vaticano, definió algunas de las perspectivas teológicas que podrían ayudarnos a diseñar un acercamiento fiel y generoso a otros credos religiosos. Pero la situación ha cambiado, lo mismo en teología que en cuanto a relaciones prácticas entre las comunidades, de manera que tenemos la necesidad de reunir al menos parte de las fructíferas reflexiones que han tenido lugar recientemente.

El presente documento es un intento, desde una perspectiva Anglicana, de contribuir a este trabajo común. Lo ofrecemos, para su estudio, a la Comunión Anglicana y más allá, con la esperanza de que estimule más discusión teológica entre la membresía de la Comunión, particularmente quienes comparten esa doble convicción de que debemos considerar el diálogo como un imperativo de nuestro Señor, mientras a la vez damos un testimonio consistente del don único y precioso que nos ha sido dado en Cristo.

Me complace recomendar este documento para su estudio y discusión como una compilación, valiosa y sensible, en este complejo terreno. Es mi plegaria y esperanza que el mismo nos ayudará a encontrar modos de comprender otras tradiciones religiosas que serán tanto novedosos como fieles.

++Rowan Cantuar

1 Comenzando con Dios

Siempre que, como cristianos, nos reunimos con personas de diferentes tradiciones religiosas, con creencias diferentes, lo hacemos en el nombre y con el poder del Dios Uno que es Señor de todo y todos. Dirigiéndose a los paganos de Atenas, el apóstol declara que este Dios es Aquel en quien todos los seres humanos viven, se mueven y tienen su ser: es Aquel de quien todos puedes decir: ´No está lejos de ninguno de nosotros´.1 No podemos medir la infinitud de la grandeza de Dios ni agotar el misterio de Su ser; se engañan a sí mismas las religiones de la humanidad cada vez que no consiguen reconocer los limites de su propio conocimiento.

Creemos que a través de la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret ese Dios único ha hecho conocida su realidad trina como Padre, Hijo y Espíritu Santo. La vida infinita y el amor perfecto que habitan eternamente en el corazón de la Trinidad son enviados al mundo en una misión de renovación y restauración en la que todos somos llamados a compartir. Como miembros de la Iglesia del Dios Trino, somos llamados a habitar junto a nuestro prójimo de alguna religión diferente como signo de la presencia divina con ellos, y somos enviados a hacer comunidad con ese prójimo como agentes de la misión de Dios para ellos y ellas. De tal manera,

Buscamos reflejar el amor generoso de Dios
Dios, quien ha creado nuestro mundo, es generoso en gracia y se regocija en la diversidad –Oh Dios, ¡cuán variadas son tus obras! En sabiduría las has hecho todas!´2 Dios ha creado al hombre y la mujer en Su imagen, y Su deseo es que todo ser humano conozca la plenitud de vida en su presencia, que conocemos como salvación.3 Dios ama a cada persona con el amor de un padre y una madre; llamados como somos a ser perfectos como nuestro Padre es perfecto, 4 sabemos que debemos mostrar ese mismo amor y respeto a toda persona.

Proclamamos a Jesucristo como Aquel que nos muestra el rostro de Dios.
Jesucristo el Hijo de Dios nos muestra ´el resplandor de la gloria de Dios´.5 Él nos abre el camino al Padre y desea que otros anden por ese camino con nosotros, nos enseña la verdad que nos hace libres, y nosotros deseamos compartir esa verdad con otras personas.6 Nuestro testimonio de Jesucristo debe ser afirmado con servicio y humildad que sean propias de Cristo7 si es que ese testimonio va a ser recibido, escuchado y recibido por nuestro prójimo, como una buena noticia del Reinado de Dios.

Celebramos el obrar del Espíritu que se hace conocido a través de los frutos del Espíritu
No nos incumbe a nosotros fijar los límites del obrar de Dios, porque la energía del Espíritu no puede ser controlada. ´El árbol se conoce por sus frutos´,8 y ´el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, generosidad, fidelidad, gentileza y auto-control.’9 Cuando encontramos esas cualidades en personas de otras tradiciones religiosas, debemos enfrascarnos gozosamente en el obrar del Espíritu en sus vidas y comunidades.

2 Nuestro contexto actual y nuestra herencia anglicana

Hoy somos llamados al discipulado en contextos muy diferentes alrededor del mundo, pero en todas partes encontramos diversidad y complejidad religiosas. Quienes en el pasado siglo predijeron que las cuestiones religiosas desaparecerían del horizonte humano han visto sus vaticinios incumplidos, cuando sociedades en todo el mundo están experimentando lo que ha sido llamado un ´retorno a lo religioso´.

Este lugar realzado de lo religioso, a nivel local y global, en este siglo 21 nuestro, tiene aspectos tanto positivos como problemáticos. Individuos y comunidades usan el lenguaje religioso para expresar dimensiones esenciales de su identidad. Los gobiernos e instituciones afines suelen preocuparse por el lugar que ocupa lo religioso en la vida pública de la nación, así como por los resultados de la interacción entre la libertad de práctica religiosa y los derechos humanos.

