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“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por todos y está en todos.” Ef 4,5s.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

+Gabriel Orellana.
Obispo Misionero
¡Ay de mí si no predico el Evangelio! 1 Co 9,16b.

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sábado, 29 de octubre de 2011

Martín Lutero - TESTIGO DE JESUCRISTO

La siguiente es una declaración de la Comisión Mixta Católicorromana--Luterana nombrada en 1973 por el Secretariado para la Promoción de la Unidad Cristiana, Roma, y la Federación Luterana Mundial, Ginebra, en ocasión del 500º aniversario del nacimiento de Martín Lutero; y está firmada por los copresidentes de la Comisión, Obispo Hans Martensen, católico, Dinamarca y Profesor George A. Lindbeck, luterano, Universidad de Yale, EE.UU. Fue dado a conocer después de la sesión mensual de diálogo en Kloster Kirchberg, en el estado de Wuerttemberg, República Federal Alemana, el 6 de mayo de 1983.

I. DEL CONFLICTO A LA RECONCILIACION

Este año nuestras iglesias celebran el 500º aniversario del nacimiento de Martín Lutero. Los cristianos, sean católicos o evangélicos, no pueden menos que tomar en cuenta la persona y el mensaje de este hombre. Ubicado al umbral de los tiempos modernos, ha tenido y aun tiene una influencia crucial en la historia de la iglesia, la sociedad y el pensamiento.

Durante siglos, las opiniones de unos y otros sobre Lutero fueron diametralmente opuestas. Los católicos lo veían como la personificación de la herejía y lo tacharon de ser la causa principal del cisma entre las iglesias occidentales.

Ya durante el Siglo XVI los evangélicos comenzaron a glorificar a Lutero como a un héroe religioso y, no muy infrecuentemente, como héroe nacional. De todos modos, Lutero fue considerado a menudo el fundador de una nueva iglesia.

El juicio hecho a Lutero estaba estrechamente vinculado con el punto de vista que cada iglesia tenía de la otra, se acusaban mutuamente de haber abandonado la fe verdadera y la iglesia verdadera. En las iglesias y en la teología de la Reforma, el redescubrimiento de Lutero se inició en los primeros días de este siglo. Inmediatamente después comenzó, por el lado católico, un estudio intensivo de la persona de Lutero y su labor. Este estudio ha hecho notables contribuciones eruditas a la investigación sobre la Reforma y Lutero; juntamente con la creciente comprensión ecuménica, ha posibilitado una actitud católica más positiva hacia Lutero. En ambas partes vemos una disminución de las imágenes anticuadas y polémicamente desfiguradas acerca de Lutero. Se comienza a honrarlo en común como testigo del evangelio, maestro de la fe y heraldo de la renovación espiritual.

Las recientes celebraciones del 450º aniversario de la Confesión de Augsburgo (1980), han brindado una contribución esencial a esta perspectiva. Esta confesión de fe es inconcebible sin la persona y la teología de Lutero. Aun más, la comprensión de que la Confesión de Augsburgo refleja "un acuerdo pleno sobre las verdades centrales y fundamentales" (S.S. Juan Pablo 11, 1980, FLM, Informe Nº 10, 1982, pág. 64), entre católicos y luteranos, facilita la afirmación común de las percepciones fundamentales de Lutero. El llamado de Lutero a la reforma de la iglesia, el llamado al arrepentimiento, es todavía relevante para nosotros. Nos llama a escuchar de nuevo el evangelio, a reconocer nuestra propia infidelidad al mismo y a ser testigos confiables de éste. Hoy esto no puede suceder sin poner atención a la otra iglesia y su
testimonio, y renunciar a los estereotipos polémicas buscando la reconciliación.

II. EL TESTIMONIO DEL EVANGELIO

Al criticar varios aspectos de la tradición teológica y de la vida de la Iglesia de su tiempo, Lutero se consideraba un testigo del evangelio, un "indigno evangelista de Nuestro Señor Jesucristo". Apelaba al testimonio bíblico apostólico, el cual le fue encargado interpretar y proclamar, como "doctor en Santa Escritura" que era. Se basó conscientemente en la confesión de la Iglesia primitiva del Dios Trino y la persona y obra de Cristo, y vio en esta confesión una expresión autoritativa del mensaje bíblico. En su esfuerzo por hacer reformas, las que le trajeron persecución externa y tribulación interior, encontró seguridad y aliento en el llamado de la iglesia a estudiar y enseñar las Escrituras. En esta convicción se sintió sostenido por el mismo Señor de la Iglesia.

