Anglocatólico

COMUNIDAD ECUMÉNICA MISIONERA LA ANUNCIACIÓN. CEMLA
Palabra + Espíritu + Sacramento + Misión
Evangelizar + Discipular + Enviar


“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

whatsapp +503 7768-5447

jueves, 25 de agosto de 2011

CONSAGRACIÓN DE UN OBISPO en el LOC

Consagración de un Obispo
Iglesia Católica Anglicana

Prefacio a los Ritos de Ordenación

Las Sagradas Escrituras y los antiguos autores cristianos expresan con claridad que, desde los tiempos apostólicos, han existido diferentes ministerios en la Iglesia. En particular, desde los tiempos del Nuevo Testamento, la santa Iglesia católica de Cristo se ha caracterizado por tener tres distintas órdenes de ministros ordenados. Primero, está la orden de obispos, quienes continúan la obra apostólica dirigiendo, supervisando y uniendo la Iglesia. Segundo, asociados con los anteriores, están los presbíteros, quienes, más tarde, fueron generalmente llamados sacerdotes. Junto con los obispos, éstos participan en el gobierno de la Iglesia, en su obra misionera y pastoral, y en la predicación de la Palabra de Dios y la administración de sus santos Sacramentos. Tercero, están los diáconos que asisten a los obispos y sacerdotes en todo este ministerio. Además, es responsabilidad especial de los diáconos, ministrar en nombre de Cristo a los pobres, los enfermos, los afligidos y los desvalidos.

Las personas escogidas y reconocidas por la Iglesia como llamadas por Dios al ministerio ordenado, son admitidas a estas sagradas órdenes por medio de oración solemne y la imposición de manos episcopales. Ha sido y es la intención y propósito de esta Iglesia, mantener y continuar estas tres órdenes; y, para este propósito, estos ritos de ordenación y consagración son establecidos. A ninguna persona se le permite ejercer las funciones de obispo, presbítero o diácono en esta Iglesia, a menos que así haya sido ordenada o ya haya recibido tal ordenación con la imposición de manos de obispos debidamente calificados para conferir Ordenes Sagradas.

Está también reconocido y afirmado que el ministerio tríplice no es propiedad exclusiva de esta rama de la Iglesia católica de Cristo, sino don de Dios para el crecimiento de su pueblo y la proclamación de su Evangelio por todas partes. Consecuentemente, el modo de ordenar en esta Iglesia ha de ser tal como ha sido y ahora es mayormente reconocido por pueblos cristianos como el adecuado para conferir las sagradas órdenes de obispo, presbítero y diácono.
LOC p. 412.
Lo Concerniente a la Ordenación de un Obispo

Conforme a la costumbre antigua, es deseable, de ser posible, que los obispos sean ordenados en domingo y en otros días de fiesta de nuestro Señor, o en fiestas de los apóstoles o evangelistas.

En la ordenación de un obispo, el Primado de la Iglesia, o un obispo designado por él, será quien presida y funja como consagrante principal. Por lo menos otros dos obispos fungen como co-consagrantes. En el rito se asignan funciones apropiadas a los representantes del presbiterado, diaconado y laicado de la diócesis para la cual ha de ser consagrado el nuevo obispo.

Desde el comienzo del rito hasta el Ofertorio, el consagrante principal preside desde el sitial colocado cerca al pueblo, a fin de que todos puedan ver y oír lo que se hace. Los demás obispos, o un número conveniente de ellos, se sientan a su derecha e izquierda.

El obispo electo está revestido de roquete o alba, sin estola, esclavina o cualquier otra vestidura distintiva de su rango u orden eclesiástico o académico.

En la presentación del obispo electo se usa su nombre completo (designado por el símbolo N.N.). En adelante, lo apropiado es referirse a él sólo por el nombre cristiano por el cual desea ser llamado.

Durante el Ofertorio es apropiado que el pan y vino sean llevados al Altar por la familia o amigos del recién ordenado.
La familia del recién ordenado puede recibir la Comunión antes que los otros miembros de la congregación. Habrá siempre oportunidad para que el pueblo comulgue.
(Rúbricas Adicionales se encuentran en la página 454 del LOC.)
LOC p. 413.

Lo Concerniente a la Consagración de un Obispo tiene varias directrices generales.

