Lo Concerniente al Rito
El matrimonio cristiano es un pacto solemne y público
entre un hombre y una mujer en la presencia de Dios. En la Iglesia Católica Anglicana se requiere que los
cónyuges sean bautizados; que no menos de dos testigos presencien la ceremonia;
y que el matrimonio esté de acuerdo con las leyes del país y los cánones de
esta Iglesia.
Normalmente, un presbítero o un
obispo presiden la Celebración y
Bendición del Matrimonio, porque sólo estos ministros
pueden ejercer la función de pronunciar la bendición nupcial y de celebrar la
Santa Eucaristía. En caso de que en el rito estén presentes y oficiando un
obispo y un presbítero, es costumbre que el obispo pronuncie
la bendición y presida la Eucaristía. Un diácono, o un
presbítero asistente, pueden leer el cargo
y pedir la Declaración de Consentimiento, leer el Evangelio y desempeñar en
la Eucaristía otras funciones auxiliares.
Donde la
ley civil permita que los diáconos
presidan la ceremonia matrimonial, y no haya presbítero u obispo
disponible, un diácono puede
usar el rito que sigue, omitiendo la bendición nupcial que sigue a las
Oraciones. Es conveniente que sean laicos los que lean las Lecciones del
Antiguo Testamento y de las Epístolas. En la exhortación
inicial (en las siglas N.N.), se dicen los nombres
completos de los contrayentes. Después, sólo se dicen los nombres propios
Celebración y Bendición de un Matrimonio
A la hora
señalada, los contrayentes y sus testigos se reúnen en la iglesia o en algún
otro lugar adecuado. Durante la procesión nupcial puede cantarse un himno,
salmo o antífona; o bien, puede tocarse música instrumental. El Celebrante, de
cara al pueblo y a los contrayentes (la novia a la derecha y el novio a la
izquierda), se dirige a la congregación y dice:
Muy
amados:
Nos hemos reunido en la
presencia de Dios para bendecir y ser testigos de la unión entre este hombre y
esta mujer en Santo Matrimonio. Dios
estableció en la creación el vínculo y pacto matrimonial, y nuestro Señor
Jesucristo honró esta forma de vida con su presencia y su primer milagro en las bodas de
Caná de Galilea. El matrimonio
significa para nosotros el misterio de la unión entre Cristo y su Iglesia, y
las Sagradas Escrituras recomiendan que sea honrado entre todos los pueblos. Es la voluntad de
Dios que la unión de
esposo y esposa en corazón, cuerpo y mente sea para gozo mutuo; para la ayuda y
el consuelo que cada uno se dé, tanto en la prosperidad como en la adversidad;
y, cuando Dios lo disponga, para la procreación de los hijos y su formación en
el conocimiento y amor del Señor. Por tanto, el matrimonio no debe emprenderse
inconsiderada o ligeramente, sino con reverencia, deliberación y de acuerdo con
los propósitos para los cuales Dios lo instituyó. N.N. y N.N. vienen ahora para enlazar sus vidas en
esta santa unión. Si alguno de ustedes puede mostrar causa justa por la
cual no puedan casarse lícitamente, dígalo ahora, o de aquí en adelante, guarde
silencio.
A
continuación el Celebrante dice a los contrayentes:
N. y N., aquí, en la
presencia de Dios, yo les requiero y encargo que si uno de ustedes conoce alguna razón por la cual no pueden
unirse en matrimonio lícitamente, y de acuerdo con la Palabra de Dios, lo
confiese
ahora.
Declaración de Consentimiento
El
Celebrante dice a la mujer:
N., ¿quieres
tomar a este hombre como tu esposo, para vivir juntos en el pacto del
matrimonio; para amarle, confortarle, honrarle y cuidarle, tanto en tiempo de
enfermedad como de salud; y, renunciando a todos los demás, quieres serle fiel
mientras los dos vivan?
La Mujer
responde: Sí, quiero.
El
Celebrante dice al hombre:
N.,
¿quieres tomar a esta mujer como tu esposa, para vivir juntos en el pacto del
matrimonio; para amarla, conformarla, honrarla y cuidarla, tanto en tiempo de
enfermedad como de salud; y, renunciando a todas las demás, quieres serle fiel
mientras los dos vivan?
El Hombre
responde: Sí, quiero.
A
continuación el Celebrante dice a la congregación:
Ustedes,
testigos de este consentimiento, ¿harán
cuanto puedan para sostener a estas dos personas en su matrimonio?
Pueblo: Sí, lo haremos.
Si hay
presentación o entrega de los cónyuges, éste es el momento para hacerlo. Puede
seguir un himno, salmo o antífona.
Ministerio de la Palabra
El
Celebrante dice al pueblo: El
Señor sea con ustedes.
Pueblo: Y con tu espíritu.
El
Celebrante dice: Oremos.