Al mismo tiempo, formas intolerantes y agresivas de creencia religiosa están creciendo entre todas las tradiciones religiosas en el mundo, y en algunas sociedades se registra una forma de secularismo crecientemente hostil a toda manifestación religiosa. Muchos analistas proponen un vínculo muy cercano entre el hecho de las diferencias religiosas y algunos de los conflictos más agudos e insolubles de nuestros tiempos. A través de la migración y la misión, formas y tradiciones religiosas, antes confinadas a una parte específica del mundo, se han vuelto globales en su presencia y distribución demográfica, a la vez que comunidades y barrios, ´tradicionalmente´ monótonos en cuanto a cultura y tradiciones religiosas, han sido transformados por esa misma diversidad. Por ejemplo, un abordaje de la media de temas religiosos, apropiado e informado, puede ayudar a construir comprensión y confianza mutuas, del mismo modo que imágenes equivocadas, estereotipadas o prejuiciados pueden fomentar la ignorancia y el miedo.

Estos desarrollos políticos y sociales han afectado, de una u otra manera, todos los contextos en que somos llamados a vivir y testificar de nuestra fe. En algunos lugares, nosotros mismos y nuestros predecesores en la tradición Anglicana hemos sido directamente instrumentales en estos procesos de cambio. En otros, hemos sido testigos en sociedades que cambian en nuestro derredor. En algunas partes de nuestra Comunión Anglicana, el trabajo misionero fue asociado, por mucho tiempo, con propósitos expansionistas de corte político y económico de las potencias occidentales, y la realidad es que las memorias de esos eventos pueden aún influenciar nuestra lectura de fenómenos actuales. En todos los contextos, sin importar su trasfondo histórico y presiones actuales, enfrentamos el reto de discernir los propósitos amorosos de Dios dentro de la pluralidad religiosa de la humanidad.

Estamos particularmente concientes de sociedades donde los creyentes Cristianos son una minoría y se sienten asediados y vulnerables; reconocemos que otras comunidades religiosas pueden haber experimentado las mismas circunstancias. No obstante, creemos que en el encuentro es posible experimentar la renovación de nuestra vida en Cristo, en ese mismo encuentro con personas de otras tradiciones religiosas. Al actuar en común con cristianos y cristianas de otras denominaciones, como Anglicanos podemos hacer una contribución significativa al mundo, complejo y disputado, de la pluralidad religiosa.

Como cristianos y cristianas en la tradición Anglicana, para nosotros esta contribución estará fundamentalmente conformada por las formas en que nuestra Iglesia ha respondido a la pluralidad Cristiana del mundo posterior a la Reforma, desarrollando los contornos de un abordaje Trinitario, que puede así informar nuestras respuestas a la diversidad religiosa del mundo actual.

Al reconocer que hay un solo Dios, el Creador, un abordaje Anglicano no desprecia nada como más allá de la mente de Dios, pero al mismo tiempo entiende el mundo, en sus múltiples diferencias, en la expectativa de que sea traído a la unidad y coherencia de una fuente y un fin en Dios. Esta es una disciplina que contradice directamente cualquier sectarismo, y un recurso para vivir saludablemente con la diversidad religiosa.

Al reconocer que Dios se manifiesta como tal en la vida humana específica del Hijo, los Anglicanos nos comprometemos a estructurar históricamente nuestras prioridades, a encarnar el Evangelio que proclamamos. Tal y como el ministerio de Jesús abrió paso a una serie infinita de encuentros específicos, que ahora se hace infinita a la luz de la gloria de la Resurrección, así la Iglesia Anglicana ha buscado, en su toma de decisiones, prestar atención a los contextos particulares donde obra su misión.10 Ha tratado con suma cautela la opción de emitir declaraciones generalizadas sobre sistemas eternos y ahistóricos, prefiriendo reservar sus opiniones –incluyendo sus opiniones sobre otras tradiciones religiosas- a través de una búsqueda localizada, encarnada, de las implicaciones de la fe católica en una situación histórica y social en particular.

Al reconocer que la obra del Espíritu Santo no tiene que ver solamente con ´interioridad´, sino que provee las condiciones operativas para que florezca la vida social,11 el Anglicanismo ha fomentado la formación de contextos sociales donde las presiones hacia la libertad y hacia el orden están basadas en una visión positiva de la comunidad humana.12 Al negarse a priorizar únicamente ni la conciencia interna o la autoridad externa en la búsqueda de la plenitud humana, los Anglicanos se han determinado a ministrar a las comunidades en su totalidad, a encontrar formas de capacitar a las personas de convicciones robustamente contradictorias a vivir en común de manera que sea beneficiado el bien común. Esta comprensión del Espíritu como fuente de reglas fundamentales para la vida social productiva es fácilmente transferible a nuevas situaciones de pluralidad religiosa.

3 Formando perspectivas anglicanas: leyendo las Escrituras

La Biblia tiene primacía en la metodología teológica Anglicana, en el sentido que buscamos ser una comunidad que vive en obediencia a Jesucristo, la Palabra eterna de Dios que es revelado a través de las palabras de las Sagradas Escrituras. Al identificar el mensaje de la Biblia para el tiempo presente, el método Anglicano reúne la sabiduría de la tradición y la razón para la interpretación del texto a la luz de la experiencia. Nuestra presencia y participación de contextos multi-religiosos nos lleva a leer las Escrituras de nuevas formas. Venimos a reconocer que el pueblo de Dios ha conocido antes los retos y oportunidades de vivir en una pluralidad religiosa, y que esas experiencias han dado forma a los textos de las Escrituras.