-          El primer párrafo habla de lo deseado de tener la consagración en un Domingo o fiesta de nuestro Señor o de un Apóstol o Evangelista.
-          El segundo habla de que es el Primado de la Iglesia o sea el Obispo Presidente que debe encargarse de presidir una consagración de obispo, pero si no puede, designará a alguien para hacerlo por él. Y enfatiza aquí la necesidad de tener tres obispos para ordenar y consagrar a un nuevo obispo. Es válido en caso de emergencia o bajo condiciones extraordinarias que un obispo solo consagra a una persona que ha sido electo obispo. Pero la tradición exige la presencia de tres consagrantes y esta es la norma que debe seguirse siempre. Solamente en casos de emergencia un obispo solo ordena a otro obispo.
-          El tercer párrafo indica que el obispo que preside este rito, debe sentarse en lugar visible para que el pueblo pueda ver y participar plenamente de la ceremonia.
-          El cuarto indica que el obispo electo tiene solamente la vestidura básica del obispo, o sea roquete o alba, pero sin otra señal de su posición eclesiástica, sin estola o nada, para que después de su consagración sea vestido con las vestiduras propias del obispado, frente al pueblo.

El rito de Consagración de un Obispo, está en la forma de una ante comunión.

-          Comienza con el Saludo y la Colecta por la Pureza y es seguida por la Presentación.
-          La Presentación se hace por representantes —clérigos y laicos— de la diócesis ante el Obispo Consagrante. Se leen los testimonios de elección. Todo esto tiene que ver con el asunto de que la Consagración de un Obispo es esencial al bienestar de la Iglesia y por eso tiene que ser hecha de una manera canónica y cristiana. Por eso la Presentación se hace por miembros conocidos de la Diócesis y los documentos que indican lo legítimo de su elección se leen en voz alta frente a la congregación.

Después de esto el obispo electo hace su promesa de concordar
-          con las Santas Escrituras,
-          con la doctrina, disciplina y culto de la Iglesia Católica Apostólica Anglicana
-          en voz alta frente al Obispo Consagrante y al pueblo reunido.

Luego el obispo electo firma la declaración frente a todos los presentes. Otros —que pueden ser los presentadores— firman también el documento como testigos oficiales.

El Obispo Presidente se pone de pie y pide a la congregación su aprobación de la consagración del obispo electo.

Primero lee una afirmación de la elección legal y válida y pregunta si hay objeción contra esta consagración. En este momento el Obispo Consagrante debe esperar unos momentos, porque esto no es simplemente una cosa de rutina, pero es el momento en que una objeción seria debe hacerse o nunca jamás.

Luego el Obispo Consagrante le pregunta a la congregación,
«¿Es su voluntad que ordenemos a N. obispo?»

Y el pueblo responde, «Esa es nuestra voluntad».

 El Obispo Consagrante vuelve a preguntar,
«¿Respaldarán a N. como su obispo?» 

la respuesta es, «Así lo haremos».

El Obispo Consagrante sigue con la declaración, que desde el tiempo del Nuevo Testamento, las ordenaciones han sido hechas a base de oración y por eso pide a la congregación oraciones por el obispo electo y su consagración.

En este momento debe haber un silencio seguido por la Letanía para Ordenaciones. Esto se puede cantar o rezar. En la Iglesia Católica Anglicana generalmente la Letanía es cantada en una ordenación.

Después del Kyrie de la Letanía, el Obispo Consagrante reza la Colecta del Día, especialmente si es Domingo o Día de fiesta, o bien la colecta que se encuentra en el rito, o las dos.



Rito de Consagración de un Obispo

Durante la entrada de los obispos y demás ministros, pueden cantarse himnos, salmos y antífonas.

El pueblo de pie, el Obispo señalado dice:

Bendito sea Dios:       Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Pueblo                          Y bendito sea su reino, ahora y por siempre. Amén.

Desde el Día de Pascua hasta el Día de Pentecostés inclusive, en lugar de lo anterior, se dice:
Obispo                          ¡Aleluya! Cristo ha resucitado.
Pueblo                          ¡Es verdad! El Señor ha resucitado. ¡Aleluya!

Durante la Cuaresma y en otras ocasiones pentienciales, se dice:
Obispo                          Bendigan al Señor, quien perdona todos nuestros pecados.
Pueblo                          Para siempre es su misericordia.

