Anglocatólico

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“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

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jueves, 15 de marzo de 2012

CELEBRACIÓN DE LA RECONCILIACIÓN

Reconciliación de un Penitente (LOC p.368-373).

Fórmula Uno

El Penitente comienza, diciendo:
Bendíceme, porque he pecado.

El Sacerdote dice:
El Señor sea en tu corazón y en tus labios para que verdadera y humildemente confieses tus pecados:
En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Penitente:
Yo confieso a Dios todopoderoso, a su Iglesia y a ti, que he pecado por mi propia culpa, en pensamiento, palabra y obra; por lo que he hecho y por lo que he dejado de hacer; especialmente _________________.

Por éstos y cualquier otro pecado que ahora no puedo recordar, estoy verdaderamente arrepentido. Pido a Dios que tenga misericordia de mí. Me propongo firmemente corregir mi vida, y humildemente pido perdón a Dios y a su Iglesia, y te pido consejo, dirección y absolución.
Aquí el Sacerdote puede ofrecer consejo, dirección y consuelo.

Entonces el Sacerdote pronuncia esta absolución
Nuestro Señor Jesucristo, que ha dado poder a su Iglesia para absolver a todo pecador que verdaderamente se arrepiente y cree en él, por su gran misericordia perdone todas tus ofensas; y por su autoridad, que me ha sido conferida, yo te absuelvo de todos tus pecados: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

o bien:
Nuestro Señor Jesucristo, que se ofreció al Padre en sacrificio por nosotros, y confirió a su Iglesia el poder de perdonar pecados, por la gracia del Espíritu Santo, y mediante mi ministerio, te absuelva y restablezca a la perfecta paz de la Iglesia. Amén.

El Sacerdote añade:
El Señor ha quitado todos tus pecados.
Penitente
Demos gracias a Dios.

El Sacerdote concluye:
Ve (o vive) en paz, y ora por mí, que soy pecador.

Declaración de Perdón para uso de un Diácono o de un Laico

Nuestro Señor Jesucristo, que se ofreció al Padre en sacrificio por nosotros, perdona tus pecados por la gracia del Espíritu Santo. Amén.

Fórmula Dos

El Sacerdote y el Penitente comienzan como sigue:
Ten misericordia de mí, oh Dios, conforme a tu bondad;
conforme a tu inmensa compasión borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad,
y límpiame de mi pecado;
Porque reconozco mis rebeliones,
y mi pecado está siempre delante de mí.
Santo Dios, Santo Poderoso, Santo Inmortal,
ten piedad de nosotros.

Penitente
Ora por mí, que soy pecador.

Sacerdote:
Que Dios en su amor ilumine tu corazón, a fin de que puedas en verdad recordar todos tus pecados y su
indefectible misericordia.
Amén.

Entonces el Sacerdote puede decir uno o más de los siguientes versículos de las Escrituras, u otros apropiados, diciendo primero:
Escucha la Palabra de Dios a todos los que verdaderamente se convierten a él.

Vengan a mí, todos los que están trabajados y agobiados,
que yo les haré descansar.
San Mateo 11:28

De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo
unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.
San Juan 3:16

Palabra fiel y digna de ser recibida de todos, que Cristo
Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.
1 Timoteo 1:15

Si alguno hubiere pecado, Abogado tenemos para con el
Padre, a Jesucristo el justo; y él es la ofrenda perfecta por
nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo.
1 San Juan 2:1-2

El Sacerdote continúa:
Ahora, en presencia de Cristo y delante de mí, su ministro, con corazón humilde y obediente, confiesa tus pecados a Dios todopoderoso nuestro Creador y Redentor.

El Penitente dice:
Santo Dios, Padre celestial, me formaste del polvo a tu imagen y semejanza, y por la cruz de tu Hijo Jesucristo me redimiste del pecado y de la muerte. Por el agua del bautismo me revestiste del manto resplandeciente de su justicia, y me estableciste entre tus hijos en tu reino.
Empero yo he malgastado la herencia de tus santos, y me he extraviado en una tierra estéril.
En particular confieso ante ti y ante la Iglesia... ___________________________________

Aquí el Penitente confiesa sus pecados particulares.

Por tanto, oh Señor, me vuelvo a ti con tristeza y arrepentimiento, dejando atrás éstos y cualquier otro
pecado que ahora no puedo recordar. Recíbeme de nuevo en los brazos de tu misericordia y restáurame a la bendita comunión de tu pueblo fiel; por aquél en quien has redimido al mundo, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo.
Amén.

Aquí el Sacerdote puede ofrecer palabras de consejo y consuelo.

Sacerdote:
¿Quieres volverte de nuevo a Cristo como tu Señor?

Penitente
Sí, quiero.

Sacerdote:
¿Perdonas, entonces, a los que han pecado contra ti?

Penitente
Sí, los perdono.

Sacerdote:
Que Dios todopoderoso en su misericordia, acepte tu confesión de arrepentimiento y de fe, te fortalezca en
toda bondad y, por el poder del Espíritu Santo, te conserve en la vida eterna.
Amén.

Entonces el Sacerdote impone (o extiende) una mano sobre la cabeza del penitente, diciendo una de las siguientes fórmulas:

Nuestro Señor Jesucristo, que se ofreció al Padre en sacrificio por nosotros, y confirió a su Iglesia el poder de perdonar pecados, por la gracia del Espíritu Santo, y mediante mi ministerio, te absuelva y restablezca a la perfecta paz de la Iglesia. Amén.

o bien:
Nuestro Señor Jesucristo, que ha dado poder a su Iglesia para absolver a todo pecador que verdaderamente se arrepiente y cree en él, por su gran misericordia perdone todas tus ofensas; y por su autoridad, que me ha sido conferida, yo te absuelvo de todos tus pecados: En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El Sacerdote concluye:
Ahora hay gozo en el cielo; porque te habías perdido, y eres hallado; porque eras muerto, y has revivido en Cristo Jesús nuestro Señor. Ve (o vive) en paz. El Señor ha quitado todos tus pecados.

Penitente
Demos gracias a Dios.

Declaración de Perdón para uso de un Diácono o de un Laico
Nuestro Señor Jesucristo, que se ofreció al Padre en sacrificio por nosotros, perdona tus pecados por la gracia del Espíritu Santo.
Amén.

LOC p.368-373.

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