Anglocatólico

COMUNIDAD ECUMÉNICA MISIONERA LA ANUNCIACIÓN. CEMLA
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“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

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miércoles, 18 de enero de 2012

REFLEXIONES BÍBLICAS Y ORACIONES PARA EL OCTAVARIO

REFLEXIONES BÍBLICAS Y ORACIONES PARA EL OCTAVARIO
Día primero Tema : Transformados por Cristo Servidor
Texto: El Hijo del hombre ha venido para servir (cf. Mc 10,45)
Lecturas
Za 9,9-10 Un rey justo, victorioso y humilde
Sal 131 Mi corazón no es arrogante
Rm 12,3-8 Tenemos dones diferentes para servir
Mc 10,42-45 El Hijo del hombre ha venido para servir
Comentario
La venida del Mesías y su victoria se logran en el servicio. Jesús quiere un espíritu de servicio que llene los corazones de sus discípulos. Nos enseña que la verdadera grandeza consiste en servir a Dios y al prójimo. Cristo nos da el coraje de descubrir que para Él servir es reinar, como lo decía un cristiano de los primeros siglos.
La profecía de Zacarías sobre un rey victorioso y humilde se cumplió en Jesucristo. Él, el Rey de la paz, viene a los suyos, a Jerusalén, la ciudad de la paz. No la conquista con engaño o violencia, sino por la dulzura y la humildad.
El salmo 131 describe de manera breve pero elocuentemente el estado de paz espiritual que nace de la humildad. La imagen de la madre y el hijo significa la ternura y la confianza a la que es llamada toda la comunidad de creyentes.
El apóstol Pablo nos incita a evaluarnos con modestia y humildad, y a descubrir nuestras propias capacidades. Si hay entre nosotros diversidad de dones, nosotros formamos un solo cuerpo en Cristo. En nuestras divisiones, cada una de nuestras tradiciones ha sido agraciada por el Señor con dones distintos, llamados a poner al servicio de los demás.
Así también el Hijo de hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos (Mc 10,45). Siendo el mismo servidor, Cristo redimió nuestro rechazo de servir a Dios. Nos ha dado un ejemplo parta que sean restauradas todas las relaciones humanas: Si alguno quiere ser grande, que se ponga al servicio de los demás: estas son las nuevas normas de grandeza y prioridad.
En la Carta a los Romanos, Pablo nos recuerda que los diferentes dones concedidos están destinados al servicio: profecía, ministerio, enseñanza, exhortación, don, gobierno y misericordia. Sea cual sea nuestra diversidad, formamos un solo cuerpo en Cristo y somos miembros unos de otros. El uso de nuestra diversidad de dones al servicio común de la humanidad hace visible nuestra unidad en Cristo. La acción común de los cristianos en favor de la humanidad, para luchar contra la pobreza y la ignorancia, para defender a los oprimidos, favorecer la paz y defender la vida, para desarrollar las ciencias, la cultura y el arte, son una expresión de este ecumenismo práctico donde la Iglesia y el mundo se necesitan. Imitar a Cristo servidor proporciona un testimonio elocuente del Evangelio, no sólo de mentes, sino también de los corazones. Este servicio común es un signo de la venida del Reino de Dios, el Reino de Cristo servidor.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, imitando el camino de servicio, tu Hijo nos conduce de la arrogancia de la desobediencia a la humildad del corazón. Dígnate unirnos unos a otros por tu Espíritu Santo, para que a través del servicio de nuestras hermanas y hermanos se pueda revelar tu verdadero rostro. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Cuáles son las ocasiones de servicio más amenazadas por el orgullo y la arrogancia?
2. ¿Qué hacer para que todos los ministerios cristianos se perciban como un servicio?
3. En nuestra sociedad, ¿qué pueden hacer los cristianos de diferentes tradiciones, mejor juntos que separados, para revelar a Cristo servidor?

