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sábado, 4 de febrero de 2012

Quinto Domingo Después de Epifanía, Año B (Marcos 1:29-39)


RECURSOS PARA PREDICAR
Quinto Domingo Después de Epifanía, Año B
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Emmanuel Vargas Alavez


PASAJE BÍBLICO:     Marcos 1:29-39

EXÉGESIS:     

VERSÍCULOS 29-39: VISTA GENERAL

Es solamente el primer versículo del evangelio de Marcos, pero ya Jesús está realizando milagros: lidiando con las multitudes que están clamando por milagros, y lidiando con los discípulos que todavía no entienden su ministerio. Ya se está yendo al desierto para orar. Ya se encuentra a sí mismo teniendo que re-enfocar las cosas, que es la proclamación del mensaje (v. 38). Este es el más corto de los cuatro evangelios, el que lleva el paso más rápido, y el que se caracteriza por las palabras “¡Y luego!” Así que necesitamos repetir el relato en cámara lenta para entender su importancia.

Hace apenas unos versículos, Simón y Andrés dejaron sus redes para seguir a Jesús, y Jacobo y Juan dejaron a su padre (vv. 16-20). Sin embargo, o tuvieron que dejar Capernaúm o habían regresado a su hogar después de una corta ausencia – en otras palabras, todavía siguen en el hogar. Esta historia se desarrolla en el hogar de Simón y Andrés. Encontraremos, en los primeros ocho capítulos de este Evangelio, numerosas referencias a barcos (3:9; 4:1, 36-37; 5:2, 18, 21; 6:32, 45, 47, 51-54; 8:10, 13-14), algunos de los que se refieren a los botes que estos cuatro nuevos discípulos dejaron atrás. “Dejando todo para seguir a Jesús es entonces sobre prioridades más que realmente abandonar a la gente y las cosas. Es sobre poner las cosas del reino primero” (Geddert).

La historia de la sanidad de la suegra de Simón sigue a la historia del exorcismo en la sinagoga del hombre que tenía un espíritu impuro, el primer acto del ministerio de Jesús (aparte del llamado a sus primeros cuatro discípulos). Este exorcismo se lleva a cabo el sábado, pero la oposición a Jesús no se ha desarrollado, y no hay reacción a la realización del exorcismo que realizó el sábado.


VERSÍCULOS 29-31: LA TOMÓ DE SU MANO Y LA LEVANTÓ

29Y luego saliendo (griego = euthus, inmediatamente) de la sinagoga, vinieron á casa de Simón y de Andrés, con Jacobo y Juan.  30Y la suegra de Simón estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de ella.  31Entonces llegando él, la tomó de su mano y la levantó (griego = eiren, levantar); y luego la dejó la calentura, y les servía (griego = diekonei, de diakoneo, de donde obtenemos nuestra palabra diácono).


El versículo 29 abre con la palabra griega euthus, y luego, inmediatamente. Marcos usa esta palabra frecuentemente en su evangelio, y le viene bien a su estilo apresurado y de movimientos rápidos que tiene su forma de escribir.

Hoy día todavía existe en Jerusalén una casa que los estudiosos creen que era la casa de Simón y Andrés. Está al lado de la sinagoga, así que debía ser asunto de unos cuántos pasos para Jesús y sus discípulos ir de la sinagoga a la casa. Mateo 4:13 nos dice que en su vida adulta Jesús tuvo su hogar en Capernaúm, pero nadie ha podido identificar su casa. Tal vez vive en la casa cerca de la sinagoga con Pedro, Andrés, sus familias y la suegra de Simón.

La forma del versículo 29 es extraña. Cuando dice que “vinieron” ¿quiénes fueron? No hay nada en la historia anterior sobre el hombre con el espíritu inmundo que nos dé una clave, y parece lógico asumir que quienes vinieron incluye a Jesús y a los cuatro discípulos. Marcos, sin embargo, añade “con Jacobo y Juan”, una forma de ponerlo muy extraña. Los estudiosos piensan que Pedro fue una de las fuentes de Marcos para escribir su evangelio, y que Pedro originalmente le dijo a Marcos “entramos a mi casa con Jacobo y Juan”, una forma de ponerlo naturalmente, y Marcos conservó esa forma básica en el versículo 29. Este versículo, por lo tanto, provee una pequeña evidencia de que Pedro fue, en verdad, una de las fuentes de Marcos para las historias que incluyó en su evangelio.