Entonces el Obispo dice:
Dios omnipotente, para quien todos los corazones están manifiestos, todos los deseos son conocidos y ningún secreto se halla encubierto: Purifica los pensamientos de nuestros corazones por la inspiración de tu Santo Espíritu, para que perfectamente te amemos y dignamente proclamemos la grandeza de tu santo Nombre; por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Presentación

Los obispos y el pueblo se sientan. Representantes de la diócesis, tanto Presbíteros como Laicos, de pie ante el Obispo Consagrante, presentan al obispo electo, diciendo:
N., Obispo en la Iglesia de Dios, el clero y pueblo de la Diócesis de N., confiando en la dirección del Espíritu Santo, han escogido a N.N. para ser obispo y pastor principal. Por tanto, te pedimos que impongas tus manos sobre él, y en el poder del Espíritu Santo le consagres obispo en la Iglesia una, santa, católica y apostólica.

El Obispo Consagrante solicita que se lean los testimonios de elección.

Terminada su lectura, el Obispo Consagrante exige del Obispo electo la siguiente promesa:
En Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, yo, N.N., elegido obispo en la Iglesia de Dios en N., declaro solemnemente que creo que las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son la Palabra de Dios, y que contienen todas las cosas necesarias para la salvación; y me comprometo solemnemente a conformarme a la doctrina, disciplina y culto de la Iglesia Católica Apostólica Anglicana.

El Obispo electo firma entonces la Declaración anterior delante de todos los presentes. Los testigos añaden sus firmas.
Todos se ponen de pie.
El Obispo Consagrante dirige al pueblo las siguientes u otras palabras similares, y pide su respuesta:

Amados hermanos en Cristo Jesús, han oído ustedes el testimonio de que N.N. ha sido debida y legalmente elegido obispo de la Iglesia de Dios para servir en la Diócesis de N. A ustedes se les ha asegurado que él es idóneo para este oficio, y que la Iglesia le ha aprobado para esta sagrada responsabilidad. No obstante, si
alguno de ustedes tiene conocimiento de causa por la cual no debamos proceder, dé lo a conocer ahora.

Si no se presentan objeciones, el Obispo Consagrante continúa:
¿Es su voluntad que ordenemos a N. obispo?

El Pueblo responde con éstas u otras palabras similares:
Esa es nuestra voluntad.

Obispo Consagrante:
¿Respaldarán a N. como su obispo?

El Pueblo responde con éstas u otras palabras similares:
Así lo haremos.

El Obispo Consagrante continúa, diciendo:
Las Escrituras nos dicen que nuestro Salvador Cristo pasó toda la noche en oración antes de escoger y enviar a sus doce apóstoles. Asimismo, los apóstoles oraron antes de nombrar a Matías para ser uno de ellos. Por tanto, sigamos sus ejemplos, y ofrezcamos nuestras oraciones a Dios omnipotente antes de ordenar a N. para la obra a la cual confiamos el Espíritu Santo le ha llamado.

Todos se arrodillan, y la Persona señalada dirige la Letanía para las Ordenaciones, u otra aprobada. Terminada la letanía, y después del Kyrie, el Obispo Consagrante se pone de pie y dice la Colecta del Día, o la siguiente, o ambas, diciendo primero:

Letanía para Ordenaciones

Dios Padre,
Ten piedad de nosotros.

Dios Hijo,
Ten piedad de nosotros.

Dios Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios,
Ten piedad de nosotros.

Oramos a ti, Cristo Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por la santa Iglesia de Dios, para que esté llena de verdad
y de amor, y se halle sin mancha en el día de tu venida,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por todos los miembros de tu Iglesia en su vocación y ministerio,
para que te sirvan en verdad y santidad de vida,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por N. nuestro Primado, y por todos los obispos
presbíteros y diáconos, para que estén llenos de tu amor,
tengan hambre de tu verdad y sed de tu justicia,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por N., elegido obispo (presbítero, diácono) en tu Iglesia,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Que cumpla él con fidelidad los deberes de este
ministerio, edifique tu Iglesia y glorifique tu Nombre,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Que por la presencia del Espíritu Santo te dignes
sostenerle y alentarle a perseverar hasta el fin,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por su familia [los miembros de su casa o comunidad;,
para que sea adornada de todas las virtudes cristianas,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por cuantos temen a Dios y creen en ti, Cristo Señor,
para que cesen nuestras divisiones y todos seamos uno,
como tú y el Padre son uno,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por la misión de la Iglesia, para que en testimonio fiel
proclame el Evangelio hasta los confines de la tierra,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por los que aún no creen y por los que han perdido la fe,
para que reciban la luz del Evangelio,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por la paz del mundo, para que entre las naciones y los
pueblos crezca un espíritu de respeto y comprensión,
te suplicamos, oh Señor.
Señor atiende nuestra súplica.