Día segundo Tema: Transformados por la espera paciente del Señor
Texto: ¡Déjalo así por ahora! Es menester que cumplamos lo que Dios ha dispuesto (Mt 3,15)
Lecturas
1 Sm 1,1-20 La confianza de Ana y la espera paciente
Sal 40 La espera paciente del Señor
Heb 11,32-34 Por la fe conquistaron reinos, gobernaron con justicia
Mt 3,13-17 ¡Déjalo así por ahora! Es menester que cumplamos lo que Dios ha dispuesto.
Comentario
La victoria está frecuentemente asociada con el triunfo inmediato. Cada uno saborea el gusto del éxito cuando, después de una prueba difícil, llega el turno de las felicitaciones, del reconocimiento y también de las recompensas. En un cierto momento de alegría, todo el mundo es consciente que, desde una perspectiva cristiana, la victoria es un proceso de transformación a largo plazo. Este concepto de victoria transformadora nos enseña que se produce porque Dios la quiere y no nosotros mismos, lo que nos invita a una confianza paciente y a una profunda esperanza en Dios.
Ana fue testigo de esta paciencia en la confianza y la esperanza. Después de muchos años de no poderse quedar embarazada, ella pidió a Dios tener un niño, con el riesgo de que las lágrimas de sus oraciones fueran tomadas como borrachera por el sacerdote que estaba en la entrada del templo. Cuando Elías le aseguró que Dios atendería su oración, simplemente creyó, esperó y dejó de estar triste. Ana concibió y dio al mundo un hijo al que llamó Samuel. La gran victoria aquí no es de las naciones ni de las armas, sino una apreciación real de una lucha íntima y personal. La confianza y la esperanza de Ana no es el resultado solamente de su transformación personal, sino de la de su pueblo, para quien el Dios de Israel ha intervenido en su hijo Samuel.
El salmista se hace eco de la espera paciente de Ana, en medio de otro tipo de lucha. También solicitó verse libre de una situación que sigue siendo desconocida para nosotros, pero que es insinuada en el lenguaje de la "brecha tumultuosa, el vaso de grandes fondos.". El da gracias a Dios que quita la vergüenza y la confusión, y continúa confiando en su amor inquebrantable.
El autor de la Carta a los Hebreos recuerda la paciencia de personas como Abraham (6,15) y otros que han salido victoriosos por la fe y la confianza en Dios. Entender que Dios interviene y maneja los hilos de la historia humana evita la tentación de querer triunfar en términos humanos.
En el Evangelio, la voz del cielo en el bautismo de Jesús proclamando este es mi hijo amado, parece garantizar el hecho inmediato de su misión mesiánica. En la resistencia al diablo, Jesús, mas que sucumbir a la tentación de entrar en el Reino de Dios sin demora, revela pacientemente lo que la vida en el Reino significa a través de su propia vida y su ministerio que conduce a su muerte en la Cruz. Si el Reino de Dios emerge de forma decisiva en la resurrección, todavía no se ha realizado plenamente. La victoria definitiva no se producirá hasta que el Señor vuelva. Por eso esperamos con paciente espera y confianza, implorando "Ven, Señor Jesús".
Nuestro deseo de la unidad visible de la Iglesia requiere espera paciente y confiada. Nuestra oración por la unidad cristiana es como la oración de Ana y del salmista. El trabajo por la unidad de los cristianos se parece a los hechos relatados en la Carta a los Hebreos. Si esperamos pacientemente, no es por impotencia o pasividad, sino porque tenemos profunda confianza en que la unidad de la Iglesia es don de Dios y no un logro nuestro. Esta paciente espera, esta oración y esta confianza nos transforma y nos prepara para la unidad visible de la Iglesia, no como nosotros la pensamos, sino como Dios la da.
Oración
Dios fiel, tus palabras son verdaderas en todo tiempo. Haz que, como Jesús, tengamos paciencia y confianza en tu amor inquebrantable. Ilumínanos por tu Espíritu Santo para que no obstaculicemos la plenitud de tu justicia por nuestros juicios apresurados, sino que veamos más tu sabiduría y amor en todas las cosas. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
Preguntas para la reflexión
1. ¿En qué situaciones en nuestra vida debemos tener una mayor confianza en las promesas de Dios?
2. ¿Qué aspectos de la vida de la Iglesia están particularmente expuestos a la tentación de actuar precipitadamente?
3. ¿En qué situaciones debemos esperar los cristianos, y cuando debemos actuar juntos?