De tal manera, Israel adoraba al Señor y Dios Único, pero mientras coexistía entre las naciones del Antiguo Medio Oriente, cada una siguiendo su propio dios. Los primeros seguidores del Camino confesaban el nombre de Jesús entre las muchas filosofías y cultos que poblaban el Imperio Romano, y entre los reinos al Oriente de ese Imperio. Al igual que el pueblo de Dios de nuestros días, podemos ver cómo el texto bíblico cobra vida de una forma renovada, por ejemplo, cuando conectamos nuestro discipulado con temas que provocan preguntas similares a los que podemos reconocer en el texto bíblico. Para muchos en la Comunión Anglicana, la Biblia habla con inmediatez y claridad sobre sus situaciones contemporáneas de encuentros inter-religiosos.

Muchos pasajes del Nuevo Testamento son testimonio de la pasión y persistencia con que los primeros Cristianos se esforzaron en comprender su lugar dentro del propósito de Dios para su pueblo Israel. Fuesen Judíos o Gentiles, todos creían que Dios se había revelado, de manera decisiva y definitiva, en la persona y la obra del judío Jesús de Nazaret, y fue esa convicción lo que dio tal intensidad a sus esfuerzos por comprender la significación teológica de la ley judía y la religión del pueblo Judío.

Es de la misma complejidad y riqueza de esos textos que recogen estos esfuerzos que han surgido diferentes formas de entender las relaciones Cristiano-Judías en la historia de la Iglesia. ´Una comprensión correcta de la relación con el Judaísmo es fundamental para la misma auto-comprensión del Cristianismo´.13 Mientras buscamos una guía y referencia para esta área tan importante en la actualidad, necesitamos reconocer la continua validez y relevancia de la cultura y religión Judías durante los últimos dos mil años. Debemos así ´rechazar cualquier perspectiva del Judaísmo que lo considere un fósil vivo, simplemente superado por el Cristianismo´.14 Nuestras escrituras nos hablan de formas renovadas cuando las habilitamos para una conversación con textos sagrados de otras religiones, según la práctica conocida como ´Razonamiento Escritural´.15

Por ejemplo, si nos creemos en un diálogo con Dios que es habilitado por las palabras de la Biblia, puede entonces ser una experiencia profundamente creativa y de humildad el leer la Biblia junto a Musulmanes que, en su propia perspectiva, afirman haber recibido una comunicación singular del Dios Uno, a través del texto del Qur’ān. Por una parte, escuchar el claro imperativo de ´No darás falso testimonio contra tu prójimo´,16 y por otra, reconocer la profundidad espiritual de partes de las escrituras Hindúes, nos puede ayudar a considerar mejor cuán a menudo nos enfrentamos a versiones tan distorsionadas de los demás que, por ejemplo, a menudo descartamos al Hinduismo como una mera idolatría politeísta.

Al atesorar los principios de ´leer, marcar, aprender y digerir internamente17 que nuestra misma espiritualidad Anglicana recomienda para las Escrituras, podemos ser retados por la intensa y prolongada atención con que la tradición Budista enseña para que las sutras se conviertan en realidades interiores de los creyentes. Si las colocamos junto a las escrituras de otras religiones, así como los textos transmitidos oralmente de otras tradiciones, leer la Biblia en estos contextos renovados puede lo mismo motivarnos que retarnos a involucrarnos con personas de diferentes tradiciones religiosas.

4 Formando perspectivas Anglicanas: tradición y razón

Hay un principio Anglicano tradicional para la interpretación de las Escrituras a la luz de la tradición y la razón, queriendo decir con esto, respectivamente, que se interpreta la Biblia en la conciencia de participar de la mente de la Iglesia, en desarrollo, y la mente de las culturas en que la Iglesia se puede encontrar.18 La tradición y la razón son conformadas por la experiencia vivida de cristianos y cristianas en su doble contexto de Iglesia y sociedad, y así la tradición y la razón son tan inseparables como lo son esos mismos contextos.

La tradición en desarrollo de una reflexión teológica distintivamente Anglicana sobre las relaciones con otras tradiciones religiosas ha crecido a un contexto ecuménico más amplio, y ha recibido contribuciones significativas de otras iglesias cristianas, al menos, desde la Conferencia Misionera de Edimburgo, en 1910. El Segundo Concilio Vaticano emitió la declaración Nostra Aetate en 1965, y la obra del Consejo Mundial de Iglesias ha tenido considerable influencia, por ejemplo, en la enseñanza de sucesivas Conferencias de Lambeth. La Conferencia de 1988 recomendó para el estudio de la Comunión un texto teológico fundamental como Judíos, Cristianos y Musulmanes: El Camino del Diálogo.19 La Conferencia de 1998 dedicó particular atención a las relaciones con el Islam, y dio el mandato a la Red de la Comunión Anglicana para Asuntos Inter Religiosos (NIFCON) a ´monitorear relaciones Cristiano-Musulmanes y reportar con regularidad´.

En sus estudios y traducciones de las Escrituras Hebreas, varios de los pioneros del Anglicanismo se alimentaron de los escritos de rabinos Judíos. Posteriormente, mientras les eran presentadas las Escrituras Sagradas de otras tradiciones religiosas, los Anglicanos continuaron entre la vanguardia de quienes se comprometían al estudio textual de la religión, a menudo en cooperación con colegas de otras religiones. El uso Anglicano de la razón también se fundamentaba en perspectivas filosóficas, sociológicas y psicológicas, a fin de informar una respuesta teológica a la creciente conciencia de la pluralidad religiosa. Desde todas las ramas del Anglicanismo, evangélica, católica y liberal, estudiosos misioneros, tanto hombres como mujeres, contribuyeron al trabajo de Cristianos de cada lugar en el desarrollo de una teología de misión y diálogo, a través de sus mismos encuentros de fe.