Por los que tienen cargos de responsabilidad pública
[especialmente ________], para que sirvan a la justicia y
promuevan la dignidad y la libertad de toda persona,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por tu bendición sobre todo trabajo humano y por el uso
debido de las riquezas de la creación, para que el mundo
sea librado de la pobreza, el hambre y el desastre,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por los pobres, los perseguidos, los enfermos y todos
cuantos sufren; por los refugiados, los prisioneros y por
todos los que están en peligro, para que hallen alivio y protección,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por nosotros, por el perdón de nuestros pecados y por la
gracia del Espíritu Santo para enmendar nuestras vidas,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Por cuantos han muerto en la comunión de tu Iglesia, y
por aquéllos cuya fe sólo tú conoces, para que con todos
tus santos tengan descanso en ese lugar donde no hay
dolor ni tristeza, sino vida eterna,
te suplicamos, oh Señor.
Señor, atiende nuestra súplica.

Gozándonos en la comunión de [la siempre Bendita Virgen
María, (del bienaventurado N.) y] todos los santos,
encomendémonos los unos a los otros, y toda nuestra
vida, a Cristo nuestro Dios.
A ti, Señor nuestro Dios.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

En ordenaciones, el Obispo que preside, poniéndose de pie, dice:
El Señor sea con ustedes.
Pueblo Y con tu espíritu.

El Obispo dice la Colecta .
Oremos.
Dios de poder inmutable y luz eterna: Mira con favor a toda tu Iglesia, ese maravilloso y sagrado misterio; por la operación eficaz de tu providencia lleva a cabo en tranquilidad el plan de salvación; haz que todo el mundo vea y sepa que las cosas que han sido derribadas son levantadas, las cosas que han envejecido son renovadas, y que todas las cosas están siendo llevadas a su perfección, mediante aquél por quien fueron hechas, tu Hijo Jesucristo nuestro Señor; que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

El Ministerio de la Palabra o LITURGIA DE LA PALABRA tiene la estructura normal de la ante comunión o pro anáfora del rito eucarístico, o sea tres lecturas, comenzando con la del
                Antiguo Testamento, después la del
                Nuevo Testamento y finalmente el
                Evangelio.
Aquí se encuentran lecturas que se pueden utilizar o pueden ser los del Domingo o Fiesta Mayor si el día es uno de estos.

Terminado el Evangelio, sigue el Sermón, que tradicionalmente es predicado por una persona escogida por el obispo electo, puede ser obispo, un clérigo o un laico, aunque esto no es muy común.
La rúbrica indica que después del sermón, la congregación canta un himno. Esto no es permitido sino requerido en este lugar. El propósito es dar oportunidad para que todos lleguen a su lugar, estar preparados para sentarse para el examen del obispo electo.


Ministerio de la Palabra

Se leen tres Lecciones. La Lección del Antiguo Testamento y la Epístola son leídas por laicos.
Las Lecturas se escogen normalmente de la lista siguiente y pueden ser ampliadas, si así se desea. En una Fiesta Mayor o en Domingo, el Obispo Consagrante puede escoger Lecturas del Propio del Día.

Antiguo Testamento
Isaías 6:1-8, ó Isaías 42:1-9
Salmo 99, ó 40:1-14, ó 100
Epístola Hebreos 5:1-10, ó 1 Timoteo 3:1-7, ó 2 Corintios 3:4-10

El Lector dice:
Lectura (Lección) de _____________.
Puede añadirse la referencia al capitulo y versículo.

Después de cada Lectura el Lector puede decir:
Palabra del Señor.
Pueblo Demos gracias a Dios.
o el Lector puede decir: Aquí termina la Lectura (Epístola).
Puede guardarse un período de silencio.
Después de cada Lectura sigue un Salmo, cántico o himno.

