Anglocatólico

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“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

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sábado, 28 de mayo de 2011

BAUTISMO (Bautismo, Eucaristía, Ministerio BEM)


BAUTISMO

I. La institución del bautismo

1. El bautismo cristiano está fundamentado en el ministerio de Jesús de Nazaret, en su muerte y su resurrección. Es incorporación a Cristo, el Señor crucificado y resucitado; es ingreso en la nueva Alianza entre Dios y su pueblo. El bautismo es un don de Dios y se confiere en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. San Mateo narra que el Señor resucitado, al enviar a sus discípulos al mundo, les ordenó bautizar (Mt 28,18-20). La práctica universal del bautismo por la Iglesia apostólica, desde los inicios, viene atestiguada en las epístolas del Nuevo Testamento, los Hechos de los Apóstoles y los escritos de los Santos Padres. Las Iglesias continúan hoy esta práctica como un rito de compromiso respecto al Señor, que derrama la gracia sobre su pueblo.

II. La significación del bautismo

2. El bautismo es el signo de la vida nueva en Jesucristo. Une al bautizado con Cristo y su pueblo. El Nuevo Testamento y la liturgia de la Iglesia desarrollan la significación del bautismo, utilizando imágenes variadas que expresan las riquezas de Cristo y los dones de su salvación.

Estas imágenes están a veces en relación con los usos simbólicos del agua en el Antiguo Testamento. El bautismo es participación en la muerte y en la resurrección de Cristo (Rom 6,3-5 ; Col 2,12) ; purificación del pecado (1 Cor 6,11) ; nuevo nacimiento(Jn 3,5) ; iluminación por Cristo (Gal 3,27) ; revestimiento de Cristo (Gal 3,27) ; renovación por el Espíritu. (Tit 3,5) ; experiencia de liberación a través de las aguas del diluvio (1 Pe 3,20-21) ; salida de la esclavitud (1 Cor 10,1-2) ; liberación con miras a una nueva humanidad en la que quedan superadas las barreras entre sexos, razas y situaciones sociales (Gal 3,27.28 ; 1 Cor 12,13). Las imágenes son numerosas, pero la realidad es una.

A — Participación en la muerte y en la resurrección de Cristo

3. El bautismo significa una participación en la vida, en ‘la muerte y en la resurrección de Jesucristo. Jesús bajó al Jordán y fue bautizado, en solidaridad con los pecadores, a fin de cumplir toda justicia (Mt 3,15). Este bautismo condujo a Jesús por el camino del Siervo sufriente, manifestado por su pasión, muerte y resurrección (Mc 10,38-40 ; 45). Por el bautismo los cristianos se ven sumergidos en la muerte liberadora de Cristo, en la que son sepultados los pecados, en la que el « viejo Adán » queda crucificado con Cristo y en la que el poder del pecado queda roto. Así pues, los bautizados no son ya esclavos del pecado, sino libres. Totalmente asimilados a la muerte de Cristo, son sepultados con El y resucitan, aquí y ahora, a una vida nueva en la fuerza de la resurrección de Jesucristo, en la esperanza de estar también un día unidos a El en una resurrección semejante a la suya (Rom 6,3.11 ; Col 2,13 ; 3,1 ; Ef 2,5-6).

B — Conversión, perdón, purificación

4. El bautismo, que hace participar a los cristianos en el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo, implica la confesión del pecado y la conversión de corazón. El bautismo que impartía Juan era ya un bautismo de conversión para el perdón de los pecados (Mc 1,4). El Nuevo Testamento subraya las implicaciones éticas del bautismo, representándolo como una ablución que lava el cuerpo con un agua pura, una purificación interna de todo pecado y un acto de justificación (Heb 10,22 ; 1 Pe 3,21 ; Act 22,16 ; 1 Cor 6,11). Los bautizadlos, pues, son perdonados, purificados y santificados por Cristo ; reciben una nueva orientación ética, bajo la guía del Espíritu Santo, que forma parte de su experiencia bautismal.