Dios bondadoso y eterno, tú nos has creado hombre y mujer
a tu propia imagen: Mira con misericordia a este hombre y a esta mujer que
vienen a ti pidiendo tu bendición; ayúdales con tu gracia, para que con
fidelidad verdadera y amor constante honren y guarden las promesas y votos que
hacen; por Jesucristo nuestro Salvador, que vive y reina contigo, en la unidad
del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Se lee uno
o más de los siguientes pasajes de las Sagradas Escrituras. Si se celebra la
Comunión, un pasaje del Evangelio siempre concluye las Lecturas.
Génesis
1:26-28 (Los creó hombre y mujer)
Génesis
2:4-9, 15-24 (El hombre se une a su mujer y se hacen una sola carne)
Cantar de
los Cantares 2:10-13; 8:6-7 (Grandes aguas no pueden apagar el amor)
Tobías
8:4-8 (Que podamos llegar juntos a nuestra ancianidad)
1
Corintios 13:1-13 (La caridad es paciente, es servicial)
Efesios
3:14-19 (El Padre de quien toma nombre toda familia)
Efesios
5:1-2, 21-33 (Anden en amor, como Cristo nos amó)
Colosenses
3:12-17 (El amor que es el vínculo de la perfección)
1 San Juan
4:7-16 (Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios)
Entre las
Lecturas puede cantarse o decirse un Salmo, himno o antífona. Los Salmos 67,
127 y 128 son apropiados. Cuando vaya a leerse un pasaje del Evangelio, todos
se ponen de pie, y el Diácono o Ministro señalado dice:
Santo
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, según san____________.
Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!
Se lee uno
o más de los siguientes pasajes de las Sagradas Escrituras:
San Mateo
5:1-10 (Las bienaventuranzas)
San Mateo
5:13-16 (Vosotros sois la luz... Brille así
vuestra luz)
San Mateo
7:21, 24-29 (Como el hombre prudente que edificó
su casa sobre roca)
San Marcos
10:6-9, 13-16 (Ya no son dos, sino uno)
San Juan
15:9-12 (Que os améis los unos a los otros)
Después
del Evangelio el Lector dice: El
Evangelio del Señor.
Pueblo: Te alabamos, Cristo Señor.
Puede
seguir una homilía u otra respuesta apropiada a las
Lecturas.
Matrimonio
El Hombre, frente a
la mujer, la toma de la mano derecha, y dice:
En el Nombre de Dios,
yo, N., te recibo a ti, N., para ser mi esposa, desde hoy en
adelante, para tenerte y conservarte, en las alegrías y en las penas, en la
riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte
hasta que la muerte nos separe. Este es mi voto solemne.
Luego se
sueltan las manos, y
la Mujer, todavía
frente al hombre, lo toma de la mano derecha, y dice:
En el Nombre de Dios,
yo, N., te recibo a ti, N., para ser mi esposo, desde hoy en
adelante, para tenerte y conservarte, en las alegrías y en las penas, en la
riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte
hasta que la muerte nos separe. Este es mi voto solemne.
Se sueltan
las manos.
El
Celebrante puede pedir la bendición de Dios
sobre los anillos, de la siguiente manera:
Bendice,
oh Señor, este anillo, para que sea signo
de los votos por los cuales este hombre y esta mujer se han unido el uno al
otro; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
El contrayente coloca
el anillo en el anular de la otra persona, y dice:
N., te doy
este anillo como símbolo de mis
votos, y con todo lo que soy, y con todo lo que tengo, yo te
honro, en
el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (o, en el Nombre de Dios.)
Luego el
Celebrante junta la mano derecha de los contrayentes, y dice:
Puesto que N. y N. se han dado el uno al otro por medio
de votos solemnes, con la unión de las manos
y con la
entrega y recepción de anillos, yo los declaro
esposo y esposa, en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. A
quienes Dios ha unido, nadie los separe.
Pueblo: Amén.
Plegarias
Todos de
pie, el Celebrante dice:
Oremos,
con las palabras que nuestro Salvador nos enseñó.
Pueblo y
Celebrante:
Padre
nuestro que estás en el cielo,
santificado
sea tu Nombre,
venga tu
reino,
hágase tu
voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día.
Perdona
nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en tentación, y líbranos del mal.
Porque
tuyo es el reino, tuyo es el poder, y tuya es la gloria, ahora y por siempre.
Amén.
El Padre
Nuestro puede omitirse aquí, si el rito continúa con la Comunión. El Diácono u
otra Persona señalada lee las siguientes oraciones, a las cuales el Pueblo responde,
diciendo, Amén.
Cuando no
haya Comunión, se puede omitir una o más de las oraciones.
Oremos.
Eterno
Dios, creador y conservador de la vida, autor de la salvación y dador de toda
gracia: Mira con tu favor al mundo que has hecho y por el cual tu Hijo dio su
vida, y especialmente a este hombre y a esta mujer, a quienes haces una sola
carne en Santo Matrimonio. Amén.