Entonces, todos de pie, un Diácono o un Presbítero lee el Evangelio, diciendo primero:
Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, según ____________.
Pueblo ¡Gloria a ti, Cristo Señor!

San Juan 20:19-23, ó San Juan 17:1-9,18-21, ó San Lucas 24:44-49a

Después del Evangelio el Lector dice:
El Evangelio del Señor.
Pueblo Te alabamos, Cristo Señor.

Sermón
Después del Sermón la Congregación canta un himno.

El Examen comienza con una descripción del oficio de un obispo, indicando que un obispo
                «es llamado a ser uno con los apóstoles en la proclamación de la resurrección de Cristo y
                la interpretación del Evangelio». También dice que el obispo es uno
                «llamado a guardar la fe, unidad y la disciplina de la Iglesia;
                a celebrar y proveer para la administración de los sacramentos del Nuevo Pacto»
                y específicamente  «a ordenar presbíteros y diáconos, y a unir[se] en la ordenación de obispos; y
                a ser, en todo, un pastor fiel y un ejemplo saludable para todo el rebaño de Cristo».

Finalmente la pregunta clave,
                «¿Crees verdaderamente que Dios te ha llamado a ser obispo?»
Y la respuesta del obispo electo es,
                 «Así lo creo».

Después sigue una serie de preguntas dirigidas al obispo electo por el Obispo Consagrante y los otros obispos que están sentados con él.
Preguntas sobre la aceptación de esta llamada;
                la decisión de ser fiel en oración y estudio de las Santas Escrituras;
                de proclamar e interpretar el Evangelio;
                de ser principal sacerdote y pastor;
                de ser guardián de la fe, unidad y disciplina de la Iglesia;
                de compartir el gobierno y administración de la Iglesia;
                y de mostrar su misericordia y compasión para con los pobres, los extranjeros y los desvalidos.

A cada pregunta la respuesta indica la intención del obispo electo de hacerlo con la ayuda de Dios:
                «con el poder del Espíritu»,
                «en el nombre de Cristo»,
                «por el amor de Dios»,
                «por la gracia que me es dada» y
                «por el amor de Cristo Jesús».

Al terminar el examen el Obispo Consagrante le invita al obispo electo a afirmar la fe en las palabras del Credo Niceno junto con toda la congregación presente.


Examen

Ahora todos se sientan, excepto el obispo electo, que permanece de pie, de cara a los obispos. El Obispo Consagrante se dirige al obispo electo:
Hermano mío, el pueblo te ha escogido y ha afirmado su confianza en ti, aclamando tu elección. Un obispo en la santa Iglesia de Dios es llamado a ser uno con los apóstoles en la proclamación de la resurrección de Cristo y la interpretación del Evangelio, y a testificar la soberanía de Cristo como Señor de señores y Rey de reyes.

Estás llamado a guardar la fe, unidad y disciplina de la Iglesia; a celebrar y proveer para la administración de los sacramentos del Nuevo Pacto; a ordenar presbíteros y diáconos, y a unirte en la ordenación de obispos; y a ser, en todo, un pastor fiel y un ejemplo saludable para todo el rebaño de Cristo.

Con tus hermanos obispos compartirás la dirección de la Iglesia en todo el mundo. Tu herencia es la fe de los patriarcas, profetas, apóstoles y mártires, y de aquéllos en toda generación que con esperanza han buscado a Dios. Tu gozo será seguir a aquél que vino, no para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

¿Crees verdaderamente que Dios te ha llamado a ser obispo?

Respuesta          Así lo creo.

Las siguientes preguntas son dirigidas al obispo electo por uno o más de los otros obispos.
Obispo
 ¿Aceptarás este llamado y cumplirás esta responsabilidad en obediencia a Cristo?

Respuesta          Obedeceré a Cristo y serviré en su nombre.

Obispo
¿Serás fiel en la oración y en el estudio de las Sagradas Escrituras, para que tengas la mente de Cristo?

Respuesta          Así lo haré, porque él es mi auxilio.

Obispo
¿Proclamarás e interpretarás valerosamente el Evangelio de Cristo, iluminando las mentes y despertando las conciencias de tu pueblo?