Al conocer su responsabilidad como profesor y pastor, experimentar personalmente, al mismo tiempo la angustiosa necesidad de la fe, fue llevado por su intenso estudio de las Escrituras a un renovado descubrimiento de la gracia de Dios en medio de los temores e incertidumbres de su tiempo. De acuerdo con su propio testimonio, este "descubrimiento de la Reforma" consistió en reconocer que la justicia de Dios es, a la luz de Romanos 1 :17, un don de justicia, no una demanda que condena al pecador. "El que es justo por la fe vivirá", esto es, vive por la gracia dada por Dios por medio de Cristo. En este descubrimiento, que confirmó Lutero en el Padre de la Iglesia Agustín, el mensaje de la Biblia llegó a ser uno lleno de alegría, es decir "evangelio". Le abrió, como él mismo dijo, "las puertas al paraíso".

En sus escritos, así como en su predicación y enseñanza, Lutero llegó a ser testigo de este mensaje liberador. La "doctrina de la justificación del pecador sólo por la fe" fue el punto central de su pensamiento teológico y de su exégesis de las Escrituras. Aquellos cuyas conciencias sufrían bajo el dominio de la ley y las ordenanzas humanas, que eran atormentados por sus fracasos y por su preocupación por la salvación eterna, podían lograr la seguridad a través de la fe en el evangelio de la promesa liberadora de la gracia de Dios.

La investigación histórica ha mostrado que ya era aparente el comienzo de un acuerdo, sobre este asunto fundamental para Lutero, en las discusiones teológicas durante la época de la Reforma. Pero este entendimiento no fue efectivamente aceptado por cada una de las partes, y las polémicas posteriores lo oscurecieron y anularon.

En nuestra época, las investigaciones sobre Lutero y los estudios bíblicos realizados por ambas partes han abierto nuevamente el camino para un mutuo entendimiento de las preocupaciones centrales de la reforma luterana. La toma de conciencia en cuanto al condicionamiento histórico de todas las formas de expresión y pensamiento ha contribuido a un reconocimiento más amplio entre los católicos de que las ideas de Lutero, particularmente las referentes a la justificación, son una forma legítima de la teología cristiana.

Así, al asumir lo ya afirmado en forma conjunta por teólogos católicos y luteranos en 1972 ("El Evangelio y la Iglesia"), la declaración católico-luterana sobre la Confesión de Augsburgo dice que "Un amplio consenso emerge en la doctrina de la justificación, la cual fue de importancia decisiva para la Reforma; ésta es únicamente por la gracia y por la fe en la obra salvadora de Cristo y no por algún mérito en nosotros que somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo, quien renueva nuestros corazones y nos equipa para y nos llama a las buenas obras." ("Todos bajo un Cristo", 1980).

Como testigo del evangelio, Lutero proclamó el mensaje bíblico del juicio y la gracia de Dios, del escándalo y el poder de la Cruz, de la perdición de los seres humanos y del acto de salvación de Dios. Como un "evangelista indigno de Nuestro Señor Jesucristo", Lutero señala más allá de su propia persona a fin de confrontamos a todos en forma totalmente ineludible con la promesa y la demanda del evangelio que él confesó.

III. EL CONFLICTO Y EL CISMA EN LA IGLESIA

La interpretación y predicación de Lutero de la justificación por la fe sola, entró en conflicto con las formas predominantes de la religiosidad que oscurecían el don de la justicia de Dios. Lutero creía que sus protestas estaban de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia y que, de hecho, aun defendía esa enseñanza.

Cualquier idea de dividir a la Iglesia estaba fuera de su mente y la rechazaba con determinación. Pero no hubo comprensión para sus preocupaciones entre las autoridades eclesiásticas y teológicas ni en Alemania ni en Roma. Los años que siguieron a las famosas "95 Tesis" en 1517 estuvieron marcados por crecientes polémicas. Con la intensificación de las disputas. Las cuestiones primariamente religiosas de Lutero se entremezclaron cada vez más con cuestiones referentes a la autoridad de la Iglesia y también fueron sumergidas bajo cuestiones referentes al poder político. No fue la comprensión de Lutero del evangelio en sí mismo lo que trajo conflicto y cisma en la Iglesia, sino antes bien las implicancias políticas y eclesiásticas del movimiento de la Reforma.

Cuando Lutero fue amenazado con la excomunión y llamado a revocar lo que para él eran convicciones teológicas esenciales, vio en esto la negativa de las autoridades eclesiásticas y seculares a discutir su pensamiento teológico. El conflicto se centró más y más en la cuestión de la autoridad final en cuestiones
de fe. En esta disputa Lutero apeló a las Escrituras y llegó a dudar de que todas las decisiones doctrinales de los Papas y Concilios fueran obligatorias para la conciencia. Sin embargo, todo su énfasis en la "sola scriptura" y en la claridad de la Escritura incluía la aceptación de los credos de la Iglesia primitiva y el respeto a las tradiciones que estaban de acuerdo con la Escritura. Mantuvo durante todos los conflictos su confianza en la promesa de Dios de llevar a su Iglesia en la verdad.