Día tercero Tema: Transformados por el Siervo doliente
Texto: Cristo padeció por nosotros (cf. 1 Pe 2,21)
Lecturas
Is 53,3-11 Varón de dolores, acostumbrado al sufrimiento
Sal 22,12-24 No te separes de mí, que la angustia está cerca
1 Pe 2,21-25 Cristo padeció por nosotros
Lc 24,25-27 ¿No tenía que sufrir el Mesías todo esto?
Comentario
La paradoja divina es que Dios puede cambiar los desastres y la tragedia en victoria. Él transforma todos nuestros sufrimientos y desgracias, y el increíble sufrimiento de la historia, en una resurrección que abarca a todo el mundo. Cuando parece derrotado, sin embargo, es la verdadera victoria que nadie y nada pueden superar.
La emocionante profecía de Isaías sobre el Siervo doliente se cumplió totalmente en Cristo. Después de sufrir una terrible agonía, el Varón de dolores ve su descendencia. Somos nosotros mismos esta descendencia, nacida del sufrimiento del Salvador. De esta manera nos hacemos una familia en él.
Se puede decir que el Salmo 22 no habla sólo de Jesús, sino también para Jesús. El Salvador mismo oró este salmo en la Cruz, cuando utilizó palabras fuertes de desolación: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Sin embargo, en la segunda parte del Salmo, la lamentación, la súplica llena de dolor, se convierte en alabanza a Dios por sus obras.
El apóstol Pedro es un testigo de la pasión de Cristo (1 Pt 5.1), que nos da un ejemplo: estamos llamados a esta forma de sufrimiento por amor. Jesús no maldijo a Dios, pero se remite al justo Juez. Sus heridas nos han curado y nos han hecho regresar al único pastor.
Sólo a la luz de la presencia del Señor y de su palabra se revela el propósito divino de los sufrimientos del Mesías. Igual que para los discípulos en el camino de Emaús, Jesús nos acompaña constantemente en el pedregoso camino de la vida, volviendo nuestros corazones ardientes y abriéndonos los ojos ante el plan misterioso de salvación.
Los cristianos experimentamos que el sufrimiento resulta de la frágil condición de la humanidad; reconocemos este sufrimiento en la injusticia social y en las situaciones de persecución. El poder de la Cruz nos lleva a la unidad. El sufrimiento de Cristo se nos muestra como fuente de misericordia y de solidaridad con toda la familia humana. Como afirma un teólogo contemporáneo: cuanto más nos acercamos a la Cruz de Cristo, más nos acercamos unos a otros. El testimonio que damos juntos los cristianos en situaciones de sufrimiento adquiere una gran credibilidad. Siendo solidarios con todos los que sufren, aprendemos del Servidor sufriente y crucificado a vaciarnos de nosotros mismos, a abandonarnos y ofrecernos en sacrificio. Estos son los dones que esperamos recibir de su Espíritu en nuestro camino a la unidad en él.
Oración
Dios del consuelo, que has transformado la vergüenza de la Cruz en un signo de victoria. Concédenos que podamos estar unidos alrededor de la Cruz de tu Hijo y celebrar la misericordia que nos ofrece por su sufrimiento. Que el Espíritu Santo abra nuestros ojos y nuestros corazones, para que podamos ayudar a los que sufren a experimentar tu cercanía. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo nuestra fe nos puede ayudar a dar una respuesta al sufrimiento de larga duración?
2. ¿Qué aspectos del sufrimiento humano son hoy ignorados o desapercibidos?
3. ¿Cómo pueden los cristianos testimoniar juntos el poder de la Cruz?