La suegra de Simón está enferma, y Jesús la sana. Marcos no menciona a la esposa de Simón, y su suegra asume el papel de anfitrión, sugiriendo que ella es la única mujer o que es la jefa de las mujeres en ese hogar. También nos podemos imaginar que Pedro es viudo, excepto porque en 1 Corintios 9:5 indica que la esposa de Pedro lo acompaña.

Jesús “la tomó de su mano y la levantó” (v. 31). Este gesto es amable y útil, pero no ortodoxo. En esa cultura, los hombres no tocaban a las mujeres de esa forma. Jesús, sin embargo, frecuentemente toca a las personas que necesita sanidad, incluso al leproso (1:41), a quien no podía tocar sin hacerse impuro él mismo.  A nosotros nos cuesta trabajo tocar a las personas que están enfermas, en parte porque no queremos lastimarlas, pero, en mayor medida, porque tememos contagiarnos de su enfermedad. En años más recientes, nuestro entendimiento de las bacterias y virus refuerzan nuestra tendencia, pero tampoco queremos tocar a personas con cáncer o alguna otra enfermedad no contagiosa. Sin embargo, hay sanador en el toque humano. Jesús no tenía miedo de tocar.

Jesús la levantó. El verbo en griego es egeiren. Marcos usa este mismo verbo cuando nos relata que Jesús levantó a una niña pequeña de la muerte (5:41-42), y la resurrección de Jesús (14:28; 16:6). “Marcos probablemente desea implicar, por lo tanto, que el poder de ‘levantar’ que se manifestó en el milagroso ministerio sanador de Jesús fue el mismo poder escatológico por el que Dios después lo resucitó de la muerte” (Marcus, 199).

“Luego la dejó la calentura, y les servía” (v. 31). Aunque Jesús ya ha realizado un exorcismo, este es su primer milagro. La suegra, una vez sanado, comienza a servir a los hombres. Algunas mujeres de hoy encontrarán esta historia ofensiva por el papel estereotipado de servidumbre de la mujer. Sin embargo, es posible ver esta historia bajo una luz diferente:

––  Jesús honra a las mujeres haciendo a una mujer el sujeto de este primer milagro del evangelio. También levantará de la muerte a la hija de Jairo (5:21-24, 35-43) y sanará a la mujer con la hemorragia (5:25-34). Evidentemente las mujeres también están entre quienes son sanadas cuando toda la ciudad acampa alrededor de la puerta de Jesús (vv. 33-34), pero también tenemos estas tres historias donde Marcos resalta la sanidad de las mujeres.

––  La mujer probablemente era avergonzada por si falta de habilidad para servir como una anfitriona adecuada. Jesús le quita esa ansiedad sanándola y habilitándola para que llevara a cabo sus actividades de manera normal.

––  El milagro típico incluye una forma de confirmación de que la sanidad se llevó a cabo. En su caso, el servicio de la mujer provee esa confirmación. Está suficientemente sana para retomar sus actividades normales.

––  Mucho más significativamente, Jesús viene en un papel de siervo, “tampoco vino para ser servido, mas para servir” (10:45), y llama a sus discípulos a hacer lo mismo. Los discípulos varones consistentemente fallan para entender esto, pero Marcos describe a las discípulos mujeres de una mejor manera. “Este es el primero de una serie de incidentes en que una mujer representa una respuesta más alta (la viuda pobre, la mujer con el perfume, las mujeres bajo la cruz, las mujeres en la tumba” (Williamson, 55).


VERSÍCULOS 32-34: SANÓ A MUCHOS Y ECHÓ FUERA MUCHOS DEMONIOS

32 Y cuando fue la tarde, luego que el sol se puso, traían á él todos los que tenían mal, y endemoniados; 33Y toda la ciudad se juntó á la puerta.  34Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocían.


La gente espera hasta la noche, cuando el sábado oficialmente ha terminado, para traer a quienes estaban enfermos y poseídos para que Jesús los sanara. “La dimensión escatológica de las acciones de Jesús es subrayada por el repetido énfasis en su cumplimiento: le trajeron a todos los que tenían enfermedades y a los endemoniados a la casa en que estaba Jesús, y toda la ciudad se agolpó a la puerta” (Marcus, 200).

Jesús imagina la desesperación de toda esa gente. Algunos tienen hijos o esposas que están enfermos o por morir. Otros tienen a seres queridos que no se pueden ocupar de actividades normales por una disfunción: esposos que no pueden trabajar, niños y niñas que no pueden jugar con sus amigos. Viven en un mundo que no puede apoyar muy poco en el aspecto de remedios. Son ellos los que escuchan rumores de que un gran sanador se encuentra en la sinagoga, e inmediatamente llevan a sus amados enfermos a la puerta de Jesús, esperando contra esperanza.