C — Don del Espíritu

5. El Espíritu Santo actúa en las vidas antes, durante y después del bautismo. Es el mismo Espíritu que ha revelado a Jesús como Hijo (Mc 1,10-11) y que ha dado su poder a los discípulos, así como la unidad, en Pentecostés (Act 2). Dios derrama sobre cada bautizado la unción del Espíritu Santo prometido, los marca con su sello y pone en su corazón el anticipo de la herencia de hijos de Dios. El Espíritu Santo alimenta la vida de la fe en su corazón hasta la liberación final, cuando tomarán posesión de la herencia, para alabanza de la gloria de Dios (II Cor 1,21-22 ; Ef 1,13-14).

D — Incorporación en el Cuerpo de Cristo

6. Celebrado en obediencia a Nuestro Señor, el bautismo es un signo y un sello de nuestro compromiso común de discípulos. A través del propio bautismo, los cristianos son llevados a la unión con Cristo, con cada uno de los demás cristianos y con la Iglesia de todos los tiempos y de todos los lugares. Nuestro bautismo común, que nos une a Cristo en la fe, es así un vínculo fundamental de unidad. Somos un solo pueblo y estamos llamados a confesar y a servir a un solo Señor, en todo lugar y en el mundo entero. La unión con Cristo que compartimos por el bautismo tiene importantes implicaciones para la unidad cristiana : « Un solo cuerpo...un solo bautismo. Un solo Dios y Padre de todos... »(Ef 4,4-6). Cuando la unidad bautismal es realizada en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, puede tributarse un auténtico testimonio cristiano al amor de Dios que sana y reconcilia. Por esta razón nuestro único bautismo en Cristo constituye un llamamiento a las Iglesias a fin de que superen sus divisiones y manifiesten ostensiblemente su comunión.

COMENTARIO

Cuando las Iglesias son incapaces de reconocer que sus prácticas diversas del bautismo son una participación en el único bautismo y cuando permanecen divididas a pesar del mutuo reconocimiento del bautismo, ofrecen la imagen dramática de un testimonio dividido de la Iglesia. Cuando las Iglesias aceptan, en determinados lugares y tiempos, que las diferencias de sexo, raza o situaciones sociales dividen el Cuerpo de Cristo, se pone en tela de juicio la autenticidad de la unidad bautismal de la comunidad cristiana (Gal 3,27-28) y se compromete seriamente su testimonio. La necesidad de encontrar nuevamente la unidad bautismal es algo inherente a la entraña del trabajo ecuménico ; resulta igualmente central para vivir una auténtica comunión en el seno de las comunidades cristianas.

E — Signo del Reino

7. El bautismo abre a la realidad de la vida nueva ya dada en este mundo. Hace participar en la comunidad del Espíritu Santo. Es un signo del Reino de Dios y de la vida del mundo futuro.
Gracias a los dones de la fe, de la esperanza y del amor, el bautismo posee una dinámica que alcanza la vida entera, se extiende a todas las naciones y anticipa el día en que toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor a gloria de Dios Padre.

III. El bautismo y la fe

8. El bautismo es a la vez don de Dios y nuestra respuesta humana a este don. Tiende a un crecimiento hacia la edad adulta, la talla de Cristo en su plenitud (Ef 4,13). Todas las Iglesias reconocen la necesidad de la fe para recibir la salvación implicada y manifestada en el bautismo.
El compromiso personal es necesario para ser un miembro responsable del Cuerpo de Cristo.

9. El bautismo no consiste sólo en una experiencia momentánea, sino que concierne al crecimiento de toda una vida en la comunión de Cristo. Los bautizados son llamados a reflejar la gloria del Señor, a ser transfigurados en esta misma imagen, con una gloria siempre mayor, por la fuerza del Espíritu Santo (II Cor 3,18). La vida del cristiano es necesariamente un combate continuo, pero también al propio tiempo, una continua experiencia de la gracia. En esta nueva relación, los bautizados viven por Cristo, por su Iglesia y el mundo que El ama, aguardando en la esperanza la manifestación de la nueva creación de Dios y el tiempo en que Dios lo será todo en todos (Rom 8,18-24 ; 1 Cor 15,22-28 ; 49-57).