Día cuarto Tema: Transformados por la victoria del Señor sobre el mal
Texto: Vence al mal a fuerza de bien (Rm 12,21)
Lecturas
Ex 23,1-9 No te inclines a hacer el mal, aunque la mayoría lo haga
Sal 1 Dichoso el que se complace en la ley del Señor
Rm 12,17-21 Vence al mal a fuerza de bien
Mt 4,1-11 Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él darás culto
Comentario
En Jesús aprendemos lo que realmente significa la palabra 'victoria' para los seres humanos, es decir, la felicidad de compartir el amor de Dios, superando con Él todo lo que nos separa unos de otros. Se trata de participar en la victoria de Cristo sobre las fuerzas destructivas que corrompen la humanidad y toda la creación divina. En Jesús podemos compartir una nueva vida que nos llama a luchar contra el mal de nuestro mundo con renovada confianza y encontrar nuestra alegría en lo que es bueno.
Las palabras del antiguo Testamento advierten categóricamente contra la participación en el mal y la injusticia. La actitud de la mayoría no puede en ningún caso servir de excusa. Ni el número ni otras situaciones de la vida permiten a la persona hacer el mal.
El salmo 1 llama la atención no sólo de la necesidad de observar los mandamientos, sino especialmente sobre las alegrías que produce. El que ama la ley del Señor sobre todas las cosas es feliz y bendito. La palabra de Dios es guía segura en la adversidad y constituye el cumplimiento de la sabiduría humana. El que medita la palabra de Dios día y noche puede llevar una vida muy fructífera por el bien de los demás.
Las amonestaciones del Apóstol nos invitan a vencer el mal con el bien. Sólo el bien puede interrumpir la interminable espiral de odio y el deseo humano de venganza. En la lucha por el bien, no todo depende de los seres humanos. El apóstol Pablo pide todo lo posible para mantener la paz con los demás. Entiende que nuestra lucha continua contra nuestros instintos de perjudicar a quienes nos han hecho mal. Pero Pablo nos llama a superar estos sentimientos destructivos. Hacer el bien es una manera eficaz de luchar contra el mal entre nosotros.
La lectura del Evangelio describe la lucha del Hijo de Dios contra Satanás, personificando el mal. La victoria de Jesús sobre las tentaciones en el desierto se cumple en su obediencia al Padre, que lo lleva a la Cruz. La resurrección del Salvador confirma que aquí la bondad de Dios en última instancia gana: el amor supera a la muerte. ¡El Señor resucitado está cerca! Él nos acompaña en nuestras luchas contra la tentación y el pecado en el mundo. Su presencia llama a los cristianos a actuar juntos por el bien.
El escándalo viene porque en nuestras divisiones no podemos ser lo suficientemente fuertes para luchar contra los males de nuestro tiempo. Unidos en Cristo y regocijándonos en su ley de amor estamos llamados a compartir su misión de llevar esperanza a los lugares de la injusticia, del odio y de la desesperación.
Oración
Señor Jesucristo, te damos gracias por tu victoria sobre el mal y las divisiones. Te alabamos por tu sacrificio y por tu resurrección que ha vencido la muerte. Ayúdanos en nuestra lucha cotidiana contra toda adversidad. Que el Espíritu Santo nos dé fuerza y sabiduría para que podamos superar el mal con el bien y la división con la reconciliación. Amén.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Dónde vemos el mal en nuestras propias vidas?
2. ¿En qué forma puede nuestra fe en Cristo ayudarnos a superar el mal y al Maligno?
3. ¿Qué podemos aprender de las situaciones en nuestra comunidad donde la división ha dado paso a la reconciliación?