Jesús los sana y echa fuera demonios. En este evangelio “sanar se lleva a cabo cuando la autoridad [de Jesús] se reconoce, ya sea por los espíritus, que saben quién es él…, o por los enfermos, que llegan a él en fe de que tiene poder para sanarlos… Donde no hay fe – no se reconoce su autoridad – no hay sanidad. En la presentación de Marcos, entonces los milagros son esencialmente cristológicos: nos presentan con la autoridad de Jesús y demanda una respuesta de nosotros” (Hooker, 72-73).

Jesús “no dejaba decir á los demonios que le conocían” (v. 34). En este evangelio, Jesús calla no solamente a los demonios (1:25; 3:12), sino también a quienes reciben el beneficio de su sanidad (1:44; 5:43; 7:36; 8:26), e incluso a sus discípulos (8:30; 9:9). Por lo tanto, “Marcos presenta una paradoja. Las historias milagrosas (exorcismos, sanidades, resurrecciones, y milagros con la naturaleza) ocupan más de 200 versículos (más que la narración de la pasión), y virtualmente forman la mitad del evangelio antes del ministerio en Jerusalén. Pero aún así están acompañadas por un mandato de silencio y tienen una pequeña parte en la segunda pare del evangelio” (Donahue y Harrington, 85).

Parecería que Jesús y su ministerio se beneficiarían de este despliegue de su poder. Su habilidad para sanar hace que la gente lo siga y atestigüe su gran autoridad (una palabra importante en este evangelio). ¿Por qué mandaría silencio? Hay varias posibilidades, y tal vez todas sean ciertas:

––  La gente venía para ser sanadas, no por salvación. Solamente ven a Jesús como un sanador mágico, no como Hijo de Dios. La sanidad que Jesús otorga es secundaria a la salvación que trae. Por lo tanto, mientras que su poder sanador demuestra su autoridad, al mismo tiempo distrae a la gente de su mayor misión.

––  Jesús no busca el honor de los demonios. Más tarde, los enemigos de Jesús dirían que obtiene su poder de Belzebú, el príncipe de los demonios (3:22-30). Si Jesús permitiera a los demonios identificarlo en ese momento, eso solamente le daría credibilidad a esos cargos más tarde.

––  Los demonios entienden quién es Jesús porque ellos son seres espirituales. La identidad de Jesús no será clara para otros hasta su muerte y resurrección. Pedro tiene un buen principio al identificar a Jesús en el capítulo 8, pero inmediatamente reprendido por no entender realmente. la Mujer que unge a Jesús con el perfume parece estar en lo correcto (14:1-11), tal como lo hace el centurión en la cruz (15:39), pero estos son testigos excepcionales. Jesús no se permitirá a sí mismo ser definido por quienes verdaderamente no lo entendían.

––  Si la gente iba a identificar a Jesús como Mesías en esta etapa temprana de su ministerio, esperarían que cumpliera expectativas nacionalistas organizando un ejército, expulsando a los romanos, y restableciendo a Israel como la gran nación que había sido bajo el rey David. Esto es completamente diferente de la visión de Jesús, y potencialmente una gran distracción.

––  Jesús modela su ministerio sobre el motivo de Siervo que se encuentra en Isaías 49:1-6, donde Dios actúa a través del encubrimiento y ocultamiento. “Aunque el Siervo siente que ‘Por demás he trabajado, en vano’ y ‘sin provecho he consumido mi fortaleza’, Dios le asegura lo contrario que sería ‘luz a las naciones’. La habilidad del mensaje del Siervo (‘Y puso mi boca como espada aguda’) y el rango de su influencia (‘y me puso por saeta bruñida’) están encubiertas con el ocultamiento (‘me cubrió con la sombra de su mano…me guardó en su aljaba’)” (Edwards, 62).


VERSÍCULO 35: SE FUE A UN LUGAR DESIERTO Y ORABA
     
35Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fue á un lugar desierto (griego = eremon¸ desolado, desierto), y allí oraba.


Ustedes pensarían que Jesús estaría cansado de su largo día de predicación, sanidad, y exorcismo, pero se levanta todavía estando oscuro, mucho antes del amanecer.

Va a un lugar desierto (griego = eremon) a orar. La palabra eremon frecuentemente se usa para hablar del desierto, que tiene un significado especial para los judíos. Fue en el desierto que Dios formó a los israelitas – los redimió – los convirtió en el Pueblo de Dios. Juan el Bautista llamó a la gente al arrepentimiento para el perdón de pecados en el desierto. Fue en el desierto que Jesús triunfó sobre las mortales tentaciones de Satanás.

