Introducción
El
propósito de este catecismo es dejar en claro a cada persona lo que
implica ser cristiano. Establece lo
que es esencial para la fe y la vida cristiana. Le abrirá la puerta a cada
uno para conocer a Jesucristo y
experimentar el amor pleno de Dios en él. Lo llevará a una participación plena en la vida y misión de
la Iglesia, al llegar a ser
ciudadano del Reino de Dios. Y lo anclará en la realidad total del gozo inextinguible, que comienza en
esta vida y continúa en aumento en la vida venidera.
Sin
embargo, podemos saber estas cosas y aun así mantenernos apartes de ellas. Para no perdernos de lo que Dios nos está
ofreciendo es imperioso que cada uno de nosotros reciba a Jesucristo como
nuestro propio Salvador y Señor – si aún no lo hizo – y asuma el compromiso ante él de ser su discípulo durante toda la vida.
Esta sección inicial del Catecismo
se centra en ayudar a cada uno a tomar este paso, y una vez que lo haya hecho,
a saber que lo ha hecho para poder seguir a partir de allí.
Ser cristiano es
un compromiso de por vida, pero comienza por convertirse en cristiano de manera
consciente, así
como ser esposos comienza con los votos matrimoniales. Ser cristiano es un proceso que consiste en ir avanzando a partir
de ese punto. Al continuar en el camino
con Cristo, con su Padre como nuestro Padre, su Espíritu Santo como nuestra
ayuda y guía, y su Iglesia como nuestra nueva familia, nos iremos adentrando de
manera cada vez más profunda en el llamado del cristiano que ha renacido, el
llamado de alabanza, adoración, servicio y relaciones modeladas en Cristo.
El Evangelio
Es
necesario tener claro desde el principio que Dios crea a los seres humanos para intimidad con él; pero nadie
logra cumplir este propósito naturalmente. Todos
estamos fuera de sintonía con Dios. En lenguaje bíblico, somos pecadores, culpables ante Dios y
estamos separados de él. La vida en
Cristo implica, en primer lugar, permitir que Dios realice sus acciones amorosas para remediar una situación
acuciante.
Los hechos claves
de esta solución divina, que la Biblia llama Evangelio (que quiere decir “buenas nuevas”), son estos: Dios Padre envió a su Hijo eterno a este
mundo para reconciliarnos a nosotros, los pecadores, con él, y para
preservarnos y prepararnos para su gloria en la vida venidera. Nacido de la
Virgen María a través del Espíritu Santo, el Hijo, cuyo nombre humano es Jesús,
vivió una vida perfecta, murió la muerte de un criminal como sacrificio por
nuestros pecados, y resucitó de la tumba para reinar como Cristo (que significa
“el Ungido”) en nombre de su Padre en el Reino de Dios. Reinando hoy en los cielos, continúa a
atraer a los pecadores hacia él a través de la comunicación del Evangelio aquí
en la tierra. A través del Espíritu Santo nos permite alejarnos de todo corazón
de nuestros caminos pecaminosos y egoístas (arrepentimiento) y encomendarnos a
él para vivir en unión y comunión con él (fe). En términos espirituales, el
egocentrismo es camino de muerte, y la comunión con Cristo es camino de vida. El Santo Bautismo, el rito de ingreso a la
comunidad y comunión de la Iglesia, marca esta transición de muerte a vida en
Cristo. El Apóstol Pedro dijo, al proclamar el Evangelio en la mañana de
Pentecostés: “Arrepiéntase y bautícese
cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados, y
recibirán el don del Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes,
para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a
quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar” (Hechos 2:38-39).
Dios Padre
nos llama a él a través de Dios Hijo.
Jesús dijo, “Yo soy el camino, la verdad,
y la vida. Nadie llega al Padre si no por mí” (Juan 14:6). Al venir al Padre a través de Jesucristo,
experimentamos el amor incondicional y transformador de Dios.
Dios Hijo
nos llama a creer en él.
Después de resucitar Jesús de entre los muertos uno de sus seguidores, Tomás,
dijo que sólo creería si podía ver a Jesús y tocar sus heridas. Más tarde Jesús
apareció, le extendió sus manos y le dijo a Tomás que pusiera su mano en las
heridas. Tomás allí exclamó “¡Mi Señor y mi Dios!” (Juan 20:28).
Es posible que entendamos mucho de Jesús, como Tomás antes de este encuentro,
pero eso no es lo mismo que creer
personalmente en Jesús como nuestro Señor y Dios. Podemos asistir a los
servicios en la iglesia y hacer muchas cosas buenas sin conocer a Jesús resucitado. Conocer a Jesús como Salvador y Señor implica creer personalmente en
él, entregándole nuestras vidas y viviendo como sus seguidores llenos de gozo.
Dios Espíritu
Santo ilumina nuestras mentes y corazones para
creer en Jesús, y nos da nacimiento y vida espiritual al hacerlo. Nuestro
Padre amoroso “dará el Espíritu Santo a
quienes se lo pidan” (Lucas 11:13). Al
poner nuestra fe en Jesús, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros y de
manera maravillosa nos concede poder y
dones para la vida y el ministerio como
discípulos de Jesús. Para poder vivir fielmente como cristianos
debemos confiar en que el Espíritu Santo
nos equipará y nos preparará para hacerlo.