Día quinto Tema: Transformados por la paz de Cristo resucitado
Texto: Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros” (Jn 20,19)
Lecturas
Ml 4,5-6 Cambiar el corazón de los padres a favor de los hijos, y el corazón de los hijos a favor de los padres
Sal 133 ¡Qué agradable es que los hermanos vivan juntos!
Ef 2,14-20 Él ha reconciliado con Dios a ambos pueblos por medio de la cruz
Jn 20,19-23 Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”
Comentario
El último libro del antiguo Testamento transmite la promesa de que Dios enviará a su elegido para instaurar la armonía y el respeto en todos los hogares. Normalmente tememos los conflictos o agresiones inesperadas entre las naciones. Pero el profeta Malaquías llama la atención sobre uno de los conflictos más difíciles y perdurables: el desamor en las relaciones entre los padres y los hijos. La restauración de la unidad entre padres e hijos no es posible sin la ayuda de Dios: es el enviado de Dios el que realiza el milagro de transformar los corazones y las relaciones entre las personas.
El Salmo muestra qué gran alegría puede traer esa unidad entre las personas. El ser humano ni fue creado para estar solo ni puede vivir con tranquilidad en un ambiente hostil. La felicidad consiste en vivir en una comunidad humana con armonía, paz, confianza y comprensión. Las buenas relaciones entre personas son como el rocío que se posa en la tierra seca y el aceite fragante que promueve la salud y el placer. El Salmo se refiere a la bondad de vivir juntos como una bendición y un don de Dios, como el rocío. La vida común en la unidad no se limita a los miembros de la familia, sino a experimentar la cercanía entre todos los que aceptan la paz de Dios.
La Epístola nos habla de lo que anunciaba el profeta Malaquías. Jesús trae la unidad, porque en su cuerpo ha demolido el muro de separación entre las personas. Generalmente, la victoria de uno implica la caída y la vergüenza del grupo de los vencidos, que prefieren retirarse. Jesús no rechaza, no destruye y no humilla a nadie; pone fin a toda alienación, transforma, sana y reúne a todos los seres humanos para hacerlos miembros de la familia de Dios.
El Evangelio recuerda el don que el Señor resucitado ha dado a sus discípulos dubitativos y temerosos. La paz sea con vosotros es el saludo de Cristo y también su don. También es una invitación a buscar la paz con Dios y establecer relaciones nuevas y duraderas dentro de la familia humana y de toda la creación. Jesús ha pisoteado la muerte y ha vencido el pecado. Por el don del Espíritu Santo, el Señor resucitado invita a sus discípulos a entrar en su propia misión: llevar la paz, la curación y el perdón a todo el mundo. Mientras los cristianos sigamos divididos, el mundo no estará convencido de la plenitud de la verdad del mensaje del Evangelio traído por Cristo a una humanidad nueva. La paz y la unidad caracterizan esta transformación. Él hace que las Iglesias reciban estos dones y los realicen, como miembros de la única familia de Dios, edificada sobre el sólido fundamento del que Jesús es la piedra angular.
Oración
Dios del amor y de la misericordia, enséñanos la alegría que se muestra compartiendo tu paz. Llénanos de tu Espíritu Santo para que podamos derribar los muros de hostilidad que nos separan. Que Cristo resucitado, que es nuestra paz, nos ayude a superar toda división y nos una como miembros de su familia. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, que contigo y con el Espíritu Santo recibe todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Cuáles son las formas de violencia de nuestra sociedad que podemos afrontar juntos como cristianos?
2. ¿Cómo experimentamos las ocultas hostilidades que afectan nuestras relaciones mutuas entre comunidades cristianas?
3. ¿Cómo podemos aprender acogernos unos a otros como el mismo Cristo nos acoge?

Día sexto Tema: Transformados por el amor inconmovible de Dios
Texto: Nuestra fe es la que vence al mundo (1 Jn 5,4)
Lecturas
Ha 3,17-19 El Señor es mi fuerza
Sal 136,1-4.23-26 Es eterno su amor
1 Jn 5,1-6 Nuestra fe es la que vence al mundo
Jn 15,9-17 El amor supremo consiste en dar la vida por los amigos
Comentario
En el texto del antiguo Testamento, es la fe en Dios la que permite mantener viva la esperanza a pesar de todos los fracasos. La lamentación de Habacuc se transforma en alegría por la fidelidad de Dios que da la fuerza frente a la desesperación.
El salmo 136 confirma que la memoria de los hechos maravillosos de Dios en la historia de Israel son una prueba de su amor eterno. Gracias a la intervención de Dios, el pueblo de Israel experimentó extraordinarias y sorprendentes victorias. Las grandes obras salvíficas de Dios son una fuente de alegría, gratitud y esperanza que los creyentes expresan después de siglos en sus oraciones, himnos de alabanza y música.
La Epístola nos recuerda que el que ha nacido de Dios es el vencedor del mundo. No se trata necesariamente aquí de victorias mesurables según nuestros criterios humanos. La victoria en Cristo implica un cambio de corazón, una percepción de la realidad terrena desde la óptica de la eternidad y una fe en la victoria definitiva sobre la muerte. Esta fuerza victoriosa es la fe en la que Dios es al mismo tiempo la fuente y el dispensador. Y su manifestación más perfecta es el amor.