10. Creciendo en la vida de la fe, los creyentes bautizados manifiestan que la humanidad puede ser regenerada y liberada. Tienen la responsabilidad común, aquí y ahora, de dar testimonio conjunto del Evangelio de Cristo, el libertador de todos los seres humanos. El contexto de este testimonio común es la Iglesia y el mundo. En esta comunión de testimonio y de servicio, los cristianos descubren el pleno significado del único bautismo como don de Dios a todo su pueblo. Igualmente reconocen que el bautismo en la muerte de Cristo tiene implicaciones éticas, que no sólo llaman a la santificación personal, sino que comprometen a los cristianos a luchar para que se realice la voluntad de Dios, en todos los sectores de la vida (Rom 6,9 ss ; Gal 3,26-28 ; 1 Pe 2,21-4,6).

IV. La práctica del bautismo

A — Bautismo de adultos y bautismo de niños

11. Es posible que el bautismo de niños fuera practicado en la era apostólica, pero el bautismo precedido de una profesión de fe personal es la forma más claramente atestiguada en los documentos del Nuevo Testamento. En el curso de la historia, la práctica del bautismo se ha desarrollado siguiendo formas variadas. Algunas Iglesias bautizan a los niños presentados por unos padres o responsables dispuestos a educarlos, en y con la Iglesia, según la fe cristiana. Otras Iglesias practican exclusivamente el bautismo de creyentes capaces de hacer una confesión de fe personal. Algunas de estas Iglesias recomiendan que los recién nacidos o los niños sean presentados y bendecidos en el curso de una ceremonia que comprende habitualmente una acción de gracias por el don del niño y el compromiso de padre y madre a comportarse como padres cristianos. Las Iglesias bautizan a creyentes que, procedentes de otras religiones o de la incredulidad, aceptan la fe cristiana y participan de una instrucción catequética.

12. El bautismo de los adultos y el bautismo de los niños tienen lugar, uno y otro, en el seno de la Iglesia como comunidad de fe. Si se bautiza a un creyente responsable, una confesión de fe personal formará parte integrante del rito bautismal. Si se bautiza a un niño, la respuesta personal será formulada más tarde en su vida. En ambos casos, el bautizado deberá crecer en la comprensión de la fe. Si se trata de bautizados que confiesan personalmente la fe, hay siempre la exigencia de un crecimiento continuo de la respuesta personal en la fe. Si se trata de niños, se deja para más tarde la confesión personal y la educación cristiana se orienta hacia el desarrollo de tal confesión. Todo bautismo está fundamentado en la fidelidad de Cristo hasta la muerte y proclama esta fidelidad. Se sitúa en el corazón de la vida y de la fe de la Iglesia, y revela la fidelidad de Dios, fundamento de toda vida en la fe. A cada bautizo, la comunidad entera reafirma su fe en Dios y se compromete a procurar al bautizado un ambiente de testimonio y de servicio. El bautismo debería, pues, celebrarse y desarrollarse siempre en el marco de la comunidad cristiana.

COMENTARIO

Cuando se utilizan las expresiones « bautismo de niños » y « bautismo de adultos », conviene tener presente que la real distinción está entre los que bautizan no importa a qué edad y los que bautizan sólo a los creyentes capaces de pronunciar por sí mismos la confesión de fe. La diferencia entre el bautismo de niños y el bautismo de adultos es menor si se reconoce que ambas formas de bautismo presuponen la iniciativa de Dios en Cristo y expresan una respuesta de la fe en el seno de la comunidad creyente.
La práctica del bautismo de los niños insiste en la fe comunitaria y la fe que el niño comparte con sus padres. El niño nace en un mundo roto y participa de esta ruptura. Por el bautismo, la promesa y el llamamiento del Evangelio quedan depositados en el niño. La fe personal del bautizado y su participación fiel en la vida de la Iglesia son esenciales para que el bautismo dé todos sus frutos.
La práctica del bautismo de los adultos subraya la confesión explícita de la persona que responde a la gracia de Dios, en y a través de la comunidad de fe, y que pide el bautismo. Las dos formas de bautismo exigen una actitud responsable idéntica en lo que se refiere a la educación cristiana. Un redescubrimiento del carácter permanente de la formación cristiana puede facilitar la aceptación mutua de diferentes prácticas de iniciación.

En ciertas Iglesias que reúnen las dos tradiciones de bautismo de niños y bautismo de adultos, ha sido posible considerar como equivalentes para la entrada en la Iglesia dos alternativas : bautismo recibido en la infancia y seguido más tarde de una profesión de fe ; y bautismo de adultos que se da después de una presentación y bendición en la infancia. Este ejemplo invita a otras Iglesias a decidir si, igualmente, podrían ellas reconocer unas alternativas equivalentes en sus recíprocas relaciones y en las negociaciones de unión entre Iglesias.