Respuesta          Así lo haré, con el poder del Espíritu.

Obispo
Como principal sacerdote y pastor, ¿alentarás y sustentarás a todos los bautizados en sus dones y ministerios? ¿Los nutrirás con las riquezas de la gracia de Dios? ¿Orarás por ellos sin cesar y celebrarás con ellos los sacramentos de nuestra redención?

Respuesta          Así lo haré en nombre de Cristo, Pastor y Obispo de nuestras almas.

Obispo
 ¿Guardarás la fe, unidad y disciplina de la Iglesia?

Respuesta          Así lo haré, por el amor de Dios.

Obispo
¿Compartirás con tus hermanos obispos el gobierno de toda la Iglesia? ¿Sustentarás a tus hermanos presbíteros y actuarás en consejo con ellos? ¿Guiarás y fortalecerás a los diáconos y a todos cuantos ministran en la Iglesia?

Respuesta          Así lo haré, por la gracia que me es dada.

Obispo
¿Serás misericordioso o con todos? ¿Mostrarás compasión a los pobres y a los extranjeros, y defenderás a los desvalidos?

Respuesta          Así lo haré, por el amor de Cristo Jesús.

Todos de pie. El Obispo Consagrante dice entonces:
N., por estas promesas te has comprometido con Dios, para servir a su Iglesia como obispo. Por tanto, te pedimos que, escogido para ser guardián de la fe de la Iglesia, nos dirijas en la confesión de dicha fe.

Obispo electo:
Creemos en un solo Dios.
Todos juntos cantan o dicen:
Creemos en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador de cielo y tierra,
de todo lo visible e invisible.

Creemos en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza que el Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros
y por nuestra salvación
bajó del cielo:
por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre.
Por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato:
padeció y fue sepultado.
Resucitó al tercer día, según las Escrituras,
subió al cielo
y está sentado a la derecha del Padre.
De nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creemos en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creemos en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Reconocemos un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Esperamos la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

Después del Credo, que es la última parte del Examen, viene la Consagración del Obispo como tal.

Todos permanecen de pie, a excepción del obispo electo que se arrodilla delante del obispo consagrante. «Los demás obispos se sitúan a la derecha e izquierda del Obispo Consagrante».
Se canta el himno Veni Creator Spiritus o la forma alternativa del mismo, el Veni Sáncte Spiritus. Normalmente esos se cantan antifonalmente. El Obispo Consagrante canta la primera línea y la congregación responde con la segunda.

Después del himno sigue un tiempo de silencio. A veces, el silencio no se toma en serio en el culto, pero es importante y este es un momento en que se requiere. El concepto básico es que todos en este tiempo de silencio oren por la Iglesia y el obispo electo.


Consagración del Obispo

Todos permanecen de pie, excepto el Obispo electo que se arrodilla delante del Obispo Consagrante. Los demás obispos se sitúan a la derecha e izquierda del Obispo Consagrante.
Se canta el himno Veni Creator Spiritus, o el Veni Sancte Spiritus.
Sigue un período de oración en silencio, mientras el pueblo permanece de pie.
El himno Veni Creator Spiritus invoca la presencia del Espíritu Santo. Se reza o canta en latín desde hace doce siglos de manera solemne, especialmente en la celebración litúrgica de la fiesta de Pentecostés, durante la consagración de obispos, la ordenación de presbíteros, la confirmación, la dedicación de templos y la celebración de sínodos y concilios.

LATIN

Veni, Creator Spiritus
mentes tuorum visita
Imple superna gratia quae
tu creasti pectora.

Qui diceris Paraclitus,
altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas,
et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
paternae digitus dexterae,
tu rite promissum Patris,
sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus,
infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis,
virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,
pacemque dones protinus,
ductore sic te praevio,
vitemus omne noxium.

Per te sciamus da Patrem,
noscamus atque Filium,
teque utriusque Spiritum
credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria,
et Filio qui a mortuis
surrexit, ac Paraclito,
in saeculorum saecula.

Amen.

ESPAÑOL

Ven Espíritu creador;
visita las almas de tus fieles.
Llena de la divina gracia los corazones
que Tú mismo has creado.