En el texto del Evangelio, Cristo da a sus discípulos la seguridad del amor de Dios, que encontrará su confirmación definitiva en la muerte del Salvador en la Cruz. Al mismo tiempo, les invita y llama a manifestar el amor de unos por otros. La relación de Jesús con sus discípulos se basa en el amor. No les trata simplemente como discípulos, sino que les llama sus amigos. El servicio de Cristo consiste en conformar su vida al único mandamiento del amor, que es el resultado de una convicción interior y de fe. En un espíritu de amor, incluso cuando el progreso en el camino hacia la plena unidad visible parece lento, no perdemos la esperanza. El amor inconmovible de Dios permitirá superar los obstáculos y las divisiones más profundas. Por esta razón nuestra fe es la que vence al mundo, asociada al poder transformador del amor de Dios.
Oración
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, por tu resurrección triunfaste sobre la muerte y te has convertido en el Señor de la vida. Sin mérito nuestro Tú nos has elegido para ser tus amigos. Haz que el Espíritu Santo nos una a ti y unos con otros en la amistad, para que te sirvamos fielmente en este mundo y seamos testigos de tu amor inquebrantable. Tú que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, por siglos de los siglos. Amén.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo debemos expresar el amor cristiano en contextos de diferentes religiones y filosofías?
2. ¿Qué debemos hacer para convertirnos en testigos más creíbles del amor inquebrantable de Dios en un mundo dividido?
3. ¿Cómo pueden los discípulos de Cristo apoyarse más visiblemente unos a otros en todo el mundo?

Día séptimo Tema: Transformados por el buen Pastor
Texto: Apacienta mis ovejas (Jn 21,19)
Lecturas
1 Sm 2,1-10 Nadie triunfa por sus fuerzas
Sal 23 Tu vara y tu cayado me sosiegan
Ef 6,10-20 Utilizad todas las armas que el Señor os proporciona
Jn 21,15-19 Apacienta mis ovejas
Comentario
Los que deben superar el sufrimiento, necesitan el apoyo de lo alto. Ese apoyo proviene de la oración. La fuerza de Ana en la oración fue objeto del primer capítulo del libro de Samuel. En el segundo capítulo se encuentra la oración de acción de gracias. Ella ha entendido que algunos hechos sólo suceden con la ayuda de Dios. Dios ha querido que Ana y su marido se convirtieran en padres. Este texto es un ejemplo que fortalece la fe en lo que parece ser una situación desesperada. Es un ejemplo de la victoria.
El buen pastor de Salmo 23 guía su rebaño incluso a través de los lugares más oscuros, reconfortando con su presencia. Quienes ponen su confianza en el Señor no tienen necesidad de temer incluso en las tinieblas de la ruptura o de la desunión, porque su pastor les llevará a los verdes pastos de la verdad, para vivir juntos en la casa del Señor.
En la carta a los Efesios, el apóstol Pablo nos exhorta a ser fuertes en el Señor y en su fuerza todopoderosa poniendo la armadura espiritual: verdad, justicia, proclamación de la buena noticia, fe, salvación, palabra de Dios, oración y súplica.
El Señor resucitado exhorta a Pedro, y en su persona a cada discípulo, a descubrir en unos mismo el amor de Aquel que es único Pastor verdadero. Si tienes tal amor, ¡apacienta mis ovejas! En otras palabras, alimentarlos, protegerlos, cuidar de ellos, fortalecerlos, porque son míos y me pertenecen. Sé mi buen servidor y vela sobre aquellos que son míos para amar y seguir mi voz. Enséñales el amor mutuo, la cooperación y la audacia en los recodos de la vida.
Por la gracia de Dios, el testigo de Cristo que ha sido confirmado en nosotros nos obliga a actuar juntos por la unidad. Tenemos la capacidad y los conocimientos para dar tal testimonio ¿Pero estamos dispuestos? El buen Pastor, que por su vida, su enseñanza y su conducta fortalece a todos los que han confiado en su gracia y su apoyo, nos impulsa a cooperar incondicionalmente con él. Así, fortificados, podremos ayudarnos unos a otros en el camino de la unidad. Seamos fuertes en el Señor para poder extender en otros el testimonio de su amor.
Oración
Padre de todos: Tú nos has llamado a ser un solo rebaño en tu Hijo, Jesucristo. Él es el Buen Pastor que nos invita a descansar en verdes pastos, nos lleva a aguas tranquilas y restaura nuestras almas. Haz que siguiéndole, podamos ser signo para otros para que todos vean en nosotros el amor de un solo verdadero pastor, nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos, Amén.
Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo nos invita el buen Pastor a animar, fortificar y restaurar la confianza de aquellos que están perdidos?
2. ¿Cómo pueden los cristianos de diversas tradiciones esforzarse mutuamente para confesar y testimoniar a Jesucristo?
3. Para nosotros hoy, ¿qué puede significar la exhortación de San Pablo: “Armaos de fuerza en el Señor... revestíos con la armadura de Dios"?