13. El bautismo es un acto que no puede ser repetido. Hay que evitar cualquier práctica que pudiera interpretarse como un « re-bautismo ».

COMENTARIO

Algunas Iglesias que han insistido en una forma particular de bautismo, o que han experimentado serias dificultades en relación con la autenticidad de los sacramentos y de los ministerios de otras Iglesias, han exigido a veces a personas procedentes de otras tradiciones eclesiales que se bautizaran para ser plenamente miembros de su comunión. Dado que las Iglesias llegan a una comprensión y aceptación mutuas cada vez mayores, puesto que entran en más estrechas relaciones de testimonio y de servicio, deberán abstenerse de cualquier práctica que pudiera poner en entredicho la integridad sacramental de otras Iglesias o atenuar el hecho de que el sacramento del bautismo no puede ser repetido.

B — Bautismo — Crismación — Confirmación

14. En la obra de Dios para la salvación, el misterio pascual de la muerte y de la resurrección de Cristo está inseparablemente ligado al don pentecostal del Espíritu Santo. Igualmente, la participación en la muerte y la resurrección de Cristo está inseparablemente ligada a la recepción del Espíritu. El bautismo en su sentido pleno significa y da cumplimiento a una y otra.

Los cristianos difieren en su comprensión del lugar del signo del don del Espíritu. La transmisión del Espíritu ha estado asociada a diferentes gestos. Para algunos es el mismo rito del agua. Para otros, es la unión con el crisma y (o) la imposición de las manos que muchas Iglesias llaman confirmación. Para otros, son los tres ritos, puesto que consideran que el Espíritu actúa a través de cada rito. Todos están de acuerdo en decir que el bautismo cristiano es un bautismo en el agua y en el Espíritu Santo.

COMENTARIO

(a) En ciertas tradiciones se explica que, así como el bautismo nos conforma con Cristo crucificado, sepultado y resucitado, así también por la crismación los cristianos reciben el don del Espíritu de Pentecostés de parte del Hijo que fue ungido.

(b) Si el bautismo, como incorporación al Cuerpo de Cristo, tiende, por su misma naturaleza, a la comunión eucarística con el cuerpo y la sangre de Cristo, se plantea la cuestión de saber porqué un rito separado puede añadirse entre bautismo y admisión a la comunión. Las Iglesias que bautizan a los niños, pero les niegan la comunión eucarística antes de dicho rito, tendrían que preguntarse si han evaluado y aceptado plenamente las consecuencias del bautismo.

(c) El bautismo debe ser reafirmado sin cesar. La forma más natural de tal reafirmación es la celebración de la eucaristía. La renovación de las promesas del bautismo puede también efectuarse en ciertas ocasiones, como en la celebración anual del misterio pascual o en ocasión del bautismo de otras personas.

C — Para un reconocimiento mutuo del bautismo

15. Las Iglesias son cada vez más capaces de reconocer sus respectivos bautismos como el único bautismo de Cristo, en la medida en que Jesucristo ha sido confesado como Señor por el candidato, o, en el caso de un bautizo de niño, cuando esta confesión ha sido hecha por la Iglesia (padres, responsables, padrinos, madrinas, y la comunidad) y afirmada más tarde en la fe personal y el compromiso. El reconocimiento mutuo del bautismo es evidentemente un signo importante y un medio de expresar la unidad bautismal dada en Cristo. Siempre que sea posible, las Iglesias deberán expresar de manera explícita el reconocimiento mutuo de sus bautismos.

16. A fin de superar las diferencias, quienes practican el bautismo de adultos y quienes bautizan a los niños deberían reconsiderar ciertos aspectos de sus modos de actuar. Los primeros deberían tratar de expresar más visiblemente el hecho de que los niños se colocan bajo la protección de la gracia de Dios. Los segundos deberían prevenirse contra la práctica de bautismos aparentemente sin enjuiciamiento previo y tomarse más en serio la responsabilidad en la educación de los niños bautizados con vistas a un compromiso adulto por Cristo.