Tú eres nuestro consuelo,
don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú el prometido del Padre,
pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra frágil carne.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía
evitaremos todo lo que es nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre
y también al Hijo y que en Ti,
que eres el Espíritu de ambos,
creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre
y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos.

Amén.

Consagración del Obispo

El Obispo Consagrante es el que dirige la oración de Consagración. En medio de ésta, en el momento de la consagración, todos los obispos imponen manos sobre la cabeza del obispo electo y el segundo párrafo se dice por todos los obispos juntos. Este es el momento de invocar el poder, presencia y don del Espíritu Santo para que esta persona llegue a ser un verdadero ministro apostólico de la Iglesia.
La última parte se dice por el Obispo Consagrante y al fin el pueblo responde en voz alta, «Amén». Esta es la afirmación del pueblo de Dios a la oración de que Dios haga de esta persona un buen obispo en la Iglesia de
Dios.

Hay que notar que en este acto de consagración son los obispos y solamente los obispos que imponen las manos en el obispo electo. Hay que recordar que en nuestra Iglesia el obispo es el sumo sacerdote, el único que tiene la autoridad y poder de conferir órdenes sagradas, es decir, poner en orden los ministerios de la Iglesia. Por eso, la consagración de un obispo toma lugar a las manos de los obispos. Las otras órdenes tienen su papel en la elección de un obispo o aprobación de la elección de un obispo y participan también en la consagración por medio del culto, pero el acto de ordenación como tal pertenece solamente a los obispos y por eso solamente ellos imponen las manos, que indica también la admisión del ordenando al colegio episcopal.


 El Obispo Consagrante comienza esta Oración de Consagración:
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de todo consuelo, que moras en lo alto pero velas por los humildes, y que conoces todas las cosas antes de que acontezcan: Te damos gracias porque desde el principio has congregado y preparado un pueblo para ser heredero del pacto de Abrahán, y has levantado profetas, reyes y sacerdotes, sin dejar jamás tu templo desatendido. Te alabamos también porque desde la creación has aceptado bondadosamente el ministerio de aquéllos que tú has elegido.

El Obispo Consagrante y otros obispos ahora imponen las manos sobre la cabeza del obispo electo, y dicen al unísono:
Por tanto, Padre, haz a N. un obispo en tu Iglesia.
Derrama sobre él, el poder de tu noble Espíritu, el cual conferiste a tu amado Hijo Jesucristo, con el cual él dotó a los apóstoles, y por el cual tu Iglesia se edifica en todo lugar, para gloria e incesante alabanza de tu Nombre.

El Obispo Consagrante continúa:
A ti, oh Padre, todos los corazones están manifiestos; te imploramos que llenes el corazón de éste tu siervo a quien has escogido para ser obispo en tu Iglesia, de un amor tal hacia ti y hacia todo el pueblo, que apaciente y cuide al rebaño de Cristo, y ejerza sin reproche el sumo sacerdocio al cual tú le has llamado, sirviendo en tu presencia día y noche en el ministerio de la reconciliación, absolviendo en tu Nombre, ofreciendo los dones santos, y velando sabiamente por la vida y obra de la Iglesia. Concede que, en todo, presente ante ti la ofrenda aceptable de una vida pura, apacible y santa; por Jesucristo tu Hijo, a quien contigo y el Espíritu Santo sea honor, potestad y gloria en la Iglesia, por los siglos de los siglos.

El Pueblo en voz alta responde Amén.

Ahora, el nuevo obispo es revestido de acuerdo con su orden.

Después de haber sido consagrado, el nuevo obispo ya es revestido de los ornamentos y vestiduras de su orden. Hemos notado que hasta este punto él lleva simplemente el rochet o alba sobre la sotana. Ya recibe la estola, la capa, el shemir, la mitra, etc.

Luego se entregan los instrumentos de su oficio.

                El primero es la Biblia con unas palabras de entrega.
                Después otros símbolos apropiados.
                               Puede ser báculo,
                               cruz pectoral,   
                               anillo u otros símbolos del oficio del obispo.

Si el nuevo obispo es diocesano, hay símbolos —como el báculo— que son especialmente apropiados.

Una vez vestido con sus símbolos del oficio, el obispo ya consagrado es presentado al pueblo por el Obispo Consagrante. Es la costumbre que haya un tiempo de aplausos y de aclamaciones, etc.