Padre, Hijo y
Espíritu Santo
están cerca de nosotros en todo momento
y nos escucharán cada vez que oramos con sinceridad, creyendo honestamente lo
que decimos. Dios nos llama al
arrepentimiento y a la fe en Cristo, y una manera de entrar en una vida en
Cristo es decir una oración como esta – preferiblemente en la presencia de un
cristiano maduro:
Oración de
Arrepentimiento y Fe
“Señor Jesucristo, confieso mis
faltas, defectos, pecados, y actos de rebeldía, y te pido que me perdones. Te
tomo, Señor Jesús, como mi Salvador y Señor. Gracias por tu muerte propiciatoria
en la cruz en obediencia a la voluntad de tu Padre para saldar mis pecados. Te
entrono, Señor Jesús, para que estés a cargo de cada parte de mi vida, y te
pido que tu Santo Espíritu more en mí y me llene de poder, para que yo pueda
vivir como tu fiel seguidor de ahora en adelante. Amén.”
Los
“aspirantes” que están en el camino
hacia la fe, pero que saben que aún no están preparados para orar en estas
palabras con total sinceridad, igualmente podrán orar honestamente siguiendo la
siguiente guía:
Oración del
Aspirante
“Oh Dios, mi Creador, que enviaste
a tu Hijo como el Camino, la Verdad y la Vida para salvarme a mí y al mundo
entero, creo en tu realidad. Ayúdame en mi descreimiento.
“Ansío comprender todo lo que
implica ser amado, conocido y perdonado por ti, y ser sanado plenamente: en paz
contigo, con otros, conmigo y con tu creación. Sé que he pecado contra ti,
contra otros, contra mí y contra la creación de la cual formo parte.
“Señor Jesucristo, Hijo de Dios,
ten misericordia de mí, que soy pecador. Abre mis ojos a todo lo que eres, y
acércame a ti, te lo ruego. Amén.”
Dios
siempre responderá a la oración honesta, entregada con paciencia, persistencia
y humildad.
Al explorar este
Catecismo vuelvan una y otra vez a Dios en oración, para llegar a conocerlo cada
vez más. Al aprender más sobre Dios
Padre, podrían orar con una oración similar a esta:
“Padre de toda gracia, vengo ante
ti a través del trabajo de salvación que hizo Jesucristo en la cruz. Te doy
gracias por adoptarme como tu hijo a través de él. Concédeme la gracia de
conocerte más plenamente como mi Padre celestial, que yo pueda disfrutar de la
plenitud de las promesas de tu Reino eterno; por Jesucristo nuestro Señor.
Amén”.
Al
aprender más sobre Dios Hijo,
podrían orar con una oración similar a esta:
“Señor Jesucristo, al entregarme
a ti como Señor de mi vida, estréchame cada vez más cerca de ti. Muéstrame los
lugares donde quizás guarde resistencia a tu señorío y rechazo de tu voluntad.
Llévame al mayor gozo de la vida abundante que tú deseas para mí, ahora y
siempre; por tu santo Nombre. Amén.”
Al
aprender más sobre Dios Espíritu Santo,
podrían orar con una oración similar a esta:
“Dios todopoderoso, te doy las
gracias por darme nueva vida en Jesucristo. Te pido que me lleves nuevamente
con tu Santo Espíritu. Alienta en mí la
bondad y el amor de Jesús. Prepárame para servirte en fe y obediencia a Cristo
para que yo siempre viva para tu gloria; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.”
Para
dar claridad y mayor detalle, y para fines de enseñanza y aprendizaje, ahora
propondremos estas cosas en forma de preguntas y respuestas.
DESIGNIO
DE SALVACIÓN
1. ¿Qué
es el Evangelio?
El Evangelio es la buena nueva del amor y la salvación de
Dios hacia la humanidad perdida a través del ministerio por palabra y hecho de
su Hijo, Jesucristo. (1 Corintios. 15:1-4; Romanos 5:15; Juan 1:12; 1
Juan 5:11-12)
2.¿Qué es la
condición humana?
La condición humana universal es que, aunque
fuimos hechos para tener comunión con nuestro Creador, quedamos separados de él por nuestra
rebelión egocéntrica contra él, lo que lleva a culpa, vergüenza, y temor a la muerte y al juicio. Este
es el estado del pecado.
(Génesis 3; Romanos 3:23)
3. ¿Cómo
te afecta el pecado?
El pecado me aliena de Dios, de mi prójimo, de la
creación de Dios y de mí mismo. Me
siento culpable, perdido, desvalido, desesperanzado, y recorriendo el camino de la
muerte.
(Isaías 59:2; Romanos 6:23)
4.¿Qué es el camino
de la muerte?
