Hno. Alois
Del Cuaderno 17 de Taizé. EL CAMINO DE COMUNIÓN VIVIDO EN TAIZE.
Del Cuaderno 17 de Taizé. EL CAMINO DE COMUNIÓN VIVIDO EN TAIZE.
Tenemos la impresión de que, a lo largo de los siglos, los
cristianos terminaron por habituarse a estar divididos, como si esto fuese normal.
Para preparar la reconciliación, el hermano Roger nos enseñó a los hermanos a
valorar lo mejor de las diferentes tradiciones. Es entonces cuando se puede dar
un intercambio de dones: compartir con los otros lo que hemos recibido de Dios
y ver también los dones que Dios ha depositado en los otros. Sin reunir de ese
modo los dones del Espíritu Santo ¿cómo podrían los cristianos ser testigos de
la unidad y de la paz en la familia humana?
Este intercambio
de dones se ha iniciado ya; a través de las oraciones comunes y de
encuentros personales, se ha profundizado en una estima mutua. Muchos han
comprendido que ciertos aspectos del misterio de la fe adquieren más valor en
otra tradición que en la propia. ¿Cómo ir más lejos en el compartir esos tesoros? Y ¿cuáles
son esos tesoros?
Los cristianos de
Oriente realzan el valor de la resurrección de Cristo que ya transfigura el
mundo. ¿No es ésta la razón por la que muchos de ellos han sabido atravesar
décadas de sufrimiento en los siglos pasados? Oriente ha conservado la
enseñanza de los padres de la Iglesia con una gran fidelidad. El monacato que
ha ofrecido a Occidente ha inspirado en toda la Iglesia un camino de
contemplación. ¿Podrían los cristianos
de Occidente abrirse más a estos tesoros?
Los cristianos de
la Reforma han subrayado ciertas realidades del Evangelio: Dios ofrece su
amor de forma gratuita; a través de su Palabra, sale al encuentro de quien la
escucha y la pone en práctica; la simple confianza de la fe lleva a la libertad
de los hijos de Dios, a la inmediatez de una vida con Dios en el presente;
cantar juntos interioriza la palabra de Dios. Estos valores a los que están apegados los cristianos de la Reforma,
¿no son esenciales para todos?
A través de la historia, la Iglesia católica ha conservado de forma visible la universalidad
de la comunión en Cristo. Ha buscado sin cesar un equilibrio entre la Iglesia
local y la Iglesia universal. Una no puede existir sin la otra. Un ministerio
de comunión a todos los niveles ha ayudado a mantener la unanimidad en la fe. ¿No podrían todos los bautizados ir más
lejos en una comprensión progresiva de este ministerio?
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