En la misma medida en que creció la hostilidad de las autoridades de la Iglesia, así también la actitud polémica de Lutero. El Papa fue rechazado como el Anticristo y la misa condenada como idolatría. Por su parte. Lutero y sus seguidores fueron calificados de herejes y a veces incluso de apostatas. La esperanza de que un acuerdo pudiera ser alcanzado en la Dieta de Augsburgo de 1530. no se cumplió. Lutero consideró el rechazo que enfrentó, como un signo de la cercanía del apocalipsis. No pudo ver manera de volver atrás en la actitud de mutua condena.

Lutero fue reivindicado por gran variedad de grupos y tendencias en la Iglesia y en la sociedad, en prosecución de sus intereses especiales (anticlericales, revolucionarios o entusiastas). El mismo luchó contra estas presiones, pero su imagen sufrió distorsiones que aun hoy persisten.

Estos acontecimientos históricos no pueden ser revertidos ni deshechos. Pero podemos, sin embargo, esforzarnos por remover sus consecuencias negativas, investigando sus orígenes y admitiendo fracasos culpables. En última instancia, sólo se sanarán cuando los objetivos positivos de la Reforma lleguen a ser
preocupación común de luteranos y católico romanos.

IV. RECEPCION DE LAS PREOCUPACIONES DE LA REFORMA

Las iglesias luteranas han tratado durante siglos, de conservar las perspectivas teológicas y espirituales de Lutero. Empero, no todos sus escritos han influido de igual modo en las iglesias luteranas. A menudo ha habido una tendencia a dar más importancia a sus trabajos polémicos que a sus escritos teológicos y pastorales. Aquellos escritos que recibieron el status de documentos confesionales tienen un significado eclesial preponderante.  Entre ellos ocupan un lugar especial en la vida de las iglesias, los dos catecismos. Junto con la Confesión de Augsburgo, forman una base apropiada para un diálogo ecuménico.

No obstante, la herencia de Lutero ha sufrido daños y distorsiones en el curso de la historia:

**La Biblia fue aislada cada vez más de su contexto eclesiástico y su autoridad fue malinterpretada en sentido legalista a causa de la doctrina de la inspiración verbal;

** La alta estima que tenía Lutero de la vida sacramental, se perdió considerablemente durante el iluminismo y en el pietismo;

** El concepto de Lutero del ser humano como persona ante Dios se malinterpretó como individualismo;

** El moralismo desplazó a veces el mensaje de la justificación;

** Sus reservas en cuanto al papel de las autoridades políticas en el liderazgo de la Iglesia se silenciaron por un largo período, y

** Se usó mal su doctrina de la doble naturaleza del régimen divino (la doctrina de los "dos reinos") para legitimar la negativa de la Iglesia a tomar responsabilidad en la vida social y política.

Junto con su gratitud por las contribuciones de Lutero, las iglesias luteranas son conscientes hoy en día de las limitaciones en su persona y en su obra, y de ciertos efectos negativos de sus acciones. No puede aprobar sus excesos polémicos; se sienten horrorizadas por los escritos antijudíos de su vejez; ven que su perspectiva apocalíptica lo llevó a juicios inaceptables para las iglesias, por ejemplo sobre el Papado, el movimiento anabaptista y la guerra de los campesinos. Además, ciertas debilidades estructurales en las iglesias luteranas
que han llegado a ser obvias, especialmente en la manera en que su administración ha sido llevada por los príncipes del estado, sobre lo cual el mismo Lutero pensaba simplemente como un arreglo de emergencia.

El tener una actitud defensiva ante Lutero y su pensamiento, fue en algún aspecto determinativo para la Iglesia católico romana y su desarrollo desde la Reforma. La contrarreforma del catolicismo desarrolló deliberadamente algunos rasgos: el miedo a la distribución de ediciones bíblicas no autorizadas por la Iglesia, un excesivo énfasis centralizados en el papado y la unilateralidad en la teología y práctica sacramental. Por otro lado, algunas de las preocupaciones de Lutero se tienen en cuenta en esfuerzos realizados por la reforma tridentina, como por ejemplo la renovación de la predicación, la intensificación de la instrucción religiosa y el énfasis en la doctrina agustiniana de la gracia.

En este siglo se ha desarrollado una intensiva re-evaluación católica de la persona de Lutero, el hombre y sus preocupaciones reformadoras, comenzando este trabajo en las zonas de habla alemana. Se reconoce ampliamente que intentar reformar la teología y los abusos en la Iglesia de su tiempo era una actitud justificable, y que su creencia principal -la justificación que nos es dada por Jesucristo sin mérito propio- no es en modo alguno contradictoria con la tradición católica genuina, tal como la encontramos por ejemplo en San Agustín o Santo Tomás de Aquino.