La tradición y la razón son desplegadas en el Anglicanismo a través de la experiencia vivida del discipulado cristiano en un amplio rango de contextos diferentes, y esta misma variedad ha contribuido a la marcada pluriformidad de los abordajes teológicos anglicanos a temas inter-religiosos. Sin embargo, en cada contexto la experiencia Anglicana ha sido conformada por una referencia constante a la plegaria y al culto, por una preocupación por el bienestar del todo de la sociedad, y por la centralidad concedida a la práctica pastoral. Uno de los énfasis distintivos que surge de estas prioridades ha sido colocar en el mismo centro de nuestras experiencias una amistad profunda, sólida y modelada en Cristo, con personas de otras tradiciones religiosas.

A lo largo de toda una diversidad de contextos, sea en comunidades de mayoría o minoría demográfica, sea en lugares de vulnerabilidad u opulencia, sea en condiciones de diálogo o tensión, los Anglicanos hoy en día continúan enfrascándose en temas que incluyen la consideración de las diferencias religiosas, como campo de prueba esencial para el discipulado, proveyendo oportunidades y retos que deben ser combinados con efectividad. Ya en este nuevo milenio, la Red de la Comunión para temas Inter Religiosos, ha convocado o participado en un número de consultas fundamentales que han lidiado con temas regionales particulares con resonancia e implicaciones globales.

Por ejemplo, en Bangalore (India) en 2003, una consulta del Sudeste de Asia sobre ´misión y diálogo´ subrayó la importancia de involucrarse en diálogo inter religioso respetuoso y confiado, a la vez que apoyaba con vigor el testimonio a favor de la causa de minorías que sufren opresión religiosa.20 En Oslo (Noruega), también en 2003, Anglicanos y Luteranos de las iglesias del Norte de Europa reunidas en la Comunión Porvoo, destacaron la necesidad de mantener la integridad del ministerio de la iglesia a la vez que habilitaban el cuidado pastoral del otro ecuménico.21 En Kaduna (Nigeria), en 2007, en una reunión celebrada en el contexto Cristiano-Musulmán de África Occidental, una consulta sobre ´fe y ciudadanía´ apuntó al reto de ofrecer un testimonio convincente del Evangelio, a la vez que continuar como un espacio de bienvenida para el prójimo de otra tradición religiosa, como colaboradores para el bien común.22

De estas y otras reuniones, y de lo que podemos escuchar a lo largo de la Comunión, es evidente que nuestras iglesias pueden ser renovadas en su vida y misión cuando se comprometen, como parte de su discipulado, a estar presente y a involucrarse en la vida común con otras comunidades religiosas. Podemos reconocer los siguientes tres patrones dinámicos por los que, de manera particular, somos guiados hacia la novedad de vida. Primero, al mantener nuestra presencia entre comunidades de otras religiones, estamos haciendo realidad nuestra identidad como el cuerpo de Cristo en cada lugar. Segundo, al involucrar nuestras energías con otros grupos religiosos, para el bien y transformación de la sociedad, estamos siendo enviados en el poder del Espíritu en cada situación contextual. Tercero, al ofrecer nuestra embajada y hospitalidad a nuestro prójimo de una diferente tradición religiosa, estamos a la vez dando y recibiendo la bendición de Dios nuestro Padre.

5 Celebrando la presencia del cuerpo de Cristo

Nuestra presencia cristiana entre otras religiones es honrada por nosotros mismos cuando somos fieles a nuestro compromiso a ser testigos en lugares particulares, y también puede ser honrada por otros a través del respeto que pueden mostrar por esa presencia. Las iglesias Anglicanas están llamadas a mantener una presencia en lugares muy diferentes alrededor del mundo, a sostener allí un sentido de lugar sagrado, tiempo sagrado y vidas consagradas, a través de las cuales la plegaria y el testimonio pueden ser generados en comunidades locales.

Al hacer esto, nos convertimos en signos de la vida abundante de Dios en su mundo, una vida que invita a otros a participar de sus ritmos. En algunos lugares, esa invitación será rechazada y, en contextos de hostilidad y persecución, simplemente mantener una presencia Cristiana puede ser una empresa peligrosa y costosa. En otros lugares, podemos encontrar que nuestra presencia es bienvenida por personas de otras tradiciones religiosas, quienes honran sus símbolos externos, como edificios, liturgia y sacerdocio, y quienes aprecian nuestro cuidado pastoral, ofrecido a toda persona, sea de la tradición religiosa que sea.

