Anglocatólico

COMUNIDAD ECUMÉNICA MISIONERA LA ANUNCIACIÓN. CEMLA
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“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

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lunes, 2 de enero de 2012

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS


Del 18 al 25 de enero o del 20 al 27 de mayo del 2012.

Al menos una vez al año, muchos cristianos toman conciencia de la gran diversidad de formas de adorar a Dios, se conmueven y caen en la cuenta de que no es tan extraña la manera en que el prójimo rinde culto a Dios. 

El acontecimiento que desencadena esta experiencia única se conoce como la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Congregaciones y parroquias de todo el mundo toman parte en la semana de oración, que se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero (en el hemisferio norte) y en torno a Pentecostés (en el hemisferio sur). Durante este período, se intercambian los púlpitos y se organizan oficios ecuménicos especiales. 

Cada año, se pide a los asociados ecuménicos de una región concreta que preparen un texto sencillo sobre un tema bíblico. Después, un grupo internacional de participantes patrocinados por el CMI (protestantes y ortodoxos) y católicos romanos edita este texto y se asegura de que está relacionado con la búsqueda de la unidad de la iglesia.

El texto es publicado conjuntamente por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y el CMI, a través de su Comisión de Fe y Constitución, que también acompaña todo el proceso de producción del texto. El material final es enviado a las iglesias miembros y las diócesis católicas romanas, a quienes se invita a que traduzcan el texto y lo contextualicen para su propio uso.

Tema para 2012
Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo
1 Co 15,51-58.



Materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y para el resto del año 2012

Preparados conjuntamente por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias.

Traducción preparada por la Comisión para las relaciones interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española
“Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo”
(cf. 1 Co 15,51-58)

Introducción al tema del año 2012

Los materiales de la semana de oración por la unidad de los cristianos de 2012 han sido preparados por un grupo de trabajo compuesto por representantes de la Iglesia católica-romana, la Iglesia ortodoxa y las Iglesias vetero-católicas y protestantes, presentes en Polonia. Después de largas discusiones, en las que participaron representantes de diversos círculos ecuménicos de Polonia, se decidió centrarse en un tema que concierne al poder transformador de la fe en Cristo, tema muy en relación con nuestra oración por la unidad visible de la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Esto se fundamenta en las palabras de San Pablo a la Iglesia de Corinto, que habla del carácter temporal de nuestra vida presente (con toda su dimensión aparente de "victoria" y de "derrota"), en comparación con el don que se nos da por la victoria de Cristo en el misterio pascual.

¿Por qué este tema? La historia de Polonia ha estado marcada por una serie de derrotas y victorias. Se puede mencionar las invasiones, las particiones, la opresión de parte de poderes extranjeros y de sistemas hostiles. El esfuerzo permanente por superar toda esclavitud y el deseo de libertad son las características de la historia polaca que han conducido a cambios significativos en la vida de la nación. Y así, donde hay victoria hay perdedores que no comparten la alegría y el triunfo de los ganadores.  Esta particular historia de la nación polaca ha llevado al grupo ecuménico que ha preparado los materiales de este año para reflejar más profundamente lo que significa "ganar" y "perder", especialmente dada la forma en la que el lenguaje de la "victoria" se entiende frecuentemente en términos triunfalistas. Sin embargo, Cristo nos muestra una manera muy diferente.

En 2012 se celebrará el campeonato europeo de fútbol en Polonia y Ucrania. Esto nunca hubiera sido posible en años anteriores. Para muchos esto es un signo de otra "victoria nacional", que cientos de millones de aficionados esperen ansiosamente noticias de equipos ganadores que jugarán en esta parte de Europa. Este ejemplo puede llevarnos a considerar la situación de quienes no ganan no sólo en el deporte sino también en sus vidas y comunidades: a quienes constantemente sufren derrotas se les niega la victoria debido a diversas condiciones y circunstancias. La rivalidad es una característica permanente no sólo en el deporte, sino también en la vida política, empresarial, cultural, incluso eclesial.

Cuando los discípulos de Jesús discutían sobre "quién era el más importante" (Mc 9,34), generaba fuerte polémica. Pero la respuesta de Jesús fue muy simple: "si alguno quiere ser el primero, colóquese en último lugar y hágase servidor de todos" (Mc 9,35). Estas palabras hablan de victoria a través de servicio mutuo, ayudando, aumentando la autoestima de los "últimos", los olvidados, los excluidos. Para todos los cristianos, la mejor expresión de ese servicio humilde es Jesucristo, en su victoria sobre la muerte y la resurrección. Es en su vida, su acción, su enseñanza, su sufrimiento, su muerte y su resurrección donde deseamos buscar, hoy, una vida vigorosa de fe que se traduce en un compromiso social dentro de un espíritu de humildad, servicio y fidelidad al Evangelio. Y, además de conocer el sufrimiento y la muerte que estaban por llegar, Jesús oró por sus discípulos, para que  sean uno y el mundo crea. Esta "victoria" no es posible sin la transformación espiritual y la conversión. Por esta razón consideramos que el tema de nuestras meditaciones pueden ser esas palabras del Apóstol de las Naciones. Se trata de lograr una victoria que integre a todos los cristianos a través del servicio de Dios y del prójimo.

En esta oración y esfuerzo por la plena unidad visible de la Iglesia es como nosotros mismos, y aquellas tradiciones a las que nosotros pertenecemos, serán cambiadas, transformadas y conformadas a Cristo. La unidad por la que oramos podrá exigir la renovación de algunas formas cotidianas de vida eclesial. Se trata de una visión emocionante. Nosotros oramos por una unidad que no es una noción "cómoda" de amistad y cooperación. Es una unidad que requiere una voluntad de dejar la competencia entre nosotros. Tenemos que abrirnos unos a otros, dar y recibir los dones en intercambio, con el fin de poder verdaderamente entrar en la nueva vida propuesta por Cristo, que es la única verdadera victoria.

Hay sitio para todos en el plan de salvación de Dios. A través de su muerte y resurrección, Cristo abarca a todos, independientemente de ganadores o perdedores, "para que todo el que cree en él tenga la vida eterna" (Jn 3,15). También podemos participar en su victoria. Basta con creer en Él, y será más fácil vencer el mal con el bien.

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