Lo que dijo el cardenal Willebrands ante la 5º Asamblea de la Federación Luterana Mundial, refleja esta nueva actitud frente a Lutero: ¿Quién negaría todavía que Martín Lutero fue una persona profundamente religiosa que buscó el mensaje del evangelio con honestidad y dedicación? ¿Quién negaría que a pesar del hecho de que ha luchado contra la Iglesia Católico romana y la Sede Apostólica -lo cual en consideración a la verdad no podemos callar él mantuvo una parte considerable de la antigua fe católica? En realidad,¿no es verdad que el Concilio Vaticano II ha implementado peticiones ya expresadas primero por Martín Lutero entre otros. y que como resultado de esto algunos aspectos de la vida y fe cristiana encuentran mejor expresión ahora que antes? Poder decir esto a pesar de todas las diferencias es motivo para alegrarse y tener mucha esperanza.

Entre las ideas del Concilio Vaticano II que reflejan elementos de las preocupaciones de Lutero, podemos nombrar:

** El énfasis en la decisiva importancia de la Sagrada Escritura para la vida y enseñanza de la Iglesia (Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina);

** La descripción de la Iglesia como "el pueblo de Dios" (Constitución Dogmática de la Iglesia, cap. 11).

** La afirmación de la necesidad de la continua renovación de la Iglesia en su existencia histórica (Constitución Dogmática de la Iglesia, 8, Decreto sobre Ecumenismo, 6).

** La acentuación en la confesión de fe en la cruz de Jesucristo y de su importancia para la vida de cada cristiano y de toda la iglesia (Constitución Dogmática de la Iglesia, 8, Decreto sobre Ecumenismo, 4, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, 37);

** La comprensión de los ministerios de la Iglesia como servicio (Documento sobre el ,Oficio Pastoral de los Obispos en la Iglesia, 16, Decreto sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes);

** El énfasis en el sacerdocio de todos los creyentes (Constitución Dogmática de la Iglesia, 10/11, Decreto sobre el Apostolado de los Laicos, 2-4);

** El compromiso al derecho del individuo ala libertad en asuntos religiosos (Declaración acerca de la Libertad Religiosa) ;

Hay también otras exigencias de Lutero que pueden considerarse cumplidas a la luz de la teología y práctica eclesiástica contemporánea en la Iglesia Católica: el uso del vernáculo en la liturgia, la posibilidad de tomar la comunión en ambas especies y la renovación de la teología y celebración eucarísticas.

V. EL LEGADO DE LUTERO y NUESTRA TAREA COMUN

Hoy es posible para nosotros aprender juntos de Lutero. "Sobre esto todos podemos aprender de él que Dios tiene que permanecer siempre como el Señor, y que nuestra respuesta humana más importante siempre tiene que ser la absoluta confianza en Dios y nuestra adoración a él" (Cardenal Willebrands).

** Como teólogo, predicador, pastor, compositor de himnos y hombre de oración. Con extraordinaria fuerza espiritual, Lutero ha testimoniado renovadamente el mensaje bíblico del regalo de Dios de la justicia liberadora y lo ha hecho resaltar.

** Lutero nos dirige hacia la prioridad de la Palabra de Dios en la vida, enseñanza y servicio de la Iglesia.

** Nos llama a la fe que es absoluta confianza en el Dios que en la vida, muerte y resurrección de su Hijo ha mostrado que el mismo es misericordioso con nosotros.

** Nos enseña a entender la gracia como una relación personal de Dios con el ser humano, la cual es incondicional y nos libera del miedo a la ira de Dios y para el servicio del uno al otro.

** Testifica que el perdón de Dios es la única base y esperanza para la vida humana.

** Nos enseña que la unidad en lo esencial permite las diferencias de costumbres, orden y teología.

** Recuerda a los teólogos que el conocimiento de la misericordia de Dios se revela sólo en la meditación y la oración. Es el Espíritu Santo quien nos convence de la verdad del Evangelio, y nos guarda y fortalece en esta verdad a pesar de todas las tentaciones.

** Nos exhorta a recordar que la reconciliación y la comunidad cristiana solamente pueden existir donde no sólo es seguida la "regla de fe" sino también la "norma del amor'; que siempre piensa bien de todos, no sospecha, cree lo mejor de su prójimo y llama santo a todo el que haya sido bautizado" (Martín Lutero).

En su última confesión Lutero expresó su confianza y humildad reverente ante el misterio de la misericordia de Dios. Esta confesión, como su última voluntad y testamento espirituales y teológicos, puede ser una guía para nuestra   búsqueda común de una fe unificada: "Somos mendigos. Esto es cierto".


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