Tanto el rechazo como la aceptación pueden levantar en nosotros un sentido renovado de los tesoros que nos han sido confiados con el único propósito de compartirlos con otros. La fe cristiana es un don que, fácilmente, podemos asumir como dada, y al mismo tiempo, podemos comenzar a considerarla como algo de nuestra posesión y voluntad. Una experiencia renovadora puede ser que otros nos recuerden el valor vital de la fe, y su libre acceso y disponibilidad para toda persona. De este modo, nuestra presencia entre personas de otras tradiciones religiosas se convierte en un peregrinar hacia una comprensión más profunda de quiénes somos, ´y el final de toda nuestra exploración será llegar justo a donde comenzamos, para realmente conocer el lugar, por primera vez´.23

Las relaciones inter-religiosas no siempre han estado marcadas por el respeto mutuo. La santificación del tiempo y el espacio es un proyecto tanto para otras tradiciones religiosas como para la nuestra propia, y cualquier espacio o comunidad local puede convertirse en un terreno de disputa. Debemos comprometernos a trabajar y orar por la paz y el bienestar de las ciudades y sociedades donde vivimos y convivimos,24 a medida que nuestros encuentros con personas de otras tradiciones religiosas nos retan a mostrar actitudes de apertura y gracia a quienes no comparten esos mismos lugares específicos con nosotros. Dado que una presencia que no pueda ser manifestada a otros no puede, en manera alguna, servir estos propósitos, por ello nos esforzamos por preservar los principios de libertad religiosa para toda persona, algo que reconocemos como central y esencial para los derechos humanos.

Dondequiera que es reprimida la libertad de la Iglesia, dondequiera que las personas cristianas son oprimidas, reconocemos que seguimos llamados a la costosa vocación de ofrecer amor y plegaria a todos por igual. La continua vitalidad de la Iglesia sufriente es un recordatorio para todos nosotros de esa tremenda fortaleza de la comunidad que, en su fragilidad, se abraza al pie de la cruz. Nuestra comprensión y práctica de la reciprocidad en relaciones inter religiosas globales debe ser conformada por la enseñanza de nuestro Señor de una generosidad que trasciende la venganza –Jesús dijo: ´Amen a sus enemigos y oren por quienes les persiguen.25 Al mismo tiempo, reconocemos que, como hermanos y hermanas en el cuerpo de Cristo, es imperativo que ofrezcamos nuestro apoyo y solidaridad a los cristianos y cristianos que tienen que dar testimonio de su fe en contextos hostiles.

Nuestro compromiso de ser una presencia estable en cada lugar, a santificar la vida de la comunidad local a través de la oración y el testimonio, y al mismo tiempo, a valor más profundamente y compartir más vívidamente el tesoro que nos ha sido confiado, es una respuesta a la lógica encarnacional que vive en el corazón del relato cristiano. La presencia que vivimos es la presencia del cuerpo de Cristo: la presencia de Dios que se expresa y revela a sí mismo en nuestro medio por medio de cuerpo y vida, dando una vida, muriendo una muerte, y resucitando a nueva vida. A través de su cruz y resurrección, Jesús nos da perdón, salud y nueva vida, y nos conforma en una comunidad que ofrece estas bendiciones a nuestro prójimo, en cada lugar, en un patrón de discipulado generoso y de gracia.

Más particularmente aún, cuando damos culto y alabanza a Aquel quien era todo y se hizo pobre por nuestra causa,26 vaciándose a sí mismo a la forma de un esclavo,27 recordamos que Jesús está presente, no solo en el ministerio y los sacramentos de su Iglesia, sino también en la persona del pobre, el hambriento y el oprimido.28 Nuestra presencia entre ellos debe ser una presencia de servicio, testimonio y empoderamiento, sea la persona de la tradición religiosa que sea. Creemos que, en Cristo, Dios ha venido entre nosotros como un ser humano viviendo entre otros seres humanos, y como alguien que en su humanidad cruzó las fronteras que separaban a personas de diferentes grupos entre sí.

6 Comunicando la energía del Espíritu

Al mantener nuestra presencia en los contextos de diversidad y conflicto religioso donde nuestras iglesias están llamadas a testificar, también necesitamos involucrarnos con estos contextos, lo mismo contribuyendo a que alimentándonos de las fuentes de energía transformadora que ya existen en nuestras sociedades. Y, al involucrarnos en esos contextos, nos damos cuenta de que somos enviados para compartir en la misión del Espíritu Santo de transformación y renovación. En algunos casos, las fuerzas energéticas de transformación en nuestras sociedades serán canalizadas a través de las estructuras de las comunidades religiosas. En otras, será a través de redes y agrupaciones de estructuras más flexibles, que son igualmente capaces de inspirar y agrupar la inspiración y motivación de los valores y creencias de las diversas religiones. Las iglesias pueden experimentar una renovación cuando son abiertas y adaptables al trabajo en compañerismo con otros por los bienes comunes de la paz, la justicia y la integridad de la creación. Las convicciones de John Wesley,29 de que aunque podemos tener el mismo corazón, aunque no tengamos la misma opinión, son muy relevantes para quienes trabajan y testifican junto a personas de diferentes confesiones religiosas, en proyectos prácticos de mejoramiento comunitario y global.

En un mundo de creciente materialismo y objetivación, como Cristianos podemos encontrar un propósito común en la afirmación de los valores espirituales más vitales, en la renovación de nuestro compromiso con un mundo mejor, en la evocación renovada de nuestras energías y dones para el servicio a los demás. Cuando es posible una colaboración así, somos abiertos al Espíritu dador de vida, en cuyo poder somos guiados como el pueblo de Jesús. El obrar de este Espíritu no tiene restricciones y es para siempre sorprendente; cuando somos nacidos y guiados por el Espíritu, sabemos que el Espíritu es como el viento, que ´sopla hacia donde quiere´, escuchamos ´su sonido pero no sabemos de dónde viene ni a dónde va´.30 Un reconocimiento de cuán impredeciblemente soberana es de la misión del Espíritu en el mundo puede liberarnos hacia nuevas formas de involucrarnos con personas de diferentes religiones en búsqueda del bien común.