Los lugares desiertos a los que Jesús va a orar no son el desierto – no hay desierto en los alrededores de Capernaúm. Más bien, el lugar a donde va Jesús debe ser espiritualmente semejante al desierto: un lugar donde puede estar libre de distracciones, un lugar donde se puede dar sin reservas a la oración, un lugar donde puede encontrar la fortaleza de Aquel a quien ha venido a servir.


VERSÍCULOS 36-39: VAMOS A LOS LUGARES VECINOS

36Y le siguió (griego = katedioxen) Simón, y los que estaban con él; 37Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.  38Y les dice: Vamos á los lugares vecinos (griego = komopoleis), para que predique también allí; porque para esto he venido.  39Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.


Esta frase, “Simón y los que estaban con él”, es interesante. ¿Por qué Marcos no los llama discípulos? Tal vez porque no se están portando como discípulos. La palabra discípulo significa aprendiz. La tarea del discípulo es escuchar y aprender. En este caso, Simón y sus compañeros no están escuchando, sino hablando – diciéndole a Jesús lo que está pasando – y urgiéndolo a seguir su liderazgo.

La palabra griega katedioxen, casi tiene un tono hostil, “perseguirlo” es una buena traducción. La gente usaría esa palabra para hablar de perseguir una presa, o buscar por un niño errante. “En Marcos, ‘seguir’ a Jesús generalmente se refiere a los esfuerzos de aquellos que lo distraerán (3:32; 8:11) o se le oponen (11:18; 12:12; 14:1, 11, 55)” (Craddock, 98).

“Hay un tono de reproche en la declaración ‘todos te buscan’” (Lane, 82). La implicación es que Jesús ha errado al buscar tiempo para orar a solas. Ya habrá tiempo de sobra para orar, pero en este momento está la gente, mucha gente, que están ansiosos por ver a Jesús. El ministerio de Jesús es nuevo, y los discípulos están emocionados por la ansiosa multitud. “¡Ven Jesús! ¡El deber llama! ¡Oportunidades como ésta no aparecen todos los días! Puedes orar mañana. Ven y encárgate de esta multitud”.

Jesús, sin embargo, no tiene nada de eso. Ha enseñado en la sinagoga de Capernaúm, ha sanado a los enfermos y exorcizado a los poseídos. Las multitudes responden a su ministerio sanador, pero existe muy poca evidencia de que su interés vaya más profundo. Jesús no ha venido principalmente para sanar, sino para llamar a la gente al arrepentimiento. “El grave peligro era que la gente, viendo sus actos de sanidad meramente como hechos espectaculares mágicos, no alteraría su relación con el Dios Altísimo” (Hare, 32). Ese parece ser el caso en Capernaúm. Después, Jesús diría, “Y tú, Capernaúm, que eres levantada hasta el cielo, hasta los infiernos serás abajada; porque si en los de Sodoma fueran hechas las maravillas que han sido hechas en ti, hubieran quedado hasta el día de hoy (Mateo 11:23; ver también Lucas 10:15). Es interesante notar que Jesús tiene poco éxito en Nazarea, su pueblo de la infancia, o en Capernaúm, su hogar de adulto.

Jesús llama a sus discípulos a ir a los lugares vecinos (griego = kpmopoleis, de komo, que significa villa, y polis, que significa ciudad, literalmente entonces es villas-ciudades). Estas villas-ciudades eran poblaciones medianas que servían como centros comerciales para las villas de alrededor. Capernaúm ha tenido esa oportunidad. Ahora es tiempo para dar a otros esa oportunidad.

Jesús va por toda Galilea. Note la espiral externa de su ministerio. Comenzó en Capernaúm, y va a las villas cercanas, y ahora va a través de toda Galilea. A donde quiera que vaya, Jesús predica y exorciza (v. 39). Las dos cosas van juntas. Podemos aprender algo de Jesús en este punto. La iglesia de hoy día frecuentemente se encuentra a sí misma polarizada en cuanto a su misión. ¿Somos predicadores o sanadores? ¿Debemos enfatizar la evangelización o la beneficencia? ¿Debemos concentrarnos en la sanidad del cuerpo o del alma? “Este relato nos muestra que Jesús mantuvo estos aspectos en tensión. El ministerio efectivo no escoge una cosa sobre la otra… las sanidades y exorcismos (de Jesús) apoyaban su predicación y enseñanza, y vice versa” (Ramp, 181).


TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html.  Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad).


BIBLIOGRAFÍA:

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Copyright, 2003, 2010, Richard Niell Donovan

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