El camino de la muerte es una vida vacía del amor de
Dios y de su Espíritu Santo que da vida, controlada por cosas que no pueden
traerme gozo eterno, pero que
sólo llevan a la oscuridad, el sufrimiento y la condena eterna. (Romanos 1:25; Proverbios
14:12; Juan 8:34)
5.¿Puedes arreglar
tu relación quebrada con Dios?
No. No
tengo poder para salvarme a mí mismo, pues el pecado corrompió mi conciencia y
capturó
mi voluntad. Sólo Dios me puede salvar. (Efesios 2:1-9; Juan 14:6; Tito 3:3-7)
6.¿Cuál es el camino
de la vida?
El
camino de la vida es una vida orientada
a amar y responder a Dios Padre y su
Hijo, Jesucristo, en el poder del Espíritu Santo de Dios habita en nosotros, y
que lleva a la vida eterna. (Juan 14:23-26; Colosenses 1:9-12; Efesios
5:1-2; Romanos 12:9-21)
7. ¿Qué
quiere darte Dios?
Dios quiere reconciliarme con Él, liberarme del
cautiverio al pecado, llenarme con el conocimiento de Él, hacerme ciudadano de su
Reino, y prepararme para adorarle, servirle y glorificarlo ahora y por siempre. (1 Juan 5:11-12; 1 Corintios
5:19; Efesios 2:19; 3:19; Colosenses 1:9)
8.¿Cómo te salva
Dios?
Dios
me salva por gracia, que es el amor inmerecido que Él me da en y a través de
Jesús. “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que
todo el que cree en Él tenga vida eterna.” (Juan 3:16)
9. ¿Quién
es Jesucristo?
Jesús es mi Salvador, totalmente Dios y totalmente
hombre. Cargó
con mis pecados, murió en mi lugar en la cruz, y luego resucitó de entre los
muertos para reinar como el rey ungido sobre mí y toda la creación. (Colosenses 1:15-26)
10. ¿Hay
algún otro camino a la salvación?
No.
El Apóstol Pedro dijo de Jesús, “En ningún
otro hay salvación” (Hechos 4:12). Jesús es el único que puede salvarme y
reconciliarme con Dios.
(1 Timoteo 2:5)
11. ¿Cómo
deberías responder al Evangelio de Jesucristo?
Debería arrepentirme de mis pecados y poner mi fe en
Jesucristo como mi Salvador
y mi Señor.
(Romanos 10:9-10; Hechos 16:31)
12. ¿Qué
implica para ti el arrepentimiento?
El arrepentimiento implica que experimento un cambio
en el corazón, dejando de servirme a mí de manera pecaminosa y comenzando a
servir a Dios al seguir a Jesucristo.
Necesito la ayuda de Dios para lograr este cambio. (Hechos 2:38; 3:19)
13. ¿Qué
implica para ti tener fe?
Tener fe implica que creo que el Evangelio es
verdad; reconozco que Jesús murió por mis pecados y resucitó de entre los
muertos para reinar sobre
mí; me entrego a él como mi Salvador; y le obedezco como mi Señor. Como dijo el Apóstol Pablo, “Si
confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo
levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
14. ¿Cómo
puede arrepentirse una persona y poner su fe en Jesucristo?
Cualquier persona podrá arrepentirse y poner su fe en Jesucristo
en cualquier momento.
Una manera de hacer esto es diciendo con corazón sincero una oración
similar a la Oración de Arrepentimiento y Fe que aparece más arriba.
(Juan 15:16; Hechos 16:31-34; Romanos 10:9; Hebreos 12:12)
15. ¿Qué
deberías hacer después de haberte entregado a Dios en busca de salvación con
arrepentimiento y en fe?
Si
aún no he sido bautizado, después de
haber recibido la instrucción
correspondiente, debo ser bautizado y ser
parte de la muerte y resurrección de Jesucristo, para así ser miembro de su
Cuerpo, la Iglesia. (Mateo 28:19-20; 1 Corintios 12:13)
16. ¿Qué
otorga Dios al salvarte?
Dios
me otorga la reconciliación con él (2 Corintios 5:17-19), el
perdón de los pecados (Colosenses 1:13-14), la adopción a su familia
(Gálatas 4:4-7), la ciudadanía en su Reino (Efesios 2:19-21, Filipenses 3:20), la unión
con él en Cristo (Romanos 6:3-5), una nueva vida en el Espíritu Santo
(Tito 3:4-5), y la promesa de la vida eterna (Juan 3:16; 1 Juan 5:12).
17. ¿Qué
desea Dios lograr en tu vida en Cristo?
Dios
desea transformarme a la imagen de Jesucristo mi Señor, por el poder de su
Espíritu Santo. (2 Corintios 3:18)
18. ¿Cómo
te transforma Dios?
Él me
irá transformando a través del tiempo a través de la adoración y alabanza, la
oración y la lectura bíblica, con otros o en forma personal; la fraternidad con el pueblo de Dios; la
búsqueda de la santidad de vida; el testimonio a aquellos que no conocen a
Cristo; y actos de amor hacia todos.
Los primeros cristianos comenzaron con esta práctica al “mantenerse firmes en la enseñanza de los
apóstoles y la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.”
(Hechos 2:42; Hebreos 10:23-25)
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