No toda energía es creativa, y no todo espíritu poderoso debe ser aliado con el Espíritu Santo de Dios. Hay manifestaciones religiosas, y formas religiosas en general que pueden albergar un lado tenebroso, represivo, divisorio, aún violento. Por muy inadecuada que resulte la palabra ´fundamentalismo´, según la vemos aplicada a fenómenos muy diferentes en diversas tradiciones religiosas, subsiste en todas las comunidades un espíritu de difamación del prójimo, la agudización de las diferencias y su degeneración en ´divisiones´, la supresión de la variedad, la destrucción del vulnerable. Las religiones han sido y son abusadas por quienes buscan su beneficio exclusivo, para la promoción de intereses muy localizados, la justificación de lujos y la explotación de los demás. En parte como resultado de tales distorsiones, crece la relevancia y atracción de formas militantes de secularismo en muchos lugares del mundo.

Estos peligros muestran la necesidad de un discernimiento cuidadoso cuando los Anglicanos nos involucramos con otras tradiciones religiosas y sus representantes, en un proceso que debe probar y dar por apropiados nuestros propios motivos también. En el poder del Espíritu, nos ha sido confiado un ministerio de reconciliación, y una de las formas más difíciles en que demostramos ese poder en el mundo de hoy es a través de nuestro compromiso para la mediación pacífica de conflictos, el trabajo por la paz, la liberación de la verdad y la edificación de la comunidad en lugares donde personas de diferentes tradiciones religiosas están en franca enemistad. Para cumplir esos compromisos, necesitamos buscar el empoderamiento y la inclusión de las mujeres, la niñez, las personas marginadas y todos los excluidos.

El Espíritu de Dios que nos guía hacia toda verdad, y con ello nos libera, es el mismo Espíritu que conoce cada uno de nuestros corazones. Es este Espíritu, que viene a nosotros en nuestra debilidad y fragilidad, quien nos capacita para ser testigos del señorío de Jesús, y para presentar a otros la fe que nos da vida por medio de Su nombre. De manera que el evangelismo está ligado a la colaboración práctica, el trabajo por la reconciliación y el diálogo inter-religioso, cuando todas estas son formas de compartir en la comunicación energética que es la misión del Espíritu de Dios hoy. El deseo de ver a otros venir a Cristo es una motivación fundamental de esa misión, y cuando el Espíritu Santo obra en el corazón de nuestro prójimo para traerles a la fe en Jesús, entonces nos regocijamos. No obstante, siempre recordamos que esta es la obra del Espíritu, y no nuestra obra, y por ello repudiamos cualquier intento de coaccionar o manipular a nadie hacia cualquier tipo de conversión ´religiosa´.

7 Practicando la embajada y hospitalidad de Dios

Del mismo modo que Dios desborda su vida en el mundo y permanece inmutable en el corazón de la Trinidad, así nuestra misión es tanto un envío como un habitar. Estos dos polos de la embajada y la hospitalidad, un movimiento de ´salida hacia´ y una presencia de ´bienvenida a´, son indivisibles y mutuamente complementarias, y nuestra práctica de la misión incluye a ambas.31

En el Evangelio, Jesús enseña a sus discípulos a ser embajadores en el mismo contexto en que reciben hospitalidad: ´Siempre que entren a una casa, digan primero: ´Paz a esta casa´.32 Como discípulos, hemos de aprender a ser huéspedes, y la proclamación que hacemos en nuestra embajada es, en primer lugar, la bendición de paz, el anuncio de las buenas nuevas del Reinado de Dios, y la sanación de los enfermos. Como embajadores de Cristo, nuestra misión es encontrar, saludar y reconocer nuestra dependencia en otras personas y en Dios: ´No nos proclamamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor y a nosotros como servidores de ustedes en el amor de Jesús´.33 La embajada que nos ha sido confiada es el ministerio de reconciliación,34 y el dar y recibir hospitalidad es un signo muy poderoso de que quienes antes eran extraños ahora han sido reconciliados entre sí como amigos.

La Biblia está llena de imagines que apuntan a la profundidad teológica de la relación huésped-anfitrión. Como pueblo de Dios, somos examinados en nuestra hospitalidad cuando, por ejemplo, ofrecemos lo mejor al visitante inesperado, y aún más cuando dedicamos tiempo y cuidado para proveer y socorrer el cansancio y agotamiento de nuestros huéspedes.35 Y podemos hacer esto a partir de la integridad de nuestra fe y práctica cristianas: la verdadera hospitalidad no tiene que ver tanto con el ocultar nuestras convicciones, sino con expresarlas en formas prácticas. Nosotros podemos, a la vez, recibir en amistad la hospitalidad de otras personas, algo que puede ser una experiencia poderosa de la generosidad y la eterna bienvenida que viven en el corazón de Dios. A través de este compartir de la hospitalidad, una vez más somos orientados a un tema central del Evangelio que podríamos fácilmente olvidar: somos re-evangelizados a través de encuentros de gracia con otras personas.