Día octavo Tema: Reunidos en el Reino de Cristo
Texto: Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí (Ap 3,21)
Lecturas
1 Cr 29,10-13 En tu mano están la fuerza y la grandeza
Sal 21,1-7 Ciñes a su cabeza una corona de oro fino
Ap 3,19b-22 Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí
Jn 12,23-26 El que me sirva será honrado por mi Padre
Comentario
Jesucristo es el primer nacido de entre los muertos. Se humilló a sí mismo y fue exaltado. Cristo no acaparó, sino compartió su reino y su exaltación con toda la humanidad.
El himno de David, nacido de la alegría del rey y de su pueblo antes de la construcción del templo, expresa la verdad: todo llega por la gracia. Incluso un monarca terrenal puede ser una imagen del Reino de Dios, que tiene el poder elevar todo y dar fuerza a todos.
El salmo real de acción de gracias continúa esta idea. La tradición cristiana también le da un sentido mesiánico; Cristo es el verdadero Rey, lleno de vida y bendición, presencia perfecta de Dios en medio de su pueblo. En cierto sentido esta imagen puede referirse también al pueblo. ¿No son los seres humanos la corona de la creación? ¿No quiere Dios hacernos “coherederos con su Hijo y miembros de su familia real”?
Las cartas en el Libro del Apocalipsis a las siete Iglesias locales constituyen un mensaje dirigido a la iglesia de todos los tiempos y lugares. Aquellos que acogieron a Cristo en sus hogares serán invitados a compartir con él el banquete de la vida eterna. La promesa de sentarse sobre los tronos, anunciada previamente a los Doce, ahora se extiende a todos los que han obtenido la victoria.
Allí donde estoy yo, estará también mi servidor. Podemos vincular el Yo estoy de Jesús al inefable nombre de Dios. El servidor de Jesús, a quien el Padre honra, estará donde el Señor está sentado a la derecha del Padre para reinar.
Los cristianos somos conscientes que la unidad entre nosotros, aunque requiere esfuerzos humanos, es sobre todo un don de Dios. Consiste en compartir la victoria de Cristo sobre el pecado, la muerte y el mal que es causa de división. Nuestra participación en la victoria de Cristo alcanza su plenitud en los cielos. Nuestro testimonio común del Evangelio debe mostrar al mundo un Dios que no nos limita ni nos domina. Debemos anunciar de manera creíble, a la gente de nuestro tiempo y de nuestra época, que la victoria de Cristo supera todo lo que nos impide compartir la plenitud de la vida con él y entre nosotros.
Oración
Dios todopoderoso que gobiernas todas las cosas, enséñanos a contemplar el misterio de tu gloria. Haz que aceptemos tus dones con humildad y respeto a la dignidad de cada persona. Que tu Espíritu Santo nos fortalezca ante los combates espirituales, para que nuestra unidad en Cristo nos haga reinar con él en la gloria. Te lo pedimos por el que se humilló y ha sido exaltado, y que vive contigo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Preguntas para la reflexión
1. ¿De qué manera la falsa humildad y el deseo de la gloria terrenal se manifiestan en nuestras vidas?
2. ¿Cómo expresamos juntos nuestra fe en el Reino de Cristo?
3. ¿Cómo vivimos abiertamente nuestra esperanza en la venida del Reino de Dios?

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