Se le entrega una Biblia con las siguientes palabras:
Recibe las Sagradas Escrituras. Apacienta el rebaño de Cristo encomendado a tu cuidado, guárdalo y defiéndelo en su verdad, y sé un fiel mayordomo de su santa Palabra y Sacramentos.

Puede ahora entregársele otros símbolos apropiados.
El Obispo Consagrante presenta al pueblo a su nuevo obispo.
El Clero y Pueblo le aclaman y aplauden.

Sigue inmediatamente La Paz que es anunciada por el nuevo obispo. Esto da una oportunidad para felicitar y saludar al nuevo obispo y él a su familia, a los otros obispos, clérigos y al pueblo de Dios reunido.


La Paz

Entonces el nuevo Obispo dice:
La paz del Señor sea siempre con ustedes.
Pueblo Y con tu espíritu.

El Obispo Consagrante y los otros Obispos saludan al nuevo obispo.
El Pueblo se saluda mutuamente.
El nuevo Obispo también saluda a otros miembros del clero, a su familia y a la congregación.
El nuevo Obispo, si fuese el Diocesano, puede ser conducido ahora a su cátedra.

En la Celebración de la Eucaristía el nuevo obispo va a ser el celebrante principal rodeado en el altar por los otros obispos y por unos presbíteros.

Hay un prefacio propio para Ordenaciones, pero si es un domingo o fiesta principal se puede recitar el prefacio propio de este día, según la decisión del Obispo Consagrante. Después de la Comunión, «uno de los obispos
dirige al pueblo en la siguiente oración» que es la Poscomunión para Ordenaciones.

Según la costumbre muy antigua el nuevo obispo hace la bendición al pueblo y un diácono le despide al pueblo.

' La tonada tradicional es «Come Holy Ghost», número 84 en el Himnario Provisional, Church Hymnal Corporation,
Nueva York. 1980. También se encuentra en El Himnario 1961 (Seabury, Greenwich), #120.
2 En las Rúbricas Adicionales hay una forma para bendecir las nuevas vestimentas antes del culto.

En la Celebración de la Eucaristía

La Liturgia continúa con el Ofertorio.
La Mesa del Señor es preparada por Diáconos.
Entonces, el nuevo Obispo, como Celebrante principal, va a la Mesa del Señor y, junto con otros obispos y presbíteros, procede a la celebración de la Eucaristía.

Poscomunión

En lugar de la oración usual de poscomunión, uno de los obispos dirige al pueblo en la siguiente oración:
Padre todopoderoso, te damos gracias porque nos has nutrido con el santo alimento del Cuerpo y Sangre de tu Hijo, y nos unes, por medio de él, en la comunión de tu Santo Espíritu. Te damos gracias porque levantas entre nosotros siervos fieles para el ministerio de tu Palabra y Sacramentos. Te suplicamos que N. sea para nosotros un ejemplo eficaz en palabra y obra, en amor y paciencia, y en santidad de vida. Concede que, junto con él, te sirvamos ahora, y que siempre nos gocemos en tu gloria; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

El nuevo Obispo bendice al pueblo, diciendo primero:
Nuestro auxilio está en Nombre del Señor;

Pueblo            Que hizo el cielo y la tierra.

Nuevo Obispo
Bendito sea el Nombre del Señor;

Pueblo            Desde ahora y para siempre.

Nuevo Obispo
La bendición, la misericordia y la gracia de Dios omnipotente, el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, sean con ustedes, y permanezcan con ustedes eternamente. Amén.

Un Diácono despide al pueblo:
Salgamos con gozo al mundo, en el poder del Espíritu.

Pueblo            Demos gracias a Dios.
Desde el Día de Pascua basta el Día de Pentecostés inclusive, puede
añadirse ¡Aleluya, aleluya! a la despedida y a la respuesta.

ADAPTACIÓN
Para la Iglesia Católica Anglicana en Centroamérica.

MANUAL DEL LIBRO DE ORACIÓN COMUN
DAVID E. BERGESEN
Director de ITAM
Diócesis Anglicana del Uruguay

 El Libro De Oración Común
Administración de los Sacramentos y otros Ritos y Ceremonias de la Iglesia
Junto con el Salterio o Salmos de David
Conforme al uso de La Iglesia Episcopal

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