Los retos y problemas para la práctica de la hospitalidad son muchos y bien serios. Nuestros huéspedes pueden bien sentirse sospechosos, temerosos, o aún hostiles, del mismo modo que podríamos sentirnos nosotros cuando seamos huéspedes de otros. Todos somos sensibles al fracaso en nuestros intentos de reciprocar la hospitalidad. Sabemos que es posible utilizar la práctica de la hospitalidad, no para verdaderamente aceptar y reconocernos los unos a los otros, sino más bien para suprimir la diferencia a través de una ´armonía´ que es únicamente superficial. Necesitamos aprender que encontrarnos en situaciones embarazosas, que nos dejan perplejos o vulnerables, pueden ser parte de nuestro llamado a ser tanto huéspedes como anfitriones, porque es en ese recibirnos de los unos con los otros que nuestras diferencias pueden ser verdaderamente enriquecedoras para los demás.

La hospitalidad es fortalecida en procesos de construcción de confianza que requieren tiempo, paciencia, y que a menudo con costosos y aún dolorosos. Mientras crece esa confianza, se pueden disipar las distinciones entre huésped y anfitrión, como hacen en cualquier comida entre amigos. Llegamos a aprender que los espacios en que nos encontramos no pertenecen, en última instancia, ni a huésped ni a anfitrión, sino que pertenecen a Dios, justo como pertenecen a Dios los espacios así llamados ´neutrales´ de la vida pública. Ninguno de los lugares, situaciones o sociedades donde nos encontramos y saludamos es territorio o dominio exclusivo de grupo alguno; Dios los ha confiado para que sean compartidos por toda persona, dado que toda persona humana es hecha en la imagen de Dios.

La espiritualidad anglicana sostiene que en el corazón de nuestra vida como comunidad cristiana está una comida para quienes se saben a sí mismos como extranjeros y peregrinos en esta tierra. El mismo Jesucristo vino a sus discípulos, como alguien al principio desconocido, para partir el pan.36 La Eucaristía nos abre y hace concientes del hecho que somos también huéspedes del Padre, esperando por el completamiento y plenitud de su propósito de amor para todo y todos. Al fortalecernos con pan para el camino que nos lleva a ese lugar que es el hogar de todas las naciones del mundo, así compartimos en este peregrinar nuestra vida con nuestro prójimo, nuestros prójimos de todas las tradiciones religiosas, como ciudadanos de nuestras sociedades terrenales. Esperamos por el día en que toda la humanidad pueda, reunida, encontrarse con el anfitrión divino, el Padre que invita a todos sus hijos e hijas a compartir el gozo del banquete que Dios mismo ha preparado.

8 Enviando y permaneciendo

Nuestras relaciones humanas están marcadas, en sus mejores expresiones, por un dinamismo e interactividad que son capaces de cambiar a toda persona que participe de genuinos encuentros que nos conducen a una renovación de vida. Ya no apreciamos a quienes llamábamos ´el otro´ como opuestos a nosotros, desaparece el ´nosotros y ellos´, y se nos hacen presente, del mismo modo que nosotros nos hacemos presentes para ellos, como seres humanos cuya energía conecta con la nuestra que conecta con la de ellos, aquellos que son compañeros huéspedes en la gran casa de Dios.

Así que llegamos a conocer a nuestro prójimo, a la multitud de nuestro prójimo de diferentes tradiciones religiosas, de una forma renovada, tanto como seres humanos como aquellos que buscan, como nosotros buscamos, una orientación de sus vidas hacia Aquel que es la fuente de toda vida. Escucharemos y recibiremos de esa multitud de nuestro prójimo, aún cuando seamos nosotros quienes hablemos y demos a ellos, y es en esta mutualidad del encuentro que podemos experimentar la presencia de gracia de Dios, y de una forma renovada.

En nuestro tiempo, hemos podido apreciar una nueva disposición de parte de estudiosos y líderes de otras tradiciones religiosas en todo el mundo de involucrarse seriamente, aún a un nivel teológico, con representantes de la fe Cristiana. Dos ejemplos notables de lo anterior lo han sido las declaraciones Dabru Emet y Una Palabra Común, producida por grupos de estudiosos Judíos y Musulmanes, respectivamente.37

Las necesidades crecientes de renovar nuestras relaciones con personas de otras tradiciones religiosas debe estar fundamentada teológicamente en nuestra comprensión de la realidad de Dios que es Trinidad. Padre, Hijo y Espíritu Santo habitan los unos en los otros en una vida que es ´un movimiento de auto-entrega, dinámico, eterno y sin final´38. Esto es expresado en un enviar y un ser enviado por el Padre del Hijo y el Espíritu que es eterno, y que sin embargo cambia nuestro tiempo y espacio para llevarnos hacia el corazón de la vida de Dios. En nuestro encontrarnos con personas de otras tradiciones religiosas, también estamos llamados a reflejar, por muy imperfecto que sea el reflejo, esta dinámica de enviar y habitar. De manera que nuestros encuentros nos lleven más profundamente aún en el corazón de Dios y fortalezcan nuestra resolución para el testimonio inter-religioso.

Para celebrar a Jesús como el camino, la verdad y la vida para todos los pueblos, hemos entonces de mantener nuestra presencia entre comunidades de religiones diferentes. Canalizaremos nuestras energías hacia conectar, comunicar y reconciliarnos con otros grupos y tradiciones religiosas, a la vez que nos abrimos a la energía del Espíritu. Construiremos esa confianza esencial, a través de nuestro ofrecimiento y aceptación de hospitalidad y embajada, al responder a la invitación de gracia de Dios el Padre.