V. La celebración del bautismo

17. El bautismo se celebra con el agua, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

18. En la celebración del bautismo, el valor simbólico del agua debería tomarse muy en serio y no ser minimizado. El acto de inmersión puede expresar de forma concreta el hecho de que, en el bautismo, el cristiano participa en la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo.

COMENTARIO

En ciertas tradiciones teológicas, el uso del agua, todas sus asociaciones positivas con la vida y la bendición, significan la continuidad entre la antigua y la nueva creación, manifestando así la significación del bautismo no sólo para los seres humanos, sino también para todo el cosmos. Al mismo tiempo, el uso del agua representa una purificación de la creación, una muerte a todo lo que es negativo y destructivo en el mundo : los que son bautizados en el Cuerpo de Cristo son hechos participes de una nueva existencia.

19. Tal como se dio en los primeros siglos, el don del Espíritu en el bautismo puede ser significado de modos diversos : por ejemplo, por el signo de la imposición de las manos y por la unción o Crismación. El signo de la cruz evoca la marca del sello del Espíritu prometido, signo escatológico y anticipo de la herencia final en el Reino de Dios (Ef 1, 13.14). El redescubrimiento de esos signos concretos puede dar mayor profundidad a la liturgia.

20. En una liturgia completa del bautismo, habría que encontrar por lo menos los siguientes elementos : una invocación al Espíritu Santo ; renuncia al mal ; profesión de fe en Cristo y en la Santísima Trinidad ; uso del agua ; declaración de que las personas bautizadas han adquirido una nueva identidad como hijos e hijas de Dios, y como miembros de la Iglesia, llamados a dar testimonio del Evangelio. En algunas Iglesias consideran que la iniciación cristiana no es completa sin el sello del Espíritu Santo dado al bautizado y la participación en la comunión.

21. Es conveniente que, en el marco del rito del bautismo, se dé una explicación del sentido del bautismo de acuerdo con la Escritura : participación en la muerte y en la resurrección de Cristo, conversión, perdón y purificación, don del Espíritu, incorporación al Cuerpo y signo del Reino.

COMENTARIO

Discusiones recientes demuestran que convendría conceder más atención a ciertos malentendidos cultivados por el contexto socio-cultural en el que se sitúa el bautismo :

(a) En algunas partes del mundo, el uso de dar un nombre al bautizado en el curso de la liturgia bautismal ha llevado a la confusión entre bautismo y costumbres locales de la atribución de un nombre.
Esta confusión es particularmente lamentable cuando en culturas de predominio no cristiano, los bautizados han de recibir nombres cristianos que no están enraizados en su tradición cultural. Al elaborar sus disciplinas del bautismo, las iglesias deberían estar atentas a poner el acento en la verdadera significación del bautismo para evitar que los bautizados se vean inútilmente alejados de su cultura local por imposición de nombres extranjeros. Un nombre recibido de su propia cultura de origen enraíza al bautizado en esta cultura y, al propio tiempo, manifiesta la universalidad del bautismo, incorporación en la iglesia una, santa, católica y apostólica, que se extiende por todas las naciones de la tierra.

(b) En muchas Iglesias multitudinarias europeas y norteamericanas, se practica a menudo el bautismo de niños aparentemente sin ninguna discriminación. Ello contribuye a que las iglesias que practican el bautismo de adultos se muestren reticentes en reconocer la validez de aquel bautismo ; este hecho debería llevar a una reflexión más crítica sobre el significado del bautismo en el seno de las iglesias multitudinarias.

(c) Ciertas iglesias africanas practican el bautismo del Espíritu Santo, sin agua, mediante la imposición de las manos, aunque reconociendo el bautismo de las demás iglesias. Es necesario llevar a cabo un estudio sobre esta práctica y su relación con el bautismo de agua.

22. El bautismo se celebra normalmente por un ministro ordenado, aunque en ciertas circunstancias, otros estén autorizados a bautizar.

23. Puesto que el bautismo está estrechamente ligado a la vida comunitaria y al culto de la Iglesia, debería celebrarse durante un acto litúrgico público de modo que los miembros de la comunidad recuerden su propio bautismo, acojan a los bautizados en su comunión fraternal y se comprometan a formarles en la fe cristiana. Al igual que en la práctica de la Iglesia antigua, las grandes fiestas de Pascua, Pentecostés y Epifanía son muy adecuadas para la celebración del
bautismo.

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