Confiéreles
sabiduría y devoción, para que ordenen su vida en común, de tal modo que cada
uno sea para la otra fortaleza en la necesidad, consejero en la duda, consuelo
en la tristeza y compañero en el gozo. Amén.
Concede
que sus voluntades se entrelacen en tu voluntad, y sus espíritus en tu
Espíritu, para que crezcan en amor y paz contigo y el uno con el otro, todos
los días de su vida. Amén.
Dales
gracia para que, cuando se ofendan el uno al otro reconozcan y acepten sus
faltas, se pidan perdón y busquen el tuyo, oh Señor. Amén.
Haz que su
vida en común sea un signo del amor de Cristo para este mundo dividido y
pecador, y que la unidad venza la división, el perdón sane la culpa y el gozo
conquiste la desesperación. Amén.
Otórgales,
si es tu voluntad, el don y la herencia de hijos, y la gracia para criarlos en
tu conocimiento, amor y servicio. Amén.
Dales tal
plenitud de su afecto mutuo que se proyecten en amor y preocupación por los
demás. Amén.
Concede que
todas las personas casadas que han sido testigos de este intercambio de votos
vean fortalecidas sus vidas y confirmada su lealtad. Amén.
Haz que
los lazos de nuestra humanidad común, que mantienen unidos a todos tus hijos, y
a los vivos con los muertos, sean transformados de tal manera por tu gracia,
que tu voluntad se haga en la tierra como en el cielo; donde vives y reinas, oh
Padre, con tu Hijo y el Espíritu Santo, en perfecta unidad, por los siglos de
los siglos. Amén.
Bendición del Matrimonio
El pueblo
permanece de pie. El esposo y la esposa se arrodillan, y el Obispo o Presbítero
dice una de las siguientes oraciones:
Dios de toda bondad, te damos gracias por tu benigno amor
al enviar a Jesucristo entre nosotros, para nacer de una madre humana, y para
transformar el camino de la cruz en el sendero de la vida. También te damos
gracias por consagrar en su Nombre la unión del hombre y la mujer. Por el poder
de tu Santo Espíritu derrama la abundancia de tu bendición sobre este hombre y
esta mujer.
Defiéndelos de todo enemigo. Guíalos en la plenitud de tu
paz. Que su mutuo amor sea un sello sobre sus corazones, un manto sobre sus
hombros y una tiara sobre sus frentes. Bendícelos en su trabajo y en su
compañerismo; en su dormir y en su despertar; en sus gozos y en sus penas; en
su vida y en su muerte. Finalmente, por tu misericordia, llévalos a la mesa de
tu hogar celestial donde tus santos festejan para siempre; por Jesucristo
nuestro Señor, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, por
los siglos de los siglos Amén.
O bien:
Oh Dios, que al consagrar el pacto matrimonial nos
muestras la unidad espiritual entre Cristo y su Iglesia: Otorga tu bendición a
estos tus siervos, para que se amen, se honren y se cuiden, con fidelidad y
paciencia, con sabiduría y verdadera santidad, de tal manera que su hogar sea
un puerto de bendición y de paz; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina
contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
Mientras
el esposo y la esposa permanecen de rodillas, el Obispo o Presbítero añade esta
bendición:
Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo les bendiga, conserve
y guarde: el Señor por su misericordia mire con favor hacia ustedes, y les
colme de toda bendición espiritual y gracia, para que fielmente vivan juntos en
esta vida, y en la venidera tengan vida eterna. Amén.
La Paz
El
Celebrante puede decir al pueblo:
La paz del
Señor sea siempre con ustedes.
Pueblo: Y con tu espíritu.
Los recién
casados se saludan; después, la congregación puede saludarse mutuamente.
Cuando no
haya Comunión, el cortejo nupcial se retira de la iglesia. Puede cantarse un
himno, salmo o antífona, o puede tocarse música instrumental.
En la Eucaristía
La
Liturgia continúa con el Ofertorio, en el
cual los recién casados pueden presentar las ofrendas de pan y vino.
Prefacio del Matrimonio
En la
Comunión es apropiado que los recién casados comulguen después de los ministros
y antes de la congregación. En lugar de la Oración usual de poscomunión, se
dice la siguiente:
Oh Dios, dador de todo lo que es verdadero, noble y
amable: Te damos gracias por habernos unido en estos santos misterios del
Cuerpo y Sangre de tu Hijo Jesucristo.
Concede por tu Espíritu Santo, que N. y N., ahora unidos en Santo Matrimonio,
lleguen a ser uno en corazón y alma, vivan en fidelidad y paz, y obtengan el
gozo eterno preparado para todos los que te aman; por amor de Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Mientras
el cortejo nupcial se retira de la iglesia, puede cantarse un himno, salmo o
antífona, o puede tocarse música instrumental.
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