Reconocemos que la realidad de nuestra vida cristiana, como es vivida entre personas de otras tradiciones religiosas, a menudo no cumple estas aspiraciones elementales, y esto también puede resultar dolorosamente evidente para nuestro prójimo. La Teología siempre está en tensión con la experiencia, y en las relaciones inter-religiosas necesitamos vivir con una conciencia y práctica de la provisionalidad, la paradoja y la decepción. No obstante, como pueblo que encuentra su salud y sanación a través del cuerpo quebrado de Cristo y la confianza en la aventura atrevida del Espíritu, no debemos desanimarnos por el riesgo del fracaso o el rechazo. Aún en nuestro pecado, debilidad, miedo y timidez, somos retados constantemente por Dios quien nos llama a habitar con nuestro prójimo, con la multitud de nuestro prójimo, como signos de su misma presencia divina con ellos y ellas, y quien nos envía para involucrarnos como agentes de su misión entre ellos y ellas. A través del culto y la plegaria, el Dios trino nos forma para ser un pueblo llamado a la novedad de vida en la misma experiencia del encuentro inter-religioso.

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté con todos nosotros, ahora y siempre.

Notes
1. Hech 17.27-28. San Pablo cita al poeta Arato: ´Porque nosotros también somos su descendencia´
2. Sal 104.24.
3. 1 Tim 2.4.
4. Mt 5.48.
5. Heb 1.3.
6. Jn 14.6.
7. 2 Cor 4.5.
8. Mt 12.33.
9. Gal 5.22f.
10. Esto puede ser visto como un paralelo teológico del desarrollo de la ley común inglesa, con su apelación a precedentes junto con su aperture a nuevas aplicaciones en nuevos casos.
11. Pentecostés, la fiesta cristiana del Espíritu, corresponde al festival judío de Shavuōt, asociado con el don de la Torah, que está conectada tanto con la vida social como con la respuesta interna a Dios.
12. Para nuestros predecesores anglicanos, que buscaban trazar una vida media para su iglesia en el mundo dividido de los siglos 16 y 17, las presiones hacia el libertarianismo y el autoritarianismo eran identificadas con el Nonconformismo Protestante y el Catolicismo Romano, respectivamente.
13. Jews, Christians and Muslims: The Way of Dialogue (recomendado para estudio por la Conferencia de Lambeth 1988), §13.
14. Ibid., §16.
15. El ´Razonamiento Escritural´ es ´una práctica de lectura grupal de las escrituras del Judaísmo, Cristianismo e Islam, que busca construir socialidad entre sus practicantes y proveer Fuentes de conocimiento y sabiduría y compassion para la sanación de comunidades divididas y para reparar el mundo´ (Steven Kepnes, ‘A Handbook for Scriptural Reasoning’, p.23, en David F. Ford and C. C. Pecknold, ed., The Promise of Scriptural Reasoning, (Oxford: Blackwell, 2006); también disponible en Journal of Scriptural Reasoning website, http://etext.lib.virginia.edu/journals/jsrforum/). Esta práctica tiene sus orígenes en el diálogo entre estudiosos Judíos y Cristianos.
16. Ex 20.16, Dt 5.20.
17. Libro de Oración Común, Colecta para la Segunda Domínica de Adviento.
18. Informe de Virginia Report (Informe de la Comisión Teológica y Doctrinal Inter-Anglicana, 1997), §§ 3.8-3.11.
19. Publicado como Apéndice 6 en The Truth Shall Make You Free: The Lambeth Conference 1988 – The Reports, Resolutions and Pastoral Letters from the Bishops (ACC, 1988). En preparación para Lambeth 1988, el Consejo Consultivo Anglicano republicó, para su estudio y reflexión por todas las diócesis de la Comunión, el informe de 1984 de la Iglesia de Inglaterra, Towards a Theology of Inter-Faith Dialogue, junto con una respuesta del Obispo Michael Nazir-Ali titulada That Which Is Not To Be Found But Which Finds Us.
20. Informe disponible en http://nifcon.anglicancommunion.org.
21. Líneas guías disponibles en www.porvoochurches.org.
22. Informe disponible en http://nifcon.anglicancommunion.org.
23. T. S. Eliot, ‘Little Gidding’, V, en Four Quartets.
24. Jer 29.7
25. Mt 5.44.
26. 2 Cor 8.9.
27. Phil 2.7.
28. Mt 25.31ff.
29. John Wesley, Sermón XXXIV en Forty-Four Sermons on Several Occasions. Wesley lee en el texto de 2 Reyes 10.15, la necesidad de un ´espíritu católico´ entre cristianos de diferentes persuasiones doctrinales, pero es fácil ver la aplicación de este principio para relaciones que lidian con diferencias más amplias y profundas como las requeridas entre diferentes religiones.
30. Jn 3.8.
31. Embassy, Hospitality and Dialogue: Christians and People of Other Faiths – Informe a la Conferencia de Lambeth 1998 por Obispo Michael Nazir-Ali, disponible en http://www.lambethconference.org/.
32. Lc 10.5-9.
33. 2 Cor 4.5.
34. 2 Cor 5.20.
35. Gen 18.1-15, Heb 13.2.
36. Lc 24.16.
37. Dabru Emet: A Jewish Statement on Jews and Christianity (2001), disponible en www.icjs.org/what/njsp/dabruemet.html; A Common Word between Us and You: An Open Letter and Call from Muslim Religious Leaders (2007), disponible en: www.acommonword.com.
38. The Church of the Triune God – The Cyprus Agreed Statement of the International Commission for Anglican-Orthodox Theological Dialogue (ACC, 